martes, 26 de abril de 2016

bestias, de Javier Velaza






Para otros la mesura. Para otros,
besos asosegados, despaciosas caricias,
ternuras, educada pasión prudente, pausas,
calmo previsto amor. Todo eso para otros.


Y también para ésos las palabras de azúcar
en susurro, manidas cantinelas te esto, te aquello,
y candelabros trémulos y sedas y perfumes.
Para otros esas cosas -o para ti tal vez
en diferente sitio o para mí en tu ausencia-,
mas no para los dos ahora y juntos.


Nosotros nos sabemos amar como alimañas,
con dentelladas fieras, sin piedad, a degüello,
en tierra nos batimos con saña de animales
salvajes predadores por el fuego cercados,
y colisionan dientes, pieles penetran uñas,
orificios se anegan de mares de saliva
y hasta los huesos crujen crispados del abrazo,
con gargantas, con puños, nos amamos con todo,
descuartizando miembros a jirones,
entre terribles gritos del vientre proferidos,
encarnizadamente voraces nos amamos
hasta la última sangre, a muerte,
                                                                          a muerte,
                                                                                       a muerte.
Como bestias.






*hay regalos que sólo se hacen las bestias. ni flores, ni frases de algodón. hay regalos que son barcos que cuando se hunden resplandecen, rajados, abiertos, tragando océano, brillan brutalmente, son todo piel, son todo sal y verdad.

 


martes, 19 de abril de 2016

El buen salvaje - Félix Grande

 


Llegué a creer que la felicidad
no es un asunto de los seres humanos
Y le llamé conocimiento
a una escarcha diaria y contagiosa
cuyo nombre es claudicación

Por todas partes me nacían camaradas
Veían grandeza en mi preocupación
llamaban madurez a mi infortunio
La miseria siempre ha gozado
de un raro y comunal prestigio

Ahora, cuando tu piel me dio el coraje
para agredir a la resignación
y bramar por la dicha en medio de las plazas

seres, instituciones, todo
me rehúye o me segrega
todo se aparta de mi lado, hiedo
Soy un peligro público que expande
la pestilencia de la libertad