Camino cegado contra un sol poniente.
Sobre mi cabeza, una tupida red de
araña recorta el cielo.
Cables, postes, miles de ramas de
árboles negros y sus sombras… Sus sombras rotas.
Una trepidación en el alma.
En esta luz que me deslumbra está
escrito mi ayer.
Los recuerdos y lo olvidado, atrapados
en esta estúpida red de araña.
Los excesos del pasado…
Vapores de opio donde el tiempo es
sombra.
Vapores de opio sueñan letras chinas.
Morfina… Pentazocina. Palfium.
Volantina. Pentapón. Xosegón… Ampollas de clorhidrato mórfico…
Heroína…
El limbo que antecede al infierno.
El fracaso narcotizado no duele,
tampoco el miedo…
Carlitos Gardel en cucharilla de plata…
¡Hay que bailar!
Y eso hicimos la mayoría de la
pandilla. Tere y yo, Willy, Fernando, Rosa, Chito y Magui, Manolo…
Bailar con dragones color dorado.
Noche y día, alimentamos un demonio
por nuestras venas.
Años con la sonrisa muerta en las
pupilas y el corazón desbocado.
Anestesiamos amor y dolor.
La heroína funde tiempo y espacio.
Destruye toda ambición de ser...
Esa es su fuerza.
La heroína tiene un precio.
Hay que pagarlo.
Mala suerte y dolor.
Me río yo de las penas. Las narcoticé
todas.
Qué apretado rencor es el del
tiempo...
Bajo esta luz que arrastra mi mirada a
las sombras, mi memoria gira desenfrenada.
Los recuerdos se agitan.
La fotografía encadena mi memoria.
No sólo la constriñe a lo visto.
La melancólica emoción de lo
irrecusable se hace visible.
Y asumo mi culpa, esa de la que el
Ángel decía que los amigos éramos el alma.
Camino sin saber dónde voy.
Me pregunto si he pasado la vida
huyendo o buscando un imposible.
Siempre hay algo en común...
Sobre sombras rotas, libro un ajuste de
cuentas...
El amor y el dolor ante mí se besan
con su mismo triste sonido.
El primero en morir fue mi hermano
Willy y la primera en nacer fue su hija Nuria.
Una lección magistral de la vida.
Teresa estaba convencida de que éramos
jóvenes con alma de héroe y Fernando decía que vivíamos
desencajados en un estrato marginal.
Mi única disciplina era la misma que
hoy: hacer fotos.
Los amigos de aquellos días y nuestra
común odisea, congelados.
Éramos jóvenes. Ingenuos.
Irreverentes. Inquietos. Agitadores... Creativos...¡Larga Vida al
Rock´n´Roll!
Pero, para muchos de nosotros, nuestro
error fue que nuestra mística estaba anclada a una épica
destructiva.
En esta luz que anestesia el
remordimiento, renace el deseo…
Si pudiese me daba un homenaje.
Por matar el miedo soy capaz… Capaz
de cualquier delito.
Dragones de color dorado…
Dragones de color dorado… Sombras
rotas. Letras chinas. Farolillos rojos…
Me muevo hacia delante para atrapar mi
propio tiempo
Y el tiempo va siempre hacia atrás
De donde no se vuelve.
Alberto
García-Alix
de donde no se vuelve