miércoles, 30 de agosto de 2023

frente a un Caravaggio

 



Ritmitas de marea. Si por dentro me observaras, todo lo verías. Cada capa, estrato del delirio que me alberga. Varios libros no escritos, más allá de la dermis, albergamos, porque la Vida, cuando libre, es una loca. De las que no están medicadas. Una danza sin historial de la histeria. Yo no quiero ni enterrar, ni enterrarme. La lucidez es el rayo oblicuo que cruza tu pensamiento, derrumbando a mansalva, lo que a duras penas, a duras rabias, venías tú con ternura construyendo. Viene a crujir y a desdecirte. En la cúspide hace frío y en la mina también cuesta respirar. No quiero leer reseñas del naufragio. La decadencia es obscena si no te toca. Un lienzo puro que cuelga de un muro que se queda a solas al anochecer. No hay viento en los museos. No hay redadas en sus salas. Me encantaría pasear borracha por el Louvre o El Prado. Que me hicieran un control de alcoholemia frente a un Caravaggio. Señorita, usted no puede mirar este cuadro, usted es un tigre. O que me dejen quieta frente a un Bosco, para ver si bajan o suben los niveles de mi aliento. Y desaparecer en El Jardín de las delicias. Nadie se dedica a bucear en mi aliento más allá de las cunetas a las seis de la mañana fuera del Amnesia. Tantas cosas que medir en él. En mi aliento. Desidia, indignación, deseo, voracidad, extenuación, hambre, sed. Esta mujer está demasiado embravecida, aléjense hasta que pase. Y que le pongan mi nombre a un huracán. O a un terremoto. Esta mujer que no observe un Freud, ni un Schiele, ni un Goya, hasta que esté limpia y serena, como un mar tras la tormenta.    

viernes, 11 de agosto de 2023

mujer pimienta

 

el cuerpo es una galaxia


hubo una noche de calor líquido que rezumaba por las paredes y por mi piel, el ventilador a los pies de la cama hacía un barrido sobre mi cuerpo moviendo el aire caliente envolviéndome mientras observaba a un gato en el alféizar de mi ventana y sabía que la temperatura dentro-fuera era prácticamente exacta y sentí el mundo pequeño y caluroso y unido y prieto, no sé explicarlo. sentí que el mundo era una habitación claustrofóbica y quizá yo iba a salir de él. la luz era tenue y la luna azotaba el campo con su rabia honesta. por mi mente pasaron infinitas batallas y mi respiración se hizo profunda, como un pozo hondo que busca agua, más dentro, más más más. hice estiaje de todo el amor que albergaba y de las risas que hacen crujir los centros. y me sentí calma. plena. floreciente hazaña. pensé que a veces he sido un jardín ambulante y mis raíces han roto el suelo del salón de todos los males, porque lo mismo te arrastra un abismo que una pasión cuando lo que tienes es sed. y he sabido siempre que el dolor cuando no es sonoro no es menos dolor. y que mi mente no es del todo penetrable. y creo en el suero de las palabras cuando florecen libres y bañan las heridas sin saber de quién son ni cómo se hicieron. el asedio del deseo no es necesario. y no todo te recibe con un welcome. así que arded dioses, porque este verano trae los ojos de Ramón Lobo y el sueño del pasaporte de Leguineche. la raíz que se entrelaza pelea por el agua. a veces todo es ruido en las sienes. a veces el vacío es voluminoso. y la gruta del corazón tiene tu voz. soy sagrada. pienso. soy sagrada. escribo para mí y expulso toda la herrumbre. escribo para mí y me mezo en los bosques y en las olas. escribo para mí sin burocracia. lamo el envés de todos los asfaltos y regalo mi pecho al eco del alarido que me busque. escribo el manifiesto de la cornisa del alma. acaricio el contorno del impulso de quererme encontrar por dentro. tintas, pintalabios, musas y santos. suspiros y plegarias. veleros en mis lágrimas emborronando todos los mapas. estoy hecha de costas y danzas. una indonesia en mi espalda. me surcan volcanes dormidos. palabras en ruinas. poemas escritos en papel de fumar que solo saben a humo. pero nada importa para el adicto a la belleza. la que ensancha el mundo y le da sentido. el puño que atraviesa el capricho. la boquilla de mi locura. el colapso de la luz, los nombres no dados, las yeguas sin estribos. hubo una noche de calor líquido que rezumaba por mi vientre y mi corazón, hubo una noche que me volvió sagrada.