sábado, 21 de noviembre de 2009

desnudos de cuarto de hora




Cuando los jóvenes de Die Brucke se reunían -primero en la habitación de Kirchner, luego en la vieja carnicería abandonada o en la zapatería -, se dedicaban a pintar y a dibujar, pero también leían y discutían de literatura. Mientras pintaban escuchaban los textos de Wedekind, Strindberg, Verlaine, Rimbaud o Verhaeren y se sentían muy cercanos de los poetas expresionistas G. Trakl, G. Heym, F. Werfel y E. Lasker-Schüler. La inmediatez emocional de la expresión artística por la que abogaron muestra que su objetivo era "estudiar con toda naturalidad el desnudo, el fundamento de todas las artes plásticas", como recordaba Kirchner, y tanto las modelos, que no eran profesionales, como los artistas permanecían un cuarto de hora en una postura y, pasado ese tiempo, cambiaban. No se trataba de estudiar el modelo que se desnuda al modo de las academias, sino el cuerpo moviéndose en libertad. El grupo comenzó ahí, al amparo del espíritu del dibujo natural y de un campo de vibrantes vivencias y efectos alternos: los pintores aprendían de los modelos y viceversa; los artistas captaban lo psíquico y el inconsciente, los juegos de signos, en lo que denominaron el "éxtasis de la primera visión". Los llamaron «desnudos de cuarto de hora», eran apuntes rápidos, alejados de toda norma academicista que transponían la experiencia visual con la mayor viveza y espontaneidad. Estaban abiertamente contra el impresionismo; querían hacer un arte emocional y violento, directo, que tradujera sin intermediarios sus imágenes del mundo y sus sentimientos más profundos.

DIE BRÜCKE (EL PUENTE) EL DIBUJO VELOZ 
1910-1915 Expresionismo











 




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