Qué bonitos eran los duelos. Me suena que en los duelos cada duelista tenía un padrino... parecerían bautizos, bautizos rojos en vez de blancos. ¡Ojalá los duelos volvieran a ponerse de moda!... Me ofende usted, caballerete. Le desafío. Pistolas. A las cuatro. No falte usted. Maldito ganapán. Los preparativos se hacían en secreto y a escondidas, como se hacen todas las cosas importantes. El olor de la pólvora es mucho más puro que el del incienso. A las 4 y 5 hay un hombre malherido. Eso se llama puntualidad. Esos gemidos se llaman agonía. Un hombre agoniza virilmente... así quiero yo agonizar en tus brazos...
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