viernes, 28 de mayo de 2010

Roberto Bolaño

A medio hacer quedamos, padre, ni cocidos ni
crudos, perdidos en la grandeza de este basural in-
terminable, errando y equivocándonos, matando y
pidiendo perdón, maniacos depresivos en tu sueño,
padre, tu sueño que no tenía límites y que hemos
desentrañado mil veces y luego mil veces más, como
detectives latinoamericanos perdidos en un laberin-
to de cristal y barro, viajando bajo la lluvia, viendo
películas donde aparecían viejos que gritaban ¡tor-
nado! ¡tornado!, mirando las cosas por última vez,
pero sin verlas, como espectros, como ranas en el
fondo de un pozo, padre, perdidos en la miseria de
tu sueño utópico, perdidos en la variedad de tus vo-
ces y de tus abismos, maniacos depresivos en la ina-
barcable sala del Infierno donde se cocina tu Hu-
mor.

A medio hacer, ni crudos ni cocidos, bipolares
capaces de cabalgar el huracán.


Soñé que era un detective viejo y enfermo y que
buscaba gente perdida hace tiempo. A veces me mi-
raba casualmente en un espejo y reconocía a Rober-
to Bolaño.

Soñé que traducía a Virgilio con una piedra. Yo
estaba desnudo sobre una gran losa de basalto y el
sol, como decían los pilotos de caza, flotaba peli-
grosamente a las 5.

Soñé que la Tierra se acababa. Y que el único ser
humano que contemplaba el final era Franz Kafka.
En el cielo los Titanes luchaban a muerte. Desde un
asiento de hierro forjado del parque de Nueva York
Kafka veía arder el mundo.

Soñé que me enamoraba de Alice Sheldon. Ella
no me quería. Así que intentaba hacerme matar en
tres continentes. Pasaban los años. Por fin, cuando
ya era muy viejo, ella aparecía por el otro extremo
del Paseo Marítimo de Nueva York y mediante se-
ñas (como las que hacían en los portaaviones para
que los pilotos aterrizaran) me decía que siempre
me había querido.

3 comentarios:

  1. vaya


    Soñé que la Tierra se acababa. Y que el único ser
    humano que contemplaba el final era Franz Kafka.
    En el cielo los Titanes luchaban a muerte. Desde un
    asiento de hierro forjado del parque de Nueva York
    Kafka veía arder el mundo.



    pero esa parte es... uf, dímelo tú.

    ResponderEliminar
  2. esa parte es perfecta

    es inquietante

    demoledora

    y bellísima

    ResponderEliminar
  3. Esa parte es brutalmente bella.

    ResponderEliminar