jueves, 5 de agosto de 2010

Hacha y espada - Charles Bukowski

cruzar un glorioso umbral
en olor de multitudes
rara vez da
buen resultado. comer una manzana
a veces
lo da.

el hacha falla por un pelo
y rompe la chimenea de la
casa de una señora.
luego rebota,
te hiende
otra vez, ahí está,
sí, ahí
está
otra vez.

¿cómo empezar de cero?
¿un magnum del 44?
¿una lata de cerveza?
en el museo del dolor
no se cobra entrada,
es gratis como la mierda de mofeta.

de los prostíbulos de París
a las ferreterías de Pasadena
de globos aerostáticos
a minas de diamantes,
de gritar a cantar
de la sangre a la pintura
de la pintura al milagro
del milagro a la maldición.

la gente camina y habla
hecha trizas
trizas de gente cortada como
una tarta
acuchillada, ensartada y
deglutida.

estoy sentado en un cuartucho
escuchando un concierto de piano en la radio.
cada nota muerde,
pellizca; caes en el espejo,
apareces al otro
lado
mirando fijamente una bombilla.

Dios está sentado en Munich
bebiendo cerveza verde, tenemos que dar con
Él y preguntarle
por qué.

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