sábado, 30 de octubre de 2010

Pedro Casariego


Esta
vida
demasiado
plácida
me
extingue.
Estas horas
solemnes
sofocan
los incendios
imprudentes
y los papeles
en llamas.
Ansío el
terremoto particular
que alguien
me ha prometido.

Soy el hombre
delgado
que no flaqueará
jamás.

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