Hace mucho tiempo que intento vivir aquí,
en esta habitación que aparentemente amo,
con la mesa, los objetos indiferentes, la ventana
que se abre al final de cada noche a otro ramaje,
el corazón del mirlo late en la hiedra sombría,
el resplandor consume en todas partes la antigua oscuridad.
Yo también acepto creer que todo es aquí dulce,
que estoy en mi casa, que el día será hermoso.
Pero justo al pie de la cama está esa araña
(a causa del jardín) que no he pisoteado
bastante, y se diría que aún fabrica
la trampa que espera a mi frágil fantasma.
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