de faros ancestrales que parpadean en la noche cerrada y oscura de los mares perdidos,
de islas que muestran su contorno irreal entre la niebla,
de ojos nativos y aullidos que pueden no ser del viento,
del miedo en hombres acostumbrados a no tener miedo,
de costas de muerte y barcos piratas acechantes,
de libros prohibidos y playas desiertas o eso creíamos,
de puños que se retan en tabernas mugrientas,
de tatuajes borrados por el salitre.
de todo eso me hablaba tu cuerpo.
La última frase me ha hecho sonreír. Gracias por ello, y también gracias a joaquin por permitirme descubrirte.
ResponderEliminarUn saludo!
Dos blogeros me han recomendado que pasara por aquí. Me alegro de haberles hecho caso por fin.
ResponderEliminarUn saludo
La memoria de la piel es minuciosa y elocuente.
ResponderEliminarAmar es una aventura.
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