lunes, 15 de octubre de 2012

casi invisible - Mark Strand

e t e r n i d a d   p r o v i s i o n a l

Un hombre y una mujer estaban acostados en la cama. "Sólo una vez más", dijo el hombre, "sólo una vez más". "¿Por qué sigues diciendo eso?", dijo la mujer. "Porque no quiero que termine nunca", dijo el hombre. "¿Qué es lo que no quieres que termine?", dijo la mujer. "Esto", dijo el hombre, "este no querer que termine nunca".


a g o t a m i  e n t o   a l   a t a r d e c e r

El corazón vacío regresa a casa después de un atareado día en la oficina. Y qué va a hacer un corazón vacío sino vaciarse de vaciedad. Borrar lo imborrable requiere un esfuerzo mental, el empleo inútil de facultades ya sobrecargadas. Pobre corazón vacío, envejeciendo antes de tiempo, cómo se esfuerza por hacer lo que la mente le dice que haga. Pero el esfuerzo acaba en nada. El corazón vacío no puede hacer lo que la mente le ordena. Se sienta en la oscuridad, sueña despierto y el vacío crece.



c l a r i d a d e s   d e   l o   i n e x i s t e n t e

Haber amado como sucede en las horas vacías del atardecer; recostarse y concebir un viaje del que no quede ni rastro; mirar desde la casa y ver una figura que se inclina hacia adelante como contra el viento, aunque no haya viento; ver los sombreros de la gente del pueblo, tirados en momentos de pasión, desperdigados en el suelo, aunque no pueda verse el suelo. Todo esto en la imprecisa luz amarillenta que desciende en la hora antes del anochecer; nada de esto tiene valor excepto por el placer que proporciona, agrandando un instante y finalmente haciéndolo parecer verdad. Y años después toparse con la misma escena -la figura inclinándose contra el mismo viento, los mismos sombreros desperdigados sobre el mismo suelo que no se puede ver.

1 comentario: