viernes, 9 de noviembre de 2012

naturalezas muertas o amor




N A T U R A L E Z A S     M U E R T A S

Estamos hechos de carreras que se dejan a la mitad por esprintar demasiado y de curvas tan cerradas que se convierten en cintas de moebius, y ya no sabemos si íbamos o veníamos,  como bajo el agua, que crees que subes hasta que te revientan los tímpanos.  Esto es sólo una enorme Sagrada Familia repleta de andamios y puntales, que siempre andamos retocando, fastidiando la foto perfecta, el dichoso foto finish que dirían algunos, con nuestra ansia de perseguir horizontes y otras cosas que nunca se alcanzan. Almacenamos un blues y fotos rotas que nos da miedo tirar. Pequeños Diógenes incorporados que nos llenan de daño y remordimientos.
Nos decimos en flujo interno: pero qué tristeza, joder.. Como si la vida fuera un día de pesca y nuestras redes estuvieran rotas desde el principio, y aún así, nos echamos a la mar, no inocentes pero sí ilusionados. Alma de feriantes y trileros, con circo sin animales y con acróbatas muertos.  Mirándonos en espejos que nunca se han roto y soñando pieles que nunca se han sudado, así se rompen las líneas negras de esta plegaria que nunca sirvió. Pensándolo bien no  hay ni equipaje, sólo rabia, raíces y fiebre. Arrancarnos de la tierra se complica cuando ya somos naturalezas muertas y estamos hechos de miedo, parches y estómagos de paja. Somos como esa página de bloc agujereada en quinto curso de tanto borrar y volverlo a intentar. Y es entonces cuando nada nos inspira más que la pérdida y el escenario apocalíptico de un adiós y decidimos que el pasado es un buen miembro con el que masturbarse. Deambulando por los pasillos, descalzos, clavándonos los ayeres cual fakir triste que no aprende a soportar el dolor.  Y así pasan los días, como páginas de un libro sin letra, sin la furia necesaria, dejando bailar ante nosotros otro abismo, imaginando el salto, imaginando la carrera que antecede, la potencia, el talón despegándose del suelo. La tensión en el gemelo, los brazos que muerden el aire y todo para acabar en el mismo sitio. Sin tren, sin salto y ya casi sin abismo.   
Y el hibiscus vomita otra flor en la terraza y los relojes blandos de Dalí como una amenaza del tiempo que se escurre por el sumidero. 
 

( O    A M O R )

He pensado en la tensión de los arcos y las flechas como metáfora del deseo. Cuando vi tus ojos, exactamente cuando vi el brillo en tus ojos, ese brillo capaz de romper oscuridades, me vi perdida. Porque ya necesito ser la punzada que cruza tu carne y tu sueño para así sentirme viva, porque ya necesito amarte ansiosa y desaforada y deshacer las tormentas en tu cabeza. Necesito mi ansiedad, que ya soy yo, como un cuerpo latiendo dentro de otro cuerpo mientras se me rompen los espacios que ansío gobiernes con tu mirada. Y aunque después el dolor, como un flexo que se encorva en mitad de la noche, venga a buscarme con  su luz enferma a derrumbar mis sueños de piel y violencia cuando son lo único que tengo, te digo que no me importará porque contigo me late música por dentro cuando todo es silencio, cuando todo parece sencillo, hasta morir.

5 comentarios:

  1. Siempre que entro en tu blog y suena Johnny Cash me derrito. No puedo evitarlo.

    :)

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  2. ha sido como leer un resumen de mucho de lo que te he leído. me quedo con ambos, pero sobre todo con el primer texto. un abrazo

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  3. Me gustó más el segundo texto, un placer pasar por acá.

    Beso

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  4. Es necesario el dolor, para comprender. Un abrazo.

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  5. Es un texto espléndido, de esos que acanalan la piel y socavan muy profundo. Un abrazo y gracias por esta prosa que acompaña mi primer café humeante de la mañana

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