martes, 8 de enero de 2013

L'avalée des avalés - Réjean Ducharme



"Je suis seule. 
Je n'ai qu'à me fermer les yeux pour m'en apercevoir.
Quand on veut savoir où on est, on se ferme les yeux. 
On est là où on est quand on a les yeux fermés: 
on est dans le noir et dans le vide."

Yo estoy sola.
No tengo más que cerrar los ojos para darme cuenta.
Cuando se quiere saber donde se está, se cierran los ojos.
Estamos donde nos encontramos cuando tenemos los ojos cerrados: estamos en la oscuridad y en el vacío.




Mi padre era un hombre como tantos otros. Un perro que mordía su vida perra. Surcado por unas arrugas que nada decían de su cara salvo para gritar la edad que las había cavado. Tenía una expresión como de hola y adiós, como de un eterno y sencillo mediodía, mermado por un puñado de tiempo. Su frente se extendía hasta el día siguiente de su barbilla donde el cuello se aferraba desesperadamente a unos hombros ventrudos.

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A ti la dama, la audaz melancolía, que con grito solitario hiendes mis carnes ofreciéndolas al tedio. Tú, que atormentas mis noches cuando no sé qué camino de mi vida tomar... te he pagado cien veces mi deuda. De las brasas del ensueño sólo me quedan las cenizas de la mentira, que tú misma, me habías obligado a oír. Y la blanca plenitud, no era como el viejo interludio y sí, una morena de finos tobillos que me clavó la pena de un pecho punzante en el que creí, y que no me dejó más que el remordimiento de haber visto nacer la luz sobre mi soledad.

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No intento recordar las cosas que ocurren en los libros, lo único que le pido a un libro es que me inspire energía y valor, que me diga que hay más vida de la que puedo abarcar, que me recuerde la urgencia de actuar.
Sólo encuentro momentos verdaderamente felices en la soledad.
Mi soledad es mi palacio. Ahí tengo mi silla y mi cama,
mi viento y mi sol. Cuando estoy sentada fuera de mi soledad,
estoy sentada en el exilio, estoy sentada en un país engañoso.

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Tengo accesos de locura. Tengo épocas de realidad. La locura no es sinrazón sino fulminante lucidez. Durante esos instantes de fulgor, el pensamiento se adueña del asunto, el espíritu agarra la materia y la doblega, la fuerza anímica se aplica de lleno en cada acto. Cuando he interpretado de Aricia con Céline, estaba loca, era Aricia. Cuando tengo mis accesos de locura, mi vista se intensifica, solo veo lo que yo quiero ver. Yo odio. ¿Dónde clavar mi odio?¿En qué fijar mi odio? Cuando me vuelvo loca, difícilmente sé que nada pueda ser considerado responsable de mi tortura, que esto no merece mi venganza más que aquello. Elegir está descartado, se convierte en imposible. Pero un odio tiene que determinarse. Mi odio se orientará, como un pájaro. Odio sin distinción, al instante, todo lo que se apodera de mis sentidos o de mi imaginación. Todo lo que de forma abrupta se materializa es odiado. He odiado un ángulo agudo con tanta ferocidad como los griegos odian a los turcos. ¡Yo no me opongo a que se odie a los griegos! A lo que me opongo, es a que se considere sinceramente justificado odiar a los griegos. Es un sofisma. Los tecnólogos aferrados al odio, los auténticos magos de este arte, no buscan excusas...


Léolo , descarnado y violento poema cinematográfico dirigido por Jean-Claude Lauzon.



3 comentarios:

  1. Cuando estoy sentada fuera de mi soledad...
    y los árboles fustigados por el viento.
    fuerte abrazo.

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  2. Altísimo lenguaje. Pero me fascinó eso de cerrar los ojos para saberse...Un abrazo.

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  3. *con once meses demorados... (entonces, hospitalizada...) se cuela la refrescante reflexión "no es en los riñones donde nos duele, sino en el alma"
    acaso, ni ya el alma goza.
    solo solo solo solo, con Chamomor...!

    grande abrazo. Muy grande!!!!

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