jueves, 18 de abril de 2013

Textos para un forzudo - Angélica Liddell


LOLA: A veces, cuando miro a los niños, sus rostros envejecen de pronto.
Saben que he vivido muchas guerras, saben que he muerto cientos de veces.
Pero incluso con la cabeza cortada te dedicaré mi último pensamiento la próxima vez que muera.

GETSE: Ojalá no se disipe la niebla en el trancurso de la batalla.
Así podré caminar errante, como las sombras,
y tropezar con alguna lanza que me atraviese de parte a parte.
Inocentemente. 
No quiero que me mates a propósito.
Quiero que la persona que acabe conmigo sea inocente, completamente inocente.
Conseguiremos arrancarle lágrimas al hierro.

LOLA: Y tal vez nos pase por encima un carro de combate mientras estamos durmiendo en el camino.
Porque hasta ahí hemos llegado.
Porque nos alcanzó la desesperación fulminante en mitad del camino.
Porque no tuvimos nervios para llegar a casa y nos derrumbamos en el camino.
Y nos quedamos dormidos en el camino.
Sin saber que por allí pasaban carros de combate
que nos aplastarían en mitad del sueño que cualquier hombre se merece.
Después de haberte conocido estoy preparada para el fin del mundo.

GETSE: Te echo tanto de menos que aunque alguien se detuviera frente a mí y me hiciera señales, yo no distinguiría nada, nada. Pensaría en ti y pensaría en ti. 

ANGÉLICA: Un hombre sólo necesita fuerza para comprar un clavo y un trozo de cuerda. Si es capaz de salir a la calle a comprar esas dos cosas ya puede ahorcarse. Ésa es la base de toda esperanza. 

FORZUDO: Amar tanto para morir tan solos! Amar tanto para morir tan solos! Amar tanto para morir tan solos!

3 comentarios:

  1. Sobre todo para eso. Mucha fuerza.

    ResponderEliminar
  2. Yo voy a empezar ahora con un libro de Liddell que tiene este perro-poema:

    "EL PERRO

    Soy un puto resentido y un puto inadaptado.
    Soy un puto actor que hace de perro,
    por una puta vez en su puta vida,
    después de las cucarachas,
    en un Teatro Nacional
    porque un perro cobra más que un puto actor."

    ResponderEliminar
  3. Maravilloso escapulario, Miss. Hace meses que sigo ésta bendición de lugar. Bálsamo para que los perros callejeros nos lamemos y relamemos las heridas.

    Te agrego, te admiro y podría vagabundeperrear por esta calle de azuluz hasta el infinito.

    Mis respetos, Ícaro.

    ResponderEliminar