miércoles, 27 de noviembre de 2013

elogio a la pérdida de tiempo






















                                                                                ...confirma mi sospecha
de que sólo en los extremos
habita lo real
Roberto Juarroz

deja que afloje el alma un momento
rompe las hebillas
haz del residuo de un temblor, partitura
y empuja fuera de ti la realidad agobiada
como en un parto salvaje de muerte instalada en lo profundo

deja de embalsamar la carne -que aún late-
antes de tiempo
en cinco metros cuadrados que inventan tu destierro,
y muerde aquí en la carne roja que te ofrezco

déjame ser la hierba de tus noches descalzas
que siempre nos quedan sueños
y del uniforme de la sábana que nos cubre haremos patria

entona el aleluya de la ferocidad de tus restos
transpira los momentos que nos quedan
y olvida la máquina que nos crece dentro

no ves que existe una marea en nuestras venas, 
no sientes la calma penetrando en un buen rapto de los sentidos?
para qué el hidrógeno agresivo? para qué estrellarse donde no es mi cintura?

te quemas? te derrotas?
lo diestro que albergan las manos
lo tiene el alma de inexperta
siempre el otro por dentro, un sendero con maleza

aquí los cabellos, aquí la piel, así la ropa.
pero dónde el miedo y el llanto invisible de las noches a solas

cómo el hambre que no sacia alimento?

el pasado, 
fardo de intentos fallidos
demos el golpe en la mesa
callemos todo lo que trae el ruido

que sé de tus extremos
y defiendo tus heridas
cuando las horas te pasan por encima como un castigo

y ahí, cuando la urgencia y la ansiedad se froten las manos,
déjate, aguarda,
se nos romperán las cuerdas y estaremos a salvo.


sábado, 23 de noviembre de 2013

canto del reincidente




























Siempre vuelvo a ti
en realidad, no parto.
Hay algo imantado en las pieles,
algo más que envoltorio de las entrañas,
que hace del cuerpo mapa y laberinto,
vasallaje romántico,
resquicio hermoso,
cornisa dulce con sabor a salto.

La obscena liturgia del adiós,
la de los cuerpos desprendidos
en mitad de la calle,
en forzada erosión de uno mismo,
mares que se arrancan de cuajo,
rabias aferradas en la rendija de los suspiros.

Los aeropuertos que huelen a escepticismo
al extraño mañana que arañamos en la mente
con la pólvora de los sueños sin filtro,
disparados siempre por dentro.
Hembra que escarba tu deseo,
y hurga el latido a tu lado.

Animal y promesa de vida,
así me entrego.
Rostros tropezados en desespero.
Rastro violento el que dibuja la tensión del gemido
eyaculando miedo,
vaciándonos,
tú, cuerpo quebrantado, horizonte de mi ocaso
tú, con los sentimientos extendidos, descuartizados,
buscas sendero, cobijo y tormento,
mientras yo, me fundo salvaje en tu suelo.
 
vuelvo y revuelvo,
resaca en tu orilla, 
a tu ausencia me enfrento,
lenta e incansablemente furtiva,
acunando tu recuerdo, pura geometría,
así tu brazo, así cruzabas las piernas,
así tu gesto, así la luz,
la tarde entrando por el balcón,
la plaza con sus sonidos,
la noche prendida a los ojos,
las risas, el vino, la vida.

Predadores capturados
e inconsolables.
 
No me cicatrizas,
siempre eres mi daño. 
El desafío de la herida.


lunes, 18 de noviembre de 2013

pornografía emocional



con esta pornográfica expresión
con palabras como llagas que llegan triunfantes
para dejar de mover los labios y no decir nada
que no son escondites los poemas
ni esculturas
ni manantiales de obsesiones,
que son burdeles privados, burladeros sagrados
donde nos curamos el desasosiego
y nos abrimos de vez en cuando

tapizada con la callada histeria que provocan los derrumbes en el pecho
me traigo, así, sin euforia,
cuando el calor es un hielo
y en la bocanada de penumbra que te asola
encuentras un cruzar de piernas infinito
y un malestar divino de estar canalizando,
de algún modo,
impurezas del destino.

cuando no entiendo los signos
de la noche eterna y el delirio
paños fríos y sentimientos descalzos,
barrancos dentro de uno mismo,
entonces
dime oración
dime acero
dime cuánto de fe o de miedo alberga el rezo
y dame el dolor en el costado del jinete que cae herido por el hierro
y tráeme el fin del mundo en el bolsillo esta tarde
y gástalo conmigo
aunque ya no sea la hora
cuando el calor de la sed
cuando el vaso lleno
cuando los accidentes hermosos de la carne
cuando no existía el tropiezo
era otro siglo, era otra vida
se ensancha la fragilidad a destiempo
en constelaciones de heridas y ladridos

me voy a desbaratar en el lenguaje febril
y me voy a curar hasta enfermar en él  
a destajo, 
en un juego de prendas donde ando perdiendo
desnutrida en cada verso,
desmayada en cada verso que ha de venir manchado
que sino no me lo creo
desbocada en tu jardín, 
desanudándonos los restos.
abriéndonos la boca y el alma
y desechando el atrezzo
pues ya cansan los panales de miseria en la mirada

que si al poema no se viene a morir
jamás se sale de él con vida.


miércoles, 13 de noviembre de 2013

pacífica, terrible e incurable



































Yo también tengo miedo en ocasiones
Yo también me desconozco en esta palmaria claustrofobia de nubes altas
y pulmones pequeños
Yo también pierdo el equilibrio en los cambios de rasante de tu cuerpo
horado túneles en tus ojos y busco con furia, a tientas con los labios,
luceros prometidos en alguna ocasión triste

Yo también me hundo en un llanto y me trago un domingo inclinado
y tuve un amor sostenido en andamios
y me sentí transparente, permeable al dolor y me cavé con las manos un búnker en el alma que ahora se llena de polvo por deshabitado

También me lavé el espanto con agua sucia
cuando me sentí contagiada
pacífica y terrible
incurable
cuando los deseos cumplidos sabían a maldición
cuando para volverme loca me bastaba una mala tarde

(Sabes que las mujeres se visten de farsa
y lucen hermosas, eternas y vibrantes.
Desnúdalas, lo están gritando).
 
No sé qué haré con los mares calientes y los navíos que nadie gobierna
que me recorren por dentro
Supongo que abandonarme en tu marea
porque ni con el exceso de nostalgia
ni cuando se queda la calle quieta
soy capaz de ahogarme
Y mira que la isla se vuelve boca que te engulle
Y mira que hay que tomarse el amor ardiendo
antes de ser esculpidos en la devastación
antes de las reclamaciones en la ventanilla del arrepentimiento
antes de que me llegue el miedo a que no me muerdan
antes de que estalle la herida
como un animal que duerme siempre
y de pronto te ataca

Sé que estrené la ternura contigo
el vicio, la rabia y las ganas de ser otra.
Rieles húmedos, los que me regalas,
vías a las que me lanzo
tan temeraria como esquizoide

Hazme viva y destroza el momento
En mi condición de hembra aturdida
te hago norte, alambrada dulce y hombre.


viernes, 8 de noviembre de 2013

placebo, magnolias y tu mirada



Te he dicho que eres inevitable
que se me desviste el cielo de pieles que arden
que atravieso tu desvelo como un herido que cae a tierra
Y de repente el silencio que contienen las respiraciones
que ya lo han dicho todo
que se agotan
que se vacían
 
Te he dicho que me violentas con el golpe de mar que albergas en la mirada
que en mis caderas trincheras te aguardan
que te hallo en el poso del café de la mañana
cuando se me desnudan versos en las manos
que me dictan temblores en la espalda
 
Te he dicho que voy a escanciar el vicio
como si fuera vino sobre tu alma
Que huiremos del deterioro de los cuerpos
haciendo mella en nuestras calmas
Te he dicho que esnifo el momento
porque en él vivo anclada
Que te llevo prendida
que te velo con carne al alba
 
Que de mi cuerpo pretendo intoxicarte
y hacer de él, para ti, emboscada
que siempre que te pienso anochece
y que me he visto morir cientos de veces
que no quedan besos tiernos
ni deseos tibios
ni flores
Que se me agita una yegua oscura en el corazón
y que envueltos en bramidos
haremos de nuestra enfermedad 
bastión.

nací derrota
sueño de necia
muerta de frío
con ciudades raras en el estómago 
intenté aprender de lo inexacto
de las líneas ilegibles de mis manos
aullaba escondida en el relámpago
con un espejo sucio y pañuelos blancos. 

extraviada en el viento
deslucida y cruda en el cansancio
tarareando la melancolía
lánguida y humeante, 
escribiendo el bosque,
vistiendo a la bestia de poesía

y te he dicho
que en el peregrinaje hacia la desesperación
nos encontramos
nos estrellamos
nos devoramos
escupimos palabras que fueron gritos
y que hasta este día
carecieron de significado
y que no es placebo este dolor si me sangra
porque el fuego nunca arde equivocado.