sábado, 19 de julio de 2014

valkiria

 


Llueve el calor de los cuerpos y la carretera te regala esa borrosidad tan cinematográfica que lo envuelve todo de onírica capa lynchiana.

Porque a mí me latía el corazón bajo el vestido
Porque a ti te latía el corazón entre las piernas
Fenómeno coronario lo nuestro, guerra de dioses pequeños que se baten en la tierra.

Y el pulso eterno contra la gravedad por enraizada en la memoria de la sangre.
En el recinto del drama todos alabamos al frío que nos busca en harapos, la humedad en los ojos, el honor del destrozo desnudado y lo déspota del hambre en el hombre.

Me duele tanto soñar como estar despierta y sé que la congoja es un puño cerrado que grita dentro.
Se contrae el horizonte mientras huye de un mar sin naufragios, porque qué sería del amor sin sus náufragos, sin sus privados holocaustos.

No somos nada sin nuestros epicentros estallados.
Nada más que travesías por el desierto entre encuentro y encuentro.
No muta el dolor, todo son lanzas cuando se ama demasiado desarmado.
Con la piel vuelta, acércate. Con las sienes incendiadas, temblando en el calor, con la ropa sucia del que viene de algún lado.
Que con la delicatessen de los perdedores que se tejen y destejen en sus propias telas de araña y con el “éxtasis de la primera visión” fundiremos el asfalto y abriremos cielos de carne con las manos.

A veces me zarandeo a mí misma y me pongo a pensar y a suturar abismos.
La eternidad es sólo decúbito supino, dices, y ahora simplemente quiero caer de pie.
Y ella, que soy yo, te contesta que sólo piensa en amar la vía que tritura su vena y la alimenta de ti. Y que se sostiene en la obsesión del caos que dicta la caligrafía de los cuerpos alborotados en los accidentes que son las camas. Que busca las trampas de tus fauces, y que en la loca álgebra de las pieles sueña ser tu valkiria cuando caigas, una y mil veces, una y mil veces.

2 comentarios:

  1. El calor a veces nos hace ver oasis con mensajes en botellas cuando solamente hay un asfalto de chicle a 50 grados.

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  2. todo comienzo es un final disfrazado de oportunidad...

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