miércoles, 29 de abril de 2015

con tinta, en papel sediento



































En las palmas de mis manos vienen marcados los surcos/caminos.
De ellas también mana la urdimbre del vocabulario del ojo,
para empuñar mis recuerdos tramposos sobre la hoja,
o abrirme por dentro y hacer autopsia de la pena y sus escorias.
Con la luz restada de la tarde, desembocarme,
enjuagarme el tiempo perdido,
en mares misteriosos que brillan como los labios, como la locura.
Y escucharme, por dentro.

Y así decirme, con tinta, en papel sediento,

Que

consideré los cuerpos ciudades, me adentré, 
errando calles,
confundiendo trazados, 
alabando arquitecturas.
Emborrachándome en ellos. 
Lamí sus tugurios. 
Fui vaho en la madrugada de algún coche. 
Desperté varias veces. 
Limpia y plena en ocasiones. 
Amnésica y rotunda en otras. 
Amé las resacas y me dejé conmover 
por las palabras y gestos en oscuros callejones. 
Me infecté de profundidad. 
Reina bipolar, 
roca en la paciencia, 
pluma en el fuego. 
Olvidé mi densidad y me atravesaron huracanes, 
cíclopes de lluvia envenenados de ego. 
Esponja, hembra, 
tan tóxica, impura 
como niña despeinada en tus campos.
Me aferré. 
Desnutrida y lírica. 
Incansable, extranjera en tu carne.

Hurgué cavé en el corazón, 
flirteé con mi propio desprendimiento, 
la idea de no volverme a mí misma. 
Yegua sacrificada, 
desdibujé tus lindes y emergí del dolor, 
de las ruinas, 
de los glaciares que nacen de un adiós.

Me desfiguró la congoja de sentirme perdida por un momento.


Contemplé la grieta e imaginé la fuga del amor, 
como un idioma que desaprendemos de no usarlo, 
como un cántaro de dicha líquida golpeando mi propio suelo. 
Con el vientre exaltado, 
delinquiendo con saña en mi hondura, 
apreté la mandíbula, 
improvisé itinerarios en avenidas incendiadas y desconocidas, 
y me revelé de nuevo aprendiz y tropezada, 
reconociendo la vida un esbozo constante. 
Desplegué el arrecife, prendí hogueras, 
escuché mi pulso acelerado, 
toqué pie en mí misma. 
Y volví a respirar reconciliada con el animal que me habita.




jueves, 23 de abril de 2015

Gabriel Ferrater

 






(...)

quiero apuntarte tres o cuatro dichos

(pocos más he encontrado)

que digan la verdad. Mujeres y hombres

componen todo el mundo.

Muy simple, me respondes. Mas recuerda

el mito de la cueva.

Quien sólo muro ve, fiebre de sombras,

no sentirá a su lado

el inocente tacto que le tiende

alguna ciega mano.

Mujeres y hombres. Nudos. Y lo oscuro

de una tarde muriendo.

En la cueva se puede vivir, Julia.

Mejor, si no hay recuerdos.

Pero al crecer te crece la memoria.

Mira que crezca bien.

Que no la tuerzan miedos. Que no sangre

por un injerto cruel.

No escuches a quien te hable de egoísmo:

has de saberte amar.

Y si tiemblas un día (he de decirte

que un día así vendrá),

y te ves lejos de hoy, recuerda: tuyo

es alto cuanto das.

Así ya sabrás dar sin pedir prenda,

como los buenos dan.

Y sabrás recibir, como mereces,

un don sin trueque alguno.

Ciegos, atamos, en la cueva, Julia,

fuerte el nudo del mundo.


*


"Por cierto: dijo el doctor Boada,

que es vuestro médico y el mío,

que a un temperamento como el mío

le daba miedo recetarle

morfina, no fuera a habituarme.

Me pareció muy curioso

el 'nosce te ipsum' forzoso:

quiero decir que supe cómo piensan

los médicos de quien hace poemas."


("Poema inacabado", fragmento)


*


"La tierra gira y las mujeres duermen"


*


Tantas paredes entre tú y yo. La añoranza, exhausta, no llega hasta ti. No ve cómo se te va haciendo vida, en lugares y en momentos que son verdad intensa, no deshechos como su desesperación. Perro pródigo de confusión brutal, se lanza a revolcarse por el polvo de un verano sin remedio.


*


Fe

La tienes en tus brazos.
Duermes, y la sueñas,
y sabes que es un sueño
todo lo que ves de ella.
Y el corazón se te arranca,
tiembla de fe.
Solamente una cosa
que le propones
te da prenda
de que te querrá despierto.
Conoce que es un sueño
lo que le dices de ella,
pero que por debajo
del sueño, es ella
la que tienes en tus brazos.


*


Si puc


Alguna cosa ha entrat

dins algun vers que sé

que podré escriure, i no

sé quan, ni com, ni què

s’avindrà a dir. Si puc

te’l duré cap a tu.

Que digui els teus cabells

o l’escata de sol

que et tremola a aquesta ungla.

Però potser no sempre

tindré del tot present

el que ara veig en tu.

He sentit el so fosc

d’una cosa que em cau

dins algun pou. Quan suri,

he de saber conèixer

que ve d’aquest moment?


*


Sabers


Pujo l'escala del metro

de pressa, que se m'ha fet tard.

Ja fa mitja hora que tenia

una altra escala per pujar.

Em sobta i m'atura la vora

del buit, a l'esglaó darrer.

Marco el pla de cames que passen,

amb els ulls, com amb un nivell.

Cames que caminen pel vespre

com per un vague despoblat.

Què en saben, les còmplices càndides,

del gran joc que van entrellant?

Dones absortes consideren

que potser algú els ha mentit.

Les que van negres, ja serenes,

no saben a qui van mentir.

Els homes que baixen dels cotxes

coneixen els licors amargs.

Tres noies van juntes per riure

i saben només que han plegat.

Tothom sap pensar alguna cosa

d'algun diner, ínfim o gros.

Respiren tots. No tots recorden.

Jo sé on és el teu cos.






sábado, 18 de abril de 2015

poema drenaje



Soy la que habita esta malpagada soledad que llena todos los estadios de mi alma.
Eterna aleación de la hembra que vuela y naufraga.
Me estrecho para atravesar los domingos sin que me vean
de puntillas, insonora, indolora, como la nada.
Hago cuenco con mis manos, por si las lágrimas,
que luego vienes a pedirme la sal.

Traes tu voz calmante, para la desnortada niña que me vuelvo de vez en cuando,
que las hojas muertas borran los caminos de regreso
y cuando me nublo no me sirve ningún sol.
Traes el poema drenaje,
el deseo amplificado en tu mirada.
Toda mi extensión para ti, tan señalada de abismos y alambradas.
Hinchados de suspiros para respirar en los fondos
en la belleza submarina de algunos versos
que no se sabe si eran sangre o eran yodo.

Fabricar huidas y dejar atrás las costumbres,
sus manicomios, sus maromas.
Volvernos carnada,
dulce señuelo que pliega cual abrigo su coraza.
Intentar romper el día, partirlo como una baraja,
hallarnos en un punto impreciso pero precioso.
Sellar la noche en nuestros cuerpos
Un altamar del vicio hecho con nuestros restos
y que nos nazcan líricas branquias.

Sernos
Encerrarte en mi boca
y que el poema conspire bajo tierra
y eyacule cantos extremos
y árboles que serán ataúdes o libros.
Dueños de nuestra propia gangrena.
Con crayón darte mis más obscenos colores,
justo cuando las ideas en mi cabeza me ensucian la boca.

La aventura de la conversación que caliente el futuro de la próxima media hora,
las arrugas del mantel
augurando el oleaje del vino en la habitación
que ya se esculpirán mañana los fracasos de este momento,
ya volveremos sin remedio al mar de los sargazos
y a los lamentos.

domingo, 12 de abril de 2015

más o menos eterna
























19:47
cicatrices/cremalleras, almacenes del dolor.

Derramados de llanto y placer. Nuestros momentos horizontales
simbolizan vuelos, huidas dentro de una pausa distinta, de demora dentro de nosotros.
Tú en mí, yo en ti. 
Tenerte es una plaza con sol. Es entender el verbo y su néctar.

Gajos de esperanza en las miradas. Y los renglones de tus muñecas, ríos azules de hermosa pulsión en los que ir a la deriva es vivir amarrada y ciega a un timón. Dibujarnos en la tormenta y reconocer que el amor es una borrachera, más o menos eterna.

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