jueves, 28 de julio de 2016

en la quilla de nuestros desiertos























Hubo un momento en el que no nos dimos cuenta. 

Nuestras vidas llenas de coches mal aparcados

y allí los dos,

con los bolsillos vacíos

pero el deseo intacto,

como un perro que no deja de morder.

Tatuados con la ansiedad infinita del insaciable

Borrachos en la quilla de nuestros desiertos,

imaginando saltos, sed y rabias,

como dos salvajes

desaprendiéndolo todo.



Esculpiendo epitafios cada media hora,

olvidando lo que quisimos ser,

esnifando el delirio el uno al otro.

Llegando siempre los últimos.



La cicatriz que deja la nostalgia

es como una carretera sin fin

y a ninguna parte.

Y el pasado como un campo sembrado

de noches y carne caliente,

pero nunca te viene de frente cuando te sientes vivo.



Los buitres siempre habían picoteado nuestra puerta.

pero anclados,

presos del síndrome de Estocolmo,

del no querer salir el uno del otro,

no nos dimos cuenta.



La fuerza del gesto como coartada

y la brújula en el corazón tan rota desde siempre

nunca fueron el síntoma.



Llegaría el día en que dejar de explorar tu escalofrío

sería un hecho.

Arrancados del lienzo del propósito.

Islas repentinas, tú y yo.

Con todas las caricias expropiadas,

Sin saber ya quién ser bajo la ropa.



La abstinencia de libar de tu insomnio.

Tú, cigarrillo que ardías en mis labios,

bordando el colchón de fuego.

Yo, ululando contigo, para ti

junto a ti, sobre ti, debajo de ti.



Ex navegantes de nuestras grietas.

No nos dimos cuenta

y no supimos hacerle un puente a la desidia

y arrancarnos del punto muerto.

El llanto que migra por nuestros cuerpos

cargado de sales y especias,

inició el recorrido inverso,

y cómo nos sudaron los ojos…



Nos buscamos el pulso,

y sacamos a las diez de la noche la basura

y un harem de posibilidades suicidadas.



Y ahora,

una página en blanco para el desahogo,

-como la bandera del rendido

o como el que te brinda un pañuelo

en mitad del llanto-

nos viene encañonando,

y esta sí viene de frente. 






*título inspirado por una canción de A.Stanich








4 comentarios:

  1. Ninguna cicatriz lleva a parte
    alguna.
    Ninguna combate un atisbo de nostalgia.

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    Respuestas
    1. la cicatriz suele anclarte al momento del dolor
      pero mientras todo es herida el camino se hace eterno

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  2. El hilo del tic tac con el que te cosen
    Un gusto leerte

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  3. La cicatriz que deja la nostalgia
    es como una carretera sin fin
    y a ninguna parte.

    Aplausos

    Saludos desde el sur argentino

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