Eran maravillosas, toneladas de poesía derramándose en
aquellas fotografías. Usarían un programa o había personas a jornada completa
emborronando el rostro a otra gente. Venían cargadas de una ingravidez puesta
en pausa, un sinfín de travesías a ningún lugar definido que me reconciliaban
con algo que suele bramar por dentro y que no sé nombrar. Tan lejos de la
impostura. Tan desapercibidas, me invitaban a explorarlas, a perderme en los
detalles más nimios.
Quise encontrarnos en alguna. Detrás de una cristalera sucia
compartiendo una focaccia deliciosa o en la terraza de La lupita con las risas
y los nervios cubiertos de niebla. Poder vernos desde fuera.
Reconocerme en cualquier Salomé de arrabal, tan sedada de
realidad, ajena al tráfico y sus zumbidos, apropiándome del fulgor de tu piel
cuando se me acerca, toda yo chatarra y emoción, sí, pero tan dichosa,
filtrando toda la luz, lejos de la rutina y sus vendettas.
Reconocerte por el gesto de tus brazos, así cuando caen
serenos mientras fumas y descuartizas las penas a bocanadas. O en tu andar,
reivindicando la calma y el error. Tan nosotros, felices en los márgenes,
fabricando cicatrices y momentos salvavidas al mismo tiempo como maniobra de
distracción, y siempre con los rostros emborronados sin dejar rastro más allá
del perímetro de nuestros cuerpos.
Podría ser, perfectamente, el guión de "smoke"
ResponderEliminarO de..
Es un placer volver a meterme en tus líneas.
ResponderEliminarUn beso.