jueves, 22 de junio de 2017

Oxígeno y café


























Navegamos el veneno
como ebrias estrellas de mar
que sueñan un camino de tierra
y un sol brillante y doloroso
que venga a secar toda la humedad
que no nazca del desgarro
Llegar a casa
y recorrer descalza su suelo frío
Desnudarme de escombros sin tregua
remorder el momento
como centinela de tu carne
Detenerme
Escribir un poema honesto y vulgar
que gima azafranes y tristezas
en algunos versos
y el resto sea un derrumbe lento
del edificio melancólico que construyen
las noches y las manos
cuando solos, nos devolvemos a la vida
Unos versos que se olviden rápido
pero sanen algún pedazo
mientras arrancan nuestra maleza con virtuosismo
y hacen banquete de los restos
Inventarle otro nombre a la distancia
-ese hilo quebrado-
y nunca albergar sentimientos tibios, domésticos, imperceptibles
Escalar una vez más tu espalda
antes del linchamiento en cobres y fugas
que son los recuerdos-avalancha
Y en el maremoto de la carne, cuando es lágrima excitada, exhibir los miedos,
claudicar hermosos
Tocarse y romperse
sin censuras ni matices
sacar del pecho el rompeolas
sin pretender más éxito
que el de aliviar al mundo


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