domingo, 30 de junio de 2019
noches fieras
lunes, 17 de junio de 2019
Antonia Pozzi, manantial de tristeza y abismos
Cada quien la propia tristeza
se la compra donde
quiere
también en una
tienda negra
austera
entre libros polvorientos
que se liquidan a precios rebajados.
PAUSA
Me parecía que este día
sin ti
tenía que ser inquieto,
oscuro. Sin embargo está lleno
de una extraña dulzura, que aumenta
con el paso de las horas
igual que la tierra
después de un chubasco,
se queda sola en silencio para beberse
el agua caída,
y poco a poco
en sus venas más profundas
se siente penetrada.
La felicidad que ayer fue angustia,
tempestad,
vuelve ahora en breves
oleadas al corazón
como mar apaciguado.
Bajo el suave sol reaparecido brillan
cándidas ofrendas:
las conchas que la ola
dejó en la orilla.
ESBOZO
Pienso esta noche
en la leyenda del Pájaro de Fuego,
en su aparición en la espesura,
en su canto liberador.
Y todos hablan
del joven príncipe,
y del sueño de sus enemigos,
y de su salvación.
Nadie piensa en el árbol oscuro
donde apareció el pájaro
la primera noche.
Nadie piensa en la vida del árbol
después de aquella noche,
ya sin el fulgor
de las alas mágicas.
Solo yo sé
que el árbol vive
de nostalgia y de espera,
y que alrededor ve
a la gente que pasa,
pero que no hay vestimenta llamativa
que para él valga
lo que el esplendor
del Pájaro desaparecido.
El árbol no sabe ya
para quién es su florecer,
y por cada hoja que brota
se retuerce en lo más íntimo de sus fibras.
El árbol ya no sabe
a quién ofrecer
su sacrificio primaveral,
y espera la noche,
la noche negra sin estrellas, sin fuentes,
la hora del oscuro silencio,
cuando desde sus profundas raíces,
en un fulgor extremo y cegador,
le surgirá, le correrá por el tronco
hasta la cima de sus frondas,
su único bien:
el recuerdo ardiente del Pájaro.
PRADOS
Tal vez ni siquiera es verdad
lo que en tu corazón oyes gritar a veces:
que esta vida es nada
para tu ser
y lo que conocemos como luz
es un deslumbramiento,
deslumbramiento último
de tus dolientes ojos.
Acaso sólo es la vida
lo que el saber en días jóvenes:
anhelo eterno que busca,
de cielo en cielo,
quién sabe qué horizonte.
Somos como la hierba de los prados
que siente sobre sí soplar el viento
y canta plena en el viento
y vive siempre en el viento
y sin embargo no supo crecer
de forma que aquietase aquel vuelo supremo
ni levantarse de la tierra
para anegarse en él.
GRITO
No tener un Dios,
no tener una tumba,
no tener nada firme,
tan sólo cosas vivas que se escapan;
vivir sin ayer,
vivir sin futuro,
y cegarse en la nada
(socorro)
a causa de la miseria
que no tiene fin.