domingo, 19 de abril de 2020

GELEM, GELEM



“quién eres? Soy 1 extranjero para dios/
para la policía/para mí mismo”
Papasquiaro



tengo esa cualidad, de modo fino la llamaríamos abstracción, realidad llana y dura, dinastías de alta graduación. Un perro verde, un Naia, un Jean León...cualquier cosa que diluya las tardes torcidas o confinadas. Los domingos, carnicerías los llamé hace años, siguen siéndolo en ocasiones. Esa es mi estela, no hay más ramas. La luna en el mar riela, recitaba en quinto curso. He sido la del corrido mexicano también, y al final, quiero verte de nuevo contenta...
La luna en el mezcal riela. O aquella noche en un youth hostel de Viena, donde un chileno me hablaba de María Sabina y de cómo, hasta los topes de peyote, vio a la luna devorar todas las nubes mientras oía los pasos de las hormigas. Yo con dieciocho ya sólo pensaba en eso, en una tal María Sabina y en el paso de las hormigas. Después llegaron tantas cosas y tantas nada.
Me flipé por Basquiat. Me leí todo Dostoievski en trenes mientras cruzaba y descruzaba Europa. Y a Gidé en una litera en Berlín. Lloré de frío en la torre del Danubio. Atesoré todo tipo de sueños y cimas. Los ochomiles, les llamaríamos después. Todas esas pendientes que subiríamos sí o sí. Sin sherpas, pronósticos o celebraciones.
Ay los sentimientos, como jineteras calle arriba calle abajo, qué caras y qué crueles. Cuántas fiebres y cuántas raíces afiladas bien adentro. El búnker prefabricado que nos trajeron a casa una tarde cualquiera de espanto. Y se acotó y acostó en nuestras lindes, el corazón del pánico.

Mi mente haciendo trompos en la cresta del dolor, ya fue costumbre. Y cómo surfeaba la maldita...
A veces el poema no llega y solo tengo una orilla sucia de testamentos que no me implican. Romero y llanto. Me endemonio y goteo. Y el corazón es un campo labrado.
Y soy barrancos y hechizos, no me lo tengas en cuenta. Se me pasa. Todo se me pasa. Incluso la mujer que soy, pasa y se desvanece. Como una jaqueca, como una resaca, como un tornado.