lunes, 7 de febrero de 2011

Amor se escribe sin hache -Enrique Jardiel Poncela

Sobre las novelas "de amor".

No me importa declarar que entonces esas novelas me gustaban. Tenía
quince años, y también me gustaba beber cerveza, escribir cartas en verso a
amadas imaginarias y ponerme cuello de pajarita.

En tales novelas leí y aprendí las siguientes cosas:

1. Que los hombres que enamoran a las mujeres son siempre altos,
delgados, de pelo negro y ojos verdes y se dedican a la literatura, a la pintura, a la escultura, a la aviación o a la tauromaquia.
2. Que todos, sin excepción, tienen puesto un piso de soltero en la calle de Ayala.
3. Que los hombres que no reúnen las condiciones citadas se ven
despreciados y engañados por las mujeres.
4. Que las citas de amor se verifican a las cinco de la tarde.
5. Que a las mujeres fatales se las encuentra a bordo de los trasatlánticos y de los expresos, o en Londres o en Berlín o en Suiza o en la Costa Azul.
6. Que cuando dos amantes distinguidos entran en un bar, piden siempre
sendos "cock-tails".
7. Que hay gentes que se mueren de amor.
8. Que existen amores eternos.
9. Que las mujeres de vida airada son unas santas, mientras que las
aparentemente honradas son monstruos de perversión.
10. Que los hombres se dividen en dos grupos: buenos y malos.
11. Que el amor es lo más importante del mundo.
12. Que la gente elegante vive hastiada de la vida, es extravagante y toma
cocaína, morfina y éter.
13. Que los "cabarets" son antros de perdición.
14. Que las mujeres cultas y exquisitas aman de un modo excepcional.
15. Que las muchachas solteras se dividen en inocentes y puras y
pervertidas e impuras.
16. Que el acto de hacer el amor es muy poético.

Todo esto leí y aprendí en las novelas llamadas "de amor" o "psicológicas". Pero ha pasado el tiempo y la vida me ha enseñado estas otras cosas:

1. Que a las mujeres igual las enamoran los hombres altos que los bajos,
que los de ojos verdes, que los de ojos saltones, que los escultores, que los peritos mercantiles, con tal de que tengan dinero para sostenerlas y energías para satisfacer su sensualidad.
2. Que no llegan a cinco los hombres que tienen puesto piso de soltero en
la calle de Ayala.
3. Que las mujeres, cuando desprecian o cuando engañan, lo hacen sin
saber por qué, pues razonan rarísimas veces.
4. Que las citas de amor, como los relojeros, no tienen hora fija.
5. Que a las mujeres fatales se las encuentra hasta en el "consommé".
6. Que el "cock-tail" no lo piden más que cuatro cursis a los que no les
gusta.
7. Que nadie se muere de amor, sino de la "gripe".
8. Que no hay un solo amor eterno.
9. Que todas las mujeres son iguales, salvo las diferencias de nombre, de
cédula y de cutis.
10. Que los hombres no se dividen en grupos, sino en piaras.
11. Que el amor no tiene la importancia que se le da.
12. Que sólo toman estupefacientes las personas que no han digerido las
novelas de amor precitadas.
13. Que en los "cabarets" no se pervierte ni se divierte nadie.
14. Que no hay mujer que no ame de un modo vulgarísimo.
15. Que las muchachas solteras no son susceptibles de división ninguna,
porque forman una sola falange de "hambrientas de la carne", unas que saben lo que les ocurre y otras que no aciertan a explicárselo.
16. Que el acto de hacerse el amor ha sido, es y será una suciedad tan
lamentable como tranquilizadora.

La diferencia existente entre lo que aprendí en las "novelas de amor" y lo
que he aprendido viviendo, me prueban que esas novelas inculcan falsas y
absurdas ideas en los cerebros juveniles.

He creído necesario y loable deshacer esas falsas ideas, que pueden
emponzoñar los claros manantiales de la juventud, y he decidido poner a los
jóvenes de España y América cara a cara con la sinceridad.

Para ello he escrito "Amor se escribe sin hache", pues pienso que las
novelas "de amor" "en serio" sólo pueden combatirse con novelas "de amor" "en broma". Exactamente igual hizo Cervantes con los libros de Caballería, sin que esto sea osar compararme con Cervantes pues entre él y yo existen notables diferencias; por ejemplo: yo no estuve en la batalla de Lepanto.

3 comentarios:

  1. Jardiel Poncela, insuperable... no me he reído nunca tanto leyendo un libro que con "Usted tiene ojos de mujer fatal" o "Eloísa está debajo de un almendro" o "Cuatro corazones con freno y marcha atrás"... Bueno, sí... con Eduardo Mendoza también me he reído de lo lindo...

    Besos

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  2. jeje
    perversamente
    ..divertido

    un beso sin adjetivos
    solo un beso

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  3. ¿puedo co-firmar todo lo dicho?

    Otro día que no ande tan apresurado amplío mis opìniones.

    Un besito.

    Ciao.

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