miércoles, 2 de febrero de 2011

August Strindberg

He roto con la tradición de presentar a los personajes como catequistas que con preguntas estúpidas provocan la réplica brillante. [...] Para ello he hecho que las mentes trabajen de un modo irregular, tal y como ocurre en la realidad, donde en una conversación nunca se agota el tema, donde un cerebro trabaja como una rueda dentada en la que el otro se engrana a la buena de Dios. Por eso el diálogo anda sin rumbo. He proveído en las primeras escenas de abundante material que en el desarrollo se elabora, se trabaja, se repite, se amplía lo mismo que el tema de una composición musical.

1 comentario: