jueves, 17 de febrero de 2011

El secreto de Joe Gould - Joseph Mitchell


El hombre de la multitud, por Mauricio Molina
Quién no ha conocido a una persona así: el amigo sin dinero que te pide un préstamo relámpago para aliviar el hambre o para comprarse una botella; el escritor a todas luces fracasado que constantemente habla de una obra monumental y definitiva que no aparece por ningún lado; el pintor sin pintura, el poeta sin poemas, el erudito que con un par de tragos es capaz de sorprender a todos con una afirmación escandalosa. Es el mismo que hace el ridículo en las fiestas y de quien nadie quiere hacerse cargo; el ebrio incómodo poblado de sueños románticos que se erige como un emblema; el fracasado de Pessoa, "el que tenía posibilidades", el pobre diablo que a final de cuentas se burla de nuestros más altos logros y de nuestras más secretas aspiraciones con su sola presencia. El secreto de Joe Gould, del escritor norteamericano Joseph Mitchell (1908-1996), nos enfrenta de primera mano a uno de los personajes fundamentales de la modernidad: el flâneur que vagaba con Charles Baudelaire por las calles de París durante el Segundo Imperio, el bohemio que se la pasa en los cafés de cualquier ciudad pergeñando obras que algún día dará a conocer al mundo; el inútil que asusta a sus amigos durante una borrachera como una araña que trata de escapar de una botella. Joe Gould pertenece a la estirpe de Bartleby, de Oblomov o de Bouvard y Pécuchet. Habitante de Greenwich Village durante los años de la bohemia furibunda, Gould es el alma del Nueva York de los años veinte y treinta. Es el heredero del Hombre de la multitud que atisbara Edgar Allan Poe vagando por Broadway hacia una madrugada durante la primera mitad del siglo XIX, mucho antes de que aparecieran los teatros y las prostitutas. Es el espíritu de la muchedumbre, el alma misteriosa e inquieta que se oculta entre la gente para vivir su propio destino de sueño. Joe Gould, gracias a la genial pluma de Mitchell, es un miembro honorario del Club de los Inútiles y de los Vagos, cuyos ecos encontramos en las novelas de la Generación Perdida o de Jack Kerouac y que nos revelan el corazón oculto de Nueva York.

“Cuando estaba totalmente sobrio se mostraba tímido; tímido pero desesperado. Era un poco como esas personas demasiado tímidas para hablar con desconocidos pero no tanto como para robar un banco”

“Había un montón de aspectos, y me puse a repasarlos mentalmente. Gould era el chico catarroso, el hijo consciente de que ha decepcionado a su padre, el enano, el renacuajo, el alfeñique, el tapón, era el poeta Joe Gould, el historiador Joe Gould, era Joe Gould el salvaje bailarín chippewa, Joe Gould la máxima autoridad mundial en la lengua de las gaviotas, era el proscrito, el ejemplo perfecto de vagabundo nocturno solitario, era la rata de alcantarilla, el único miembro del partido de Joe Gould, el bohemio residente de la Minetta Tavern, era el Profesor, el Gaviota, el Profesor Gaviota, el Mangosta, el Profesor Mangosta, el chico de Bellevue”

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