domingo, 12 de junio de 2011

Lejos de ninguna parte - Nami Mun

O´Brien´s era una tumba gélida que no tenía música, dardos ni máquinas de comecocos, pero el olor a cerveza pegajosa y el puro de Henry siempre calentaban el espíritu del ambiente. En la puerta, un pequeño rombo de vidrio filtraba la única luz natural que entraba en el local, iluminando la calva de Henry y la fila de licores colocados detrás de él. Encima de las botellas colgaba un aviso pintado sobre un pedazo enorme de madera usada: "Dios siente afecto por todos los que entran. En cuanto sales, estás solo." En el otro extremo de la barra, dos almas viejas e inclinadas que podían haber sido gemelas alzaron la vista y levantaron sus tanque de cerveza a modo de brindis, como si fuera una de ellas. "Yo sólo estoy sentada aquí, no vivo aquí." pensé. Sonreí y devolví el brindis. Entonces recordé que ya no vivía en ninguna parte.

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