Hubo un tiempo en que la piedra era piedra
y una cara en la calle era un rostro perfecto.
Entre esto, yo mismo y Dios
hubo un instante de simetría.
Desde que has alterado todo mi mundo, esta trinidad se ha perturbado.
La piedra ya no es de piedra
y los rostros, como en los sueños, son incompletos.
Hasta en el rostro inmaduro del niño
reconozco tus ojos perdidos.
El soldado sube la escalera resplandeciente dejando tras él tu sombra.
Esta noche, la habitación duerme desgarrada
enmarañada por ti bajo la luz de las estrellas.
bellas imágenes. Evocadoras. Besos
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