Stendhal
existe un modo preciso de capturar el detalle y vibrar
un abrazar el momento que deviene en forcejeo hermoso
un pulso que es dopaje lírico
el tour de force adictivo de no ser impermeables a nada
tan desnudos, abiertos, expuestos
como respirar a través de la herida.
sabernos mortales
y morir en el verso
a pulmón libre
hacerlo tuyo
hacerlo mío
hacerlo de nadie.
retener una piel en los dedos,
es hacer del tacto una carnal sinfonía,
guardar el frescor de un suelo,
una cama deshecha,
el humo de una boca que nos acaba de amar,
un romper de ola,
el arco iris que dibujas entre mis llantos y sonrisas,
la mirada que nos mató una noche,
el sol inundando la ventana
y los cuerpos que laten y arden bajo la ropa,
como un géiser que está naciendo.
pero no ser extravío en las fallas de la memoria
así recorremos nuestras ciudades interiores
así crecemos densos y exhuberantes sobre el cemento
así cavamos subterfugios en la ausencia
con alimentos furtivos para nuestras almas errantes
cuando se vierte la luz
y nos quedamos sin referencias
cuando nos aturde un amanecer
o nos desorienta el desconsuelo ajeno
impregnados de palabras y esquinas muertas
ahí están
esos pedazos de cielo que robamos
para llevarnos a la boca,
en los corredores del entusiasmo
que justifique el día
y a la noche provoque.
un abrazar el momento que deviene en forcejeo hermoso
un pulso que es dopaje lírico
el tour de force adictivo de no ser impermeables a nada
tan desnudos, abiertos, expuestos
como respirar a través de la herida.
sabernos mortales
y morir en el verso
a pulmón libre
hacerlo tuyo
hacerlo mío
hacerlo de nadie.
retener una piel en los dedos,
es hacer del tacto una carnal sinfonía,
guardar el frescor de un suelo,
una cama deshecha,
el humo de una boca que nos acaba de amar,
un romper de ola,
el arco iris que dibujas entre mis llantos y sonrisas,
la mirada que nos mató una noche,
el sol inundando la ventana
y los cuerpos que laten y arden bajo la ropa,
como un géiser que está naciendo.
pero no ser extravío en las fallas de la memoria
así recorremos nuestras ciudades interiores
así crecemos densos y exhuberantes sobre el cemento
así cavamos subterfugios en la ausencia
con alimentos furtivos para nuestras almas errantes
cuando se vierte la luz
y nos quedamos sin referencias
cuando nos aturde un amanecer
o nos desorienta el desconsuelo ajeno
impregnados de palabras y esquinas muertas
ahí están
esos pedazos de cielo que robamos
para llevarnos a la boca,
en los corredores del entusiasmo
que justifique el día
y a la noche provoque.
dije que pasearíamos por los precipicios
es ahí donde escuecen los mejores paisajes
el odio es el vacío,
perros que ladran en la distancia.
perros que ladran en la distancia.
mientras aquí dentro,
tú, yo y las palabras,
nos mordamos la vida
tú, yo y las palabras,
nos mordamos la vida
blindemos la luz
y nos sintamos tan imposibles
habrá de eso que llaman esperanza.//
y nos sintamos tan imposibles
habrá de eso que llaman esperanza.//
estoy tan sensible
ResponderEliminary vos me haces llorar tanto.
ay qué dia hoy!
La moenda cayó de cruz, la recogí de cara, la tomé en mis manos, no hay moneda: hay poesía.
ResponderEliminarBesos.
"Moenda", por si acaso, es la moneda de tres caras...
ResponderEliminarMentira. Me equivoqué.
Beso.
Pedazos de cielo robados, alimentos furtivos para las almas errantes... tenemos que funcionar como ladrones en un país de ladridos, conservar la luz que hemos adquirido, que nos han dado, que hemos encontrado, y guardarla para que no deje de iluminar las ciudades interiores. Para eso hay que tener sentido de esperanza y un entusiasmo irrenunciable.
ResponderEliminarAsí sea.
Respirar a través de la herida...ay...Qué hermosura de poema!! Besos, miss
ResponderEliminarPara los días sin brújula agarro este poema. Un abrazo.
ResponderEliminarenhorabuena por el poema.
ResponderEliminarun abrazo.
Un placer pasearse por tu blog, y leerte.
ResponderEliminarMiss, así a palabra abierta y desnuda y con el alma a la intemperie, así al borde del precipicio, con el corazón abierto y sin miedos es como se VIVE, sintiendo cada caricia, cada bofetada, pero sintiendo.Creo que al final en este caminar hacia la muerte es lo que nos llevamos ni más ni menos. Magnifica como simpre.
ResponderEliminarBesos
Tremendo Miss...este poema se agita en el pecho
ResponderEliminarUn abrazo