miércoles, 11 de junio de 2014

**////elMorbodelAdiós/////*o los tiempos encharcados de ambrosía





































No te acabes nunca
M. L.

SOY TURBIA PARA QUE TE ADENTRES EN MÍ. Los fogones que naces en mis mejillas cuando te arden en las manos los huecos que me inventas y gobiernas. El morbo de las hebillas, en mi zapato de pulsera que torpemente desatabas y el tintineo de tu cinturón, presa de castigo y presa de todo aquello que perfora, que empuja, que aprieta, que invade y que a la vez me arranca de estas cárceles anímicas plagadas de rutina. El sacrilegio de no arañar algo del día. 
EL RECUERDO ES UN CUERPO AHOGADO QUE SE HINCHA HASTA LO GROTESCO, hasta lo irreconocible. Dame. Allí, donde los restos boquean en mis orillas, donde ya no sueño que te abrazo y el mundo ya no es espuma, es sólo un campo de ortigas y atardeceres desangrando días prefabricados. Las estrías que provoca en la memoria el tiempo sin ti, en ellas naufrago. La poesía de la velocidad que traías para la habitación cerrada que inventamos, en ella caigo.
Me dejo, me deshago en la mudanza, esa del interior, de los bolsillos de pobre y los sacos de escombros. No sabía que se podía almacenar tanto amor. No sabía cómo matan los flecos del pasado y sus tiempos encharcados de ambrosía. Los días zigzagueantes y EL SUELO QUE SE NOS ESTRELLÓ UNA NOCHE. 
En lo forzado de la zona de confort que no rebasas, guardar vida para otra vida. Ilústrame, garabatea en mi piel el mapa de los atajos del olvido PARA MI CONSTELACIÓN DE CICATRICES ETERNAS. Fiel a mi legítima claustrofobia de brazos vacíos. Con el discurso de la brutalidad del desencanto escrito a mano con la tinta de nuestros fluidos, y olvidar la caja negra de nuestro accidente, con eso se hace camino. No se puede hacer el sol a carboncillo, nunca recuerdo esa parte. Habitar la batalla será vivir. Me saco de la naturaleza muerta y me dejo entre las olas y las corrientes. Me atraviesan sirocos endemoniados. Huir de la pirotecnia que sale de las bocas, de las almas, de las nada. Me pronuncio y me arrastro. Me vacío y lamo mis aristas. Movimiento. Espacio en blanco. Inercia. Espacio en blanco. Silencio. Ceremonia del cansancio, del desprendimiento o algo así. Y espacio en blanco.



3 comentarios:

  1. Esa zona de confort, imposible de rebasar. :)

    ResponderEliminar
  2. Yo tampoco lo sabía... No sabía que se podía almacenar tanto poema en un sólo texto. Maravillosa.

    ResponderEliminar
  3. Julia, me diste en mi punto débil con ese desprendimento, desarraigo, ceremonia del cansancio... Este poemón hay que leerlo varias veces hasta caer extasiados a tus pies.

    ¡Brava :)!

    ResponderEliminar