En la insistencia del ruido,
con la vida hasta el cuello, me dejé caer la noche hasta los
tobillos.
Le nacieron sogas a las palabras y astillas a los rincones
donde me ponía a pensarte. Gasté los pomos de las puertas que nos separan de
sólo imaginarme cruzando umbrales y ardieron las calles prometidas y sus
soportales con olor a demonio.
El silencio es un idioma en sí, basta con cerrar los ojos y
tocar pie en tu pensamiento, sin artificio. Hay que hacerlo lento, como cuando
tienes miedo o alguien duerme.
Te hago un tajo en el abdomen y entro. Te tomo por los
extremos. Mis manos en tus manos, mis muslos en tus muslos. Imantados. Engancho tu mente.
Engancho tus pestañas. Sólo es un momento y ahí me detengo. Apnea voluntaria,
inhalarte hasta el pre-desmayo. Paseo contigo por el museo de tus gestas y tus
desgracias. Visto tu piel y tu aliento. Calada de ti. De dulces drogas el pecho
lleno nos salvará de las palabras. Azaleas en tu tráquea, flor por tallo.
Deambulo tus arrabales. Oleajes y escolleras. Vinos para descoser las almas.
Matrioska infame y ensayada que inunda tu territorio. Y ahí, el silencio como
un manto marino que calma. Y así entender lo insondable.
Después siempre vivir en el despeñadero o en la
horizontalidad de nuestros salones. Después.
El sueño de la luz recortada entre nuestros cuerpos.
Extinguir con abrazos la distancia y volcarnos en el clima que crean dos
ecuadores al enfrentarse, derramando todos los cielos por el costado.
Sujetos a la epifanía que se da en las salas de espera que
inventamos en mitad del fracaso, con el aullido interno y la adrenalina del
salto, precoces en la herida que nos haremos, anunciando nuestro infinito y
lírico colapso.
Aquí, junto a mi temor, estoy yo tendida con el éxtasis y la
furia bajo la ropa, abordándome callada, con la descarada ingenuidad de la que aguarda
una tormenta ya empapada.
//Y sin embargo sonrío porque nos sé irrenunciables//.
*y mil gracias a Dulce Locura
que me descubrió el inquietante ojo de Arthur Tress
tauro
ResponderEliminartigre, ascendente tigre, compañero de viaje tigre
Como matrioskas, quién es capaz de hallar la pequeña muñeca que ya no guarda nada dentro. Duele tanto amar como vivir, Vivamos con la piel a la intemperie.
ResponderEliminarMi beso Julia
Me gusta el silencio que deambula por tus textos...
ResponderEliminarGracias a ti por transportare..
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