domingo, 30 de octubre de 2011

En una estación de metro - Oscar Hahn




Desventurados los que divisaron

a una muchacha en el Metro


y se enamoraron de golpe

y la siguieron enloquecidos


y la perdieron para siempre entre la multitud.


Porque ellos serán condenados

a vagar sin rumbo por la estaciones


y a llorar con las canciones de amor

que los músicos ambulantes entonan en los túneles.


Y quizás el amor no es más que eso:


una mujer o un hombre que desciende de un carro

en cualquier estación del Metro


y resplandece unos segundos

y se pierde en la noche sin nombre.

sábado, 29 de octubre de 2011

Apariciones - Pere Gimferrer



No siempre el sueño tiene color ni movimiento:
es un estado, a veces. Y mi sueño de anoche
como el agua era verde y silencioso
y como el agua oscuro, quizá sólo el latir
de alguna cosa viva fluyendo bajo el cielo.
Pero un cielo mental, como cuando unos ojos
ven con una visión de ojos adentro:
no la vista sensible, ni el recuerdo
de la vista sensible; no el color
trémulo de una nube al desangrarse,
sino lo que, rojizo, como un eco de luz,
respira aún cuando el poniente calla.
Era un estado el sueño de anoche. No era el centro
sino la orilla, vecindad del mundo.
Antes de haber objetos, sustentando el objeto;
antes de existir yo, antes de aquel instante
en que diré “Yo soy”, y será aún un sueño,
pero sintiendo en sueños que, cuando abra los ojos,
al recodar aquello sabré que ya existía.
Nada podría aún arrebatarme
porque yo no era aún un ser: era tan sólo
un estado, una espera. A veces, viene al sesgo
una lluvia delgada, en las primeras noches
de un demorado invierno. El aire es casi frío
y el cielo es un fanal de oscurecida púrpura
y estas calles vacías parecen de otro tiempo.
Llovía así, fluyendo con dulzura,
aquel algo de muerte que en cada escaparate
se borra con la lluvia de ciudades de ayer.
Quería decir esto: esa clase de estado,
sin saber si se vive o se recuerda
aquel momento mismo que vivimos,
sin impulso hacia nada, sin sentir
que hay que abandonar algo o que algo es nuestro.
Ni desatarse ni tener. Yo era
lo que aún no podía decir que tiene nombre.
Al acecho, en espera de alguna identidad:
como el agua que fluye, como agua detenida,
idéntica al metal que ha de tañerla.
Luz de agua confundida con luces de metal:
para mis ojos, doble metal, metal de agua,
el metal de la mente y los sentidos,
una luz desprendida de ser luz,
una idea de luz. Porque el tema del sueño
es la idea del yo. Sentí, confusamente,
que en aquel resplandor inmóvil y verdoso
proyectaba unos actos, la sombra del que soy.

jueves, 27 de octubre de 2011

Pena de muerte - Oscar Hahn


Lo peor es despertarse por la mañana
pensando que ahora nada puede ser igual
y hay que levantarse y ducharse
y preparar el café como siempre
y partir al trabajo como siempre
como si no hubiera pasado nada
aunque ha pasado todo
pasó se acabó llegó a su fin
"es mejor así"
y caminas por la calle como un sonámbulo
chocando con los transeúntes
con los vendedores de diarios
y te sientas en un banco de piedra
sin saber si estás vivo o muerto
da lo mismo
porque la muerte también puede ser
una mesa en un bar dos martinis secos
y un par de labios rojos
pronunciando palabras
que caen como guillotinas

miércoles, 26 de octubre de 2011

Nuestra necesidad de consuelo es insaciable - Stig Dagerman



Estoy desprovisto de fe y no puedo, pues, ser dichoso, ya que un hombre dichoso nunca llegará a temer que su vida sea un errar sin sentido hacia una muerte cierta. No me ha sido dado en herencia ni un dios ni un punto firme en la tierra desde el cual poder llamar la atención de dios; ni he heredado tampoco el furor disimulado del escéptico, ni las astucias del racionalista, ni el ardiente candor del ateo. Por eso no me atrevo a tirar la piedra ni a quien cree en cosas que yo dudo, ni a quien idolatra la duda como si ésta no estuviera rodeada de tinieblas. Esta piedra me alcanzaría a mí mismo ya que de una cosa estoy convencido: la necesidad de consuelo que tiene el ser humano es insaciable.

Yo mismo persigo el consuelo como el cazador su presa. Por dondequiera que en el bosque lo vislumbre, disparo. A menudo no alcanzo más que el vacío; pero alguna que otra vez cae a mis pies una presa. Y como sé que el consuelo no dura más que el soplo del viento en la copa del árbol, me apresuro a apoderarme de ella.

¿Y qué tengo entonces entre mis brazos? Puesto que estoy solo: una mujer amada o un desdichado compañero de viaje. Puesto que soy poeta: un arco de palabras que no puedo tensar sin un sentimiento de dicha y de horror. Puesto que soy prisionero: una súbita mirada hacia la libertad. Puesto que estoy amenazado por la muerte: un animal vivo aún caliente, un corazón que palpita sarcásticamente. Puesto que estoy amenazado por el mar: un arrecife de duro granito.

martes, 25 de octubre de 2011

swim



llueve. conduzco. escucho una y otra vez la versión de espanto de la chica del millón.
fuera todo es humedad y aquí dentro animales sueltos.
esta soledad de aria que como un bordón me golpea dentro
no ha hecho más que empezar.
como una enorme herida que nunca se seca y escuece y escuece.
no puedo ver la noche por tu ventana.
no hay plural cuando lo necesitas, intento aprender eso.
cambio un mundo líquido por otro.
cojo aire, me sumerjo y hago el viraje en ese cuerpo transparente de voces apagadas
y no se me olvida que tengo el invierno en la boca
y a ti tan lejos.

lunes, 24 de octubre de 2011

Yo soy los suburbios de una ciudad que no existe.

domingo, 23 de octubre de 2011

Cartas a Emma Bowlcut - Bill Callahan




CARTA 53

Mi ritual para cortarme el pelo consiste en inclinarme descamisado sobre la pila del baño y procurar dirigir toda la pelusa trasquilada hasta el interior de una bolsa de papel marrón. Mantener el pelo tan corto da un montón de curro. Es como un deber. Cuándo el deber se vuelve no deber que se vuelve incuria o indisciplina que termina en el acto malogrado.

Es como el acto malogrado.

Voy a dejarlo crecer.

De niño llamé a la operadora. La primera llamada sin ayuda de nadie. Después de un largo silencio, le dije: Hay un petirrojo en un árbol del patio trasero. Las palabras Es eso cierto, cielo, salieron derretidas de su boca como si yo fuese su hijo favorito.

Me pregunto si alguna vez pensará en mí. Me pregunto qué le pasó al petirrojo. En realidad, no. Está muerto: crió malvas y desapareció. Pero qué fue de ese teléfono, de ese deseo.

Sigo tendido en el suelo casi todo el rato. Anoche me aferré a la barba como si fuera mi posesión más preciada. Si me rindo, acaso terminaría pegándome cabezazos contra el techo. Me desperté con la cabeza legañosa y los ojos legañosos y tomé algunas microlecturas. Rigurosamente secreto. El día avanza como un esposado.

sábado, 22 de octubre de 2011

a esta ansiedad....

























sentir tu respiración en las ruinas de la madrugada, le da sentido a esta ansiedad de tachar días fotocopiados en el calendario. colorea los recuerdos a pesar de que el pasado es un dolor crónico y el futuro no lo habita nadie. quietos en mitad de un torrente lírico de años sin sentido. me quedo con estos cuartos de hora que son felicidad atrapada en ámbar. me quedo con el silencio después de ti. me quedo con el alma envuelta en papel de estraza para que sólo me rocen. y me quedo con mi dolor de bajo consumo mientras tú sigues tocando, con los pulmones de Chet, esa melodía que me hace sentir tan viva.

miércoles, 19 de octubre de 2011

de los suspiros.... Dylan Thomas

De los suspiros algo nace
que no es la pena, porque la he abatido
antes de la agonía; el espíritu crece
olvida y llora:
algo nace, se prueba y sabe bueno,
todo no podía ser desilusión:
tiene que haber, Dios sea loado, una certeza,
si no de bien amar, al menos de no amar,
y esto es verdadero luego de la derrota permanente.

Después de esa lucha que los más débiles conocen.
hay algo más que muerte;
olvida los grandes sufrimientos o seca las heridas,
él sufrirá por mucho tiempo
porque no se arrepiente de abandonar una mujer que espera
por su soldado sucio con saliva de palabras
que derraman una sangre tan ácida.

Si eso bastase, bastaría para calmar el sufrimiento,
arrepentirse cuando se ha consumido
el gozo que en el sol me hizo feliz,
qué feliz fui mientras duró el gozar,
si bastara la vaguedad y las mentiras dulces fueran suficiente,
las frases huecas podrían soportar todo el sufrimiento
y curarme de males.

Si eso bastase: hueso, sangre y nervio,
la mente retorcida, el lomo claramente formado,
que busca a tientas la sustancia bajo el plato del perro,
el hombre debería curarse de su mal.
Pues todo lo que existe para dar yo lo ofrezco:
unas migas, un granero y un cabestro.

martes, 18 de octubre de 2011

Orden del día - Cortázar

A qué viene la noche si no es buscando pájaros. Sobre la profundidad que abraza mi balcón, asisto sin palabras a la marea ciega y astuta, sus lápices infatigables, el pausado latido concéntrico de su corazón. Por eso he abandonado el sueño, saliendo de sus manos por un infinito estudio y una segura consecración. Ahora estoy enteramente en la actitud nocturna que las horas más graves exigen. Huyo de los relojes, establezco distancias invariables de mi cuerpo al llamado de timbres y campanas. Sostenido en mi balcón por una paciencia osada, miro llenarse la calle de topacios, en una sorda batalla de sustituciones, hasta que las aristas de toda construcción son arrastradas por la marea de lo que viene y las aguas de la sombra ascienden con aspirados torbellinos silenciosos, hasta mi refugio. A qué viene la noche si no es buscando pájaros. Cuando está junto a mí, abro los brazos, la bebo profundamente y me dejo ir, ya olvidado de resistencias, como un halcón fulminado o una construcción gótica.

domingo, 16 de octubre de 2011

Paul Valéry: “El cementerio marino”






II. El cementerio marino

1

¡Ese techo tranquilo donde marchan las palomas,
Entre los pinos palpita, entre las tumbas;
En el Mediodía justo compone sus fuegos
La mar, la mar siempre recomenzando!
Oh, recompensa después de un pensamiento
Como una larga mirada sobre la calma de los dioses.

 

2

¡Qué puro trabajo de fina claridad consume
Muchos diamantes de imperceptible espuma,
Y qué paz parece concebirse!
Cuando sobre el abismo un sol reposa,
Labores puras de una eterna causa,
El Tiempo destella y el Sueño es saber.

 

3

Estable tesoro, templo simple para Minerva
Masa de calma, visiblemente reservada,
Agua parpadeante, ojo que guarda en ti
Tanta somnolencia bajo un velo flamígero,
¡Oh, mi silencio... Edificado sobre el alma,
Más que armazón de oro con mil tejas. Techo!

 

4

Templo del tiempo, que sólo un suspiro resume,
A este punto puro, yo asciendo y me acostumbro,
Todo rodeado por mi mirada marina;
Y como a un dios mi ofrenda suprema,
La centelleante serenidad siembra,
Sobre la altitud, un desdén soberano.

 

5

Como la fruta que hasta el fondo se saborea
Y como en delicia se cambia su ausencia,
En una boca donde su forma muere,
Yo aspiro aquí mi futuro humo,
Y el cielo canta al alma consumida
El cambio de las riveras en rumor.

 

6

¡Bello cielo, verdadero cielo, mírame, qué cambio!
Después de tanto orgullo, después de tan extraña
Ociosidad, pero pleno de poder,
Yo me abandono al espacio brillante,
Sobre las mansiones de los muertos pasa mi sombra,
Aprisionándome con su frágil movimiento.

 

7

¡El alma expuesta a las antorchas del solsticio,
Yo te sostengo, admirable justicia
De la luz de las armas sin piedad!
Yo te devuelvo pura a tu lugar primero;
¡Mírate!... Pero devolver la luz
Supone de la luz una mitad sombría.

 

8

¡Oh, para mí solo, a mí solo, en mí mismo,
Cerca de un corazón que es fuente del poema,
Entre el vacío y el puro acontecimiento,
Espero el eco de mi grandeza interna,
Amarga, cisterna sombría y sonora,
Sonando en el alma un vacío, siempre futuro!

 

9

¿Tú sabes, falso cautivo del follaje,
Golfo comensal de esos magros enrejados
Sobre mis ojos cerrados, secretos deslumbrantes,
Qué cuerpo me arrastra a su fin perezoso,
Qué frente le atrae sobre esta tierra ósea?
Una centella y pienso en mis ausentes.

 

10

Cerrado, sacro, plenitud de un fuego sin materia,
Fragmento terrestre ofertado a la luz,
Este lugar me place, dominado por las antorchas,
Compuesto de oro, de piedras y de árboles sombríos,
Donde tanto mármol tiembla sobre tantas sombras;
La mar fiel dormita sobre mis tumbas.

 

11

¡Perra espléndida, aparta al idólatra!
Cuando con la solitaria sonrisa del pastor,
Yo apaciguo, durante mucho tiempo, misteriosos carneros;
Blanco rebaño de las más tranquilas tumbas
Aleja a las prudentes palomas,
Los sueños vanos, los ángeles curiosos.

 

12

Aquí llega, el porvenir es pereza,
El insecto nítido escarba en la sequedad;
Todo arde, desecho, elevándose en el aire
A no sé cuál severa esencia...
La vida es vasta y finalmente ebria de ausencia,
Y la amargura es dulce, y el espíritu claro.

 

13

Los muertos ocultos están bien en esta tierra
Que los reaviva y seca su misterio.
El Mediodía en lo alto, el Mediodía sin movimiento
En sí piensa y conviene sobre sí mismo...
Cabeza completa y perfecta diadema,
Yo soy en ti el secreto cambio.

 

14

¡Tú me tienes a mí para contener tus temores!
Mis arrepentimientos, mis dudas, mis apremios,
Son el defecto de tu gran diamante...
Pero bajo su noche, toda de mármoles pesados
Un pueblo yermo entre raíces de árboles
Por ti toma partido lentamente.

 

15

Ellos se han fundido en una ausencia espesa,
La arcilla roja fue bebida por la blanca especie,
¡El don de vivir se ha trasladado a las flores!
¿Qué ha sido de las frases familiares de los muertos,
El arte personal, las almas singulares?
Las larvas tejen allí donde se forman las lágrimas.

 

16

Los gritos agudos de las muchachas lisonjeras,
Los ojos, los dientes, los párpados mojados,
El seno encantado que juega con el fuego,
La sangre que brilla entre los labios que se rinden,
Los últimos dones, los dedos que los defienden,
¡Todo va bajo tierra y entra en el juego!

 

17

¿Y tú, gran alma, aún esperas un sueño
Que no tenga más esos colores de la mentira
Que a nuestros ojos de carne, las ondas y el oro anteponen?
¿Cantarás cuando seas vaporosa?
¡Anda! Todo huye. Porosa es mi presencia,
La santa impaciencia también muere.

 

18

Magra inmortalidad, negra y dorada,
Consoladora del horrible laurel,
Que cambias a la muerte en su seno maternal,
La bella mentira y la piadosa artimaña;
¡Quién no conoce, y quién no rehúsa
Ese cráneo vacío y esa risa eterna!

 

19

Padres profundos, inhabitadas cabezas,
Que son después de tantas paletadas,
Integrados a la tierra y confundidos sus pasos;
El verdadero roedor, el gusano irrefutable
No es para ustedes que duermen bajo la lápida,
Él vive de vida, él nunca me deja.

 

20

¿Amor, quizás, u odio de mí mismo?
¡Su diente secreto está tan cercano
Que todos los nombres le pueden convenir!
¡Qué importa! ¡Él sigue, él quiere, él sueña, él toca!
Mi carne le place, y hasta sobre mi litera
Pertenezco a este viviente.

 

21

¡Zenón! ¡Cruel Zenón! ¡Zenón de Elea!
Me atravesaste con esa flecha alada,
¡Que vibra, vuela, y no vuela más!
¡Me fecunda el sonido y la flecha me mata!
¡Ah! El sol... cual sombra de tortuga
Para el alma, ¡Aquiles inmóvil a grandes pasos!

 

22

¡No, no!... ¡De pie! ¡En la era sucesiva!
¡Rompa, mi cuerpo, esta forma pensativa!
¡Beba, mi seno, el nacer del viento!
Una frescura, de la mar exhalada
Restituye mi alma... ¡Oh, potencia salina!
Corramos hacia la onda en su viviente brotar.

 

23

¡Sí! Gran mar de delirios dotado,
Piel de pantera y clámide horadada
Por miles y miles ídolos del sol,
Hidra absoluta, ebria de azulada carne,
Que te remuerdes la centelleante cola
En un tumulto parecido al silencio.

 

24

¡El viento se eleva!... ¡Es necesario intentar vivir!
El aire inmenso abre y cierra mi libro,
¡La ola de polvo osa surgir de entre las rocas!
¡Vuelen ustedes, páginas totalmente deslumbradas!
¡Rompan, olas! ¡Rompan el regocijo de las aguas!
¡Ese techo tranquilo que picotean las focas!

 

Traducción: Manuel Cabesa







los justos - Jorge Luis Borges

Un hombre que cultiva su jardín, como quería Voltaire.
El que agradece que en la tierra haya música.
El que descubre con placer una etimología.
Dos empleados que en un café del sur juegan un silencioso ajedrez.
El ceramista que premedita un color y una forma.
El tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada.
Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.
El que acaricia a un animal dormido.
El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.
El que agradece que en la tierra haya Stevenson.
El que prefiere que los otros tengan razón.
Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.

sábado, 15 de octubre de 2011

La soledad del corredor de fondo (fragmento) - Alan Sillitoe

Después, empezó a supurar angustia a cada paso que daba. La amargura se retiró y ocupó su lugar un sentimiento de una intensidad que no había conocido hasta entonces. Ahora, sus pisadas avanzaban más decididas por la acera, entre el gentío del mediodía. Entonces, mientras empujaba las puertas de doble batiente y se acercaba al atestado y ruidoso mostrador de una taberna, le pareció que ya nada volvía a importarle. Desde allí, mantuvo fija la vista en aquella hermosa trampa rebosante del cebo de las jarras de cerveza que le conducirían hasta la mejor e inimitable especie de olvido que existía.

Los beneficios de la Luna, Charles Baudelaire

Autorretrato en acuarela de Charles Baudelaire.



La Luna, que es el capricho mismo, se asomó por la ventana mientras dormías en la cuna, y se dijo: "Esa criatura me agrada." 

Y bajó muellemente por su escalera de nubes y pasó sin ruido a través de los cristales. Luego se tendió sobre ti con la ternura flexible de una madre, y depositó en tu faz sus colores. Las pupilas se te quedaron verdes y las mejillas sumamente pálidas. De contemplar a tal visitante, se te agrandaron de manera tan rara los ojos, tan tiernamente te apretó la garganta, que te dejó para siempre ganas de llorar. 

Entretanto, en la expansión de su alegría, la Luna llenaba todo el cuarto como una atmósfera fosfórica, como un veneno luminoso; y toda aquella luz viva estaba pensando y diciendo: "Eternamente has de sentir el influjo de mi beso. Hermosa serás a mi manera. Querrás lo que quiera yo y lo que me quiera a mí: al agua, a las nubes, al silencio y a la noche; al mar inmenso y verde; al agua informe y multiforme; al lugar en que no estés; al amante que no conozcas; a las flores monstruosas; a los perfumes que hacen delirar; a los gatos que se desmayan sobre los pianos y gimen como mujeres, con voz ronca y suave. 


"Y serás amada por mis amantes, cortejada por mis cortesanos. Serás reina de los hombres de ojos verdes a quienes apreté la garganta en mis caricias nocturnas; de los que quieren al mar, al mar inmenso, tumultuoso y verde; al agua informe y multiforme, al sitio en que no están, a la mujer que no conocen, a las flores siniestras que parecen incensarios de una religión desconocida, a los perfumes que turban la voluntad y a los animales salvajes y voluptuosos que son emblema de su locura."
Y por esto, niña mimada, maldita y querida, estoy ahora tendido a tus pies, buscando en toda tu persona el reflejo de la terrible divinidad, de la fatídica madrina, de la nodriza envenenadora de todos los lunáticos.

jueves, 13 de octubre de 2011

La decisión de Lucifer - Alan Sillitoe

Lucifer se durmió durante el viaje hacia el sur,
(pero solo un poco)
porque por la mañana tenía que decidir
si, habiendo cruzado el río,
y dicho adiós a la luna,
cuando ningún perro ladraba ya
ni se veía humo saliendo de ninguna tienda
ni se escuchaba voz alguna,
debía tomar la izquierda
o la derecha del camino.

Era mejor no parar
ni pensar en el calor
sino atacar sin pensarlo hacia izquierda o derecha.
O eso, o abordamos el camino del medio
Un páramo de granito verde
donde uno vivió entretanto
y aprendió mucho más
que tras el agotamiento de una decisión apresurada,
o la ruina absoluta de la decisión correcta.

El simulacro (fragmento) - Jorge Luis Borges

"¿Qué suerte de hombre (me pregunto) ideó y ejecutó esa fúnebre farsa? ¿Un fanático, un triste, un alucinado o un impostor y un cínico? [...] La historia es increíble pero ocurrió y acaso no una vez sino muchas, con distintos actores y con diferencias locales. En ella está la cifra perfecta de una época irreal [...]".
Si me quieres y soy débil
cuanto más débil, debes quererme más.

La libertad es sólo otra manera
de decir que no te queda nada que perder

martes, 11 de octubre de 2011

Detective - Félix Romeo

Podría haber terminado la investigación hace 10 días. La podría haber terminado cinco minutos después de que entrara en mi oficina, cuando puso en mi mano la fotografía de su mujer. Creía que le engañaba, y yo deseaba que le estuviera engañando conmigo.

Si no he terminado la investigación, si le he dicho al marido, día tras día, que no he conseguido nada y que tengo que continuar el seguimiento para proporcionarle pruebas irrefutables para el divorcio, es porque no quiero dejar de mirarla.

En 18 años de detective, jamás había sentido nada por ninguna de las mil mujeres infieles que he seguido, mirado, fotografiado y condenado: eran como pescado para un pescadero. Sentía, al principio, pena por el cornudo y sabía que la infidelidad pagaba mis facturas, pero nunca había sentido este dolor acre que siento hoy cuando la veo, con el pelo recogido, con un collar verde y largo, besar a su amante.

He abandonado los demás casos para seguirla constantemente. Para mirarla todo el tiempo. Siento asco por mi comportamiento. Me doy miedo. No sé cómo evitarlo. Es un sentimiento nuevo y profundo.

La miro cuando abre la puerta de su coche. Miro sus pies con las uñas pintadas, porque es verano y lleva sandalias. Me pongo en su camino, enfrente de ella, y la miro directamente a los ojos, retándola. La miro cuando se sienta en una terraza a tomar leche merengada y busca en su enorme bolso los cigarrillos y el mechero. La miro cuando se prueba ropa en las tiendas. La miro cuando toma el sol en la piscina debajo de sus enormes gafas de sol y con sus teticas manzanas mirando al cielo azul.

Me excita mirarla. Se me pone la carne de gallina. Se endurece mi polla. Se aceleran los latidos del corazón. Me excita el movimiento de su culo: casi siempre la sigo por su espalda.

El marido quiere, además de un detallado informe, un trabajo extra: paliza al amante y fotos del amante después de la paliza. El asunto es para él una cosa entre hombres.

Le daré una paliza a su amante y le haré fotos. Pronto. Siento que ella me engaña a mí también. Si escribiera el informe sería el informe de cómo me engaña.

La miro cuando lee el periódico, cuando sonríe al hablar por el móvil, cuando se detiene en un escaparate, cuando come patatas fritas y saca la lengua sobre sus labios gruesos para lamer las migas, cuando se muerde las uñas y da un tirón violento al dedo al terminar.

Hace 10 días que hago sufrir a un infeliz y hace dos semanas que sufro, más infeliz aún. No puedo dejar de mirarla cuando saca el pintalabios y pone rojos violetas sus labios.

Mirarla ahora cuando me cruzo con ella. Me mira a los ojos y pregunta: "¿Nos conocemos?". Oigo por primera vez su voz, que me excita aún más, y le digo que sí, que trabajo para su marido.

lunes, 10 de octubre de 2011

jueves, 6 de octubre de 2011

T A R A N T E L A


Carver dice úsalo todo. Bukowski dice que cuando tú eres la luz forzosamente tiene que estar oscuro, y Shepard dice no recuerdo cómo me iban las cosas antes de conocerte. yo tropecé tantas veces que inventé un andar nuevo, pero eso tú no lo sabías. después un mensaje salvaje de te quiero brillante y húmedo como recién salido de la lluvia. y si contigo todo fue como una tarantela y perdí la cabeza, el norte y lo que ni sabía que tenía, un descorrerse, como diría Cortázar, ya puedes imaginar lo que vendría después.
ubica el dolor y apunta bien, que llegan las caricias descafeinadas. yo como pretexto de no saber hacer las cosas mejor. tú como un cielo alto en un cuadro de Turner que nunca se alcanza.
mis pensamientos en modo de vuelo para que no molesten a nadie, mejor.
y aún así, creo en el amor, en la ocasión y en los domingos por la mañana.

Buceando hacia el naufragio - Adrienne Rich





Después de haber leído el libro de los mitos,

y cargado la cámara,

y comprobado el filo del cuchillo,

me pongo

la armadura de goma negra

las absurdas aletas

la incómoda y solemne mascarilla.


Tengo que hacerlo

no como Cousteau con su

diligente equipo

a bordo del velero inundado de sol

sino aquí, sola.


Hay una escalera.

La escalera está siempre ahí

colgando inocentemente

de un costado del velero.

Sabemos para qué sirve,

nosotros que la hemos usado.


Si no

sería un resto flotante en el mar

una parte cualquiera del equipo.

Desciendo.

Peldaño tras peldaño y todavía

el oxígeno introduce en mí

la luz azul

los puros átomos

de nuestro aire humano.


Desciendo.

Las aletas me entorpecen,

bajo por la escalera arrastrándome como un insecto

y no hay nadie

que me diga cuándo comienza

el océano.


Al principio el aire es azul y luego

es más azul y luego verde y luego

negro estoy desmayándome pero

mi mascarilla es potente

me bombea la sangre con fuerza

el mar es otra cosa

el mar no es cuestión de poder

tengo que aprender sola

a girar el cuerpo sin esfuerzo

en el profundo elemento.


Y ahora: es fácil olvidar

a qué vine

entre los muchos que siempre

han vivido aquí

agitando sus abanicos festoneados

entre los arrecifes

y además

aquí abajo se respira distinto.


Vine a explorar el naufragio.


Las palabras son intenciones.

Las palabras son mapas.

Vine a ver el daño causado

y los tesoros que perduran.


Paso la luz de mi linterna

lentamente por el costado

de algo más duradero

que los peces o las algas

la razón por la que vine:

el naufragio y no la historia del naufragio

el objeto en sí mismo y no el mito

el rostro ahogado que mira siempre fijamente

al sol

la prueba del daño

convertida por la sal y el vaivén en esta raída belleza

las cuadernas del desastre

que protestan curvadas

entre los indecisos visitantes.


Este es el lugar.


Y aquí estoy yo, la sirena con cabello oscuro

en ondas negras, el tritón con su armadura

Circundamos silenciosamente

el naufragio

buceamos hacia la bodega.


Yo soy ella: yo soy él

cuyo rostro ahogado duerme con ojos abiertos

cuyo pecho aún soporta la fatiga

cuya carga bermeja de plata, de cobre, yace

en la oscuridad de los barriles

mal sujetos y abandonados al deterioro

somos los instrumentos semidestruidos

que una vez mantuvieron un rumbo

la bitácora corroída por el agua

la brújula bloqueada.


Somos, soy, eres

por cobardía o por coraje

el ser que descubre nuestra ruta

hasta esta escena

llevando un cuchillo, una cámara

un libro de mitos

en el cual

nuestros nombres no aparecen.


(1972)








lunes, 3 de octubre de 2011

I'm tearing apart



me estoy deshojando y me quedaré en la nada, tal vez, por y para qué. accidentalmente o deliberadamente, da igual. la realidad es un hecho. tú eras ciencia ficción, joder. yo iba a morir antes de encontrarte. debías ser algo onírico. existir en mi universo Lynch privado. y resulta que caminas. que bebes cerveza. que te detienes en los pasos de cebra. que esperas tu turno en la cola del super. que fichas a las ocho. que respiras. que existes más allá de las fronteras que marca mi almohada. soy una perra romántica y tú el detective salvaje que me deja sin aire, sin coartada.

sábado, 1 de octubre de 2011

Blues for Maggie - Cortázar

Ya ves

nada es serio ni digno de que se tome en cuenta,
nos hicimos jugando todo el mal necesario

ya ves, no es una carta esto,

nos dimos esa miel de la noche, los bares,
el placer boca abajo, los cigarrillos turbios
cuando en el cielo raso tiembla la luz del alba,

ya ves,
y yo sigo pesando en ti,

no te escribo, de pronto miro el cielo, esa nube que pasa
y tú quizás allá en tu malecón mirarás una nube
y eso es mi carta, algo que corre indescifrable y lluvia.

Nos hicimos jugando todo el mal necesario,
el tiempo pone el resto, los oseznos
duermen junto a una ardilla deshojada.

Dylan Thomas

"¿Cuál es mi definición de la poesía? Yo no leo más que por puro placer personal. Y si la encuentro todo lo que puedo decir es : ¡Eso!, y la leo porque me gusta. Lean, entonces, la poesía porque les gusta. Sin preocuparse si es importante o si durará. Después de todo ¿qué importa saber qué es la poesía? Si quieren una definición, aquí va: “La poesía es aquello que me hace reír, o llorar, o arrepentirme, que hace relucir la uñas de mis pies, que me hace esto, o aquello, o nada”, y así es.

La verdadera importancia de la poesía reside en el placer que procura, aun cuando es trágica. Lo que cuenta es el eterno movimiento que existe dentro de ella; la vasta corriente subterránea de dolor, ternura, exaltación, o ignorancia humana que se encuentra hasta en poemas no profundos.
Yo puedo examinar una poesía y ver qué cosa la hace vivir técnicamente. Pero nada tiene eso que ver con el misterio que ha llegado a conmoverme. El mayor creador deja siempre "huecos" en su trabajo poético, de modo que aquello que no se encuentra en la poesía pueda resplandecer en uno".