viernes, 31 de agosto de 2012

Agua augA




rocío, escarcha, lluvia, lágrimas,
hielo derritiéndose en mi infierno,
humedad, tierra mojada, pozo, naufragio,
invierno,

y después ser la arena caliente
tu mejor riff, tu ansia, tu insomnio

ciénaga, sudor, océano, diluvio,

ser la cerveza bajando por tu garganta

charco, nube, río, fuente, cala,

y de repente somos serpientes
y de repente podemos mudar la piel
y despegar el pasado
y vestirnos de nuevo
y dejar los trajes viejos
y empezar de cero
ligeros
muy ligeros
avanzando un poco más
ya casi estamos fuera del atolladero

huída, cuchillo, lago, fenicia

jueves, 30 de agosto de 2012

Cosas que nunca te dije - I. Coixet

[Ann]

Tú siempre me preguntabas en qué momento había empezado a quererte. Empecé a quererte exactamente cuando llamaste para decir que me dejabas. De hecho fue en ese preciso momento cuando olvidé el amor que sentía antes, me olvidé de la ternura y del sexo...de tu lengua. Me di cuenta de que lo que había sentido antes no era más que el simple reflejo de lo que es el amor. Descubrí que no te había querido nunca. De repente pensé en aquella tortura que practicaban en Francia, ¿sabes qué hacían? Ataban las extremidades de una persona a cuatro caballos y los azuzaban en direcciones diferentes. Pues así es como me sentí. Así es como me siento. Ahora ya sé lo que es amar. Te amo con esa clase de amor que había rezado por sentir cuando era una adolescente y que ahora rezo por no volver a sentir nunca más.

el placer de la derrota - Richard Yates




Durante unos meses, cuando tenía nueve años, Walter Henderson pensó que caer muerto era el no va más de la aventura, y muchos de sus amigos compartían esa opinión. Habiendo descubierto que el único momento en verdad gratificante de jugar a policías y ladrones era ése en que uno hacía ver que le habían disparado, se llevaba la mano al corazón, soltaba la pistola y se desplomaba, no tardaron en prescindir de todo lo demás –el aburrido proceso de elegir bando y esconderse por ahí- y pulir el juego hasta su esencia misma. Se convirtió, así, en una competición individual, casi en un arte. Por turnos, corrían teatralmente por la cresta de una loma hasta que tenía lugar la emboscada: pistolas de juguete apuntando simultáneamente y un coro de esos entre cortados sonidos (una especie de gutural “¡p-ñ-au!, ¡p-ñ-au!”) con que los niños imitan el ruido de los disparos. El actor principal paraba en seco, giraba sobre sí mismo, quedaba un instante inmóvil en escorzada agonía, doblaba las piernas y se precipitaba ladera abajo en un torbellino de brazos y piernas, levantando una espléndida nube de polvo para finalmente quedar espatarrado allá abajo, guiñapo y cadáver. Cuando se levantaba sacudiéndose la ropa, los otros le ponían nota (“Bastante bien”, o “Demasiado tieso”, o “Falta naturalidad”), y el siguiente se preparaba para actuar. En eso consistía el juego, pero a Walter Henderson le encantaba. Era un chico flaco y de movimientos mal coordinados, y la única cosa vagamente parecida a un deporte en la que destacaba era ésta.”


miércoles, 29 de agosto de 2012

no eran mariposas, eran larvas




no, no eran mariposas, eran larvas, y ese cosquilleo era similar a una pequeña fiesta que reptaba por mi cuerpo, una fiesta itinerante que acabó produciendo un ardor que fácilmente confundí con alegría. si escuece, sana, y en el peor de los casos será una infección. yo pienso que ya no hay cura que no sea una bala de plata, una lobotomía o talar la pasión de un buen hachazo. este sentimiento que gangrena, como el pequeño remolino que deriva en tornado. bienaventurados los románticos, porque de ellos serán las tormentas de verano, los besos dulces y los paseos cogidos de la mano. a nosotros ya sabes lo que nos queda, frotarnos con cada pared como perros pulgosos en busca de caricias tristes. apagar las luces y que nadie nos vea, ni siquiera nosotros mismos, vaya a ser que nos asustemos del reflejo de la derrota en nuestros rostros. 

no eran mariposas, eran larvas,
pero juro que sentí su aleteo en algunos momentos.

martes, 28 de agosto de 2012

ella hubiera querido - Alejandro Fonseca




Ella hubiera querido
tener muslos
y piernas
y una nariz perfecta
sólo para el que nunca la miraba.
Le pusieron un nombre de suicida
que ahora se confunde con el de una estrella
(sólo una estrella
vive muerta en su fulgor).
Aunque es rica en palabras
siente miedo
y paga un poco de amor
con lo que ya no escribirá.
Esta noche sale a incendiar el mundo
y vuelve sola
con su gesto de actriz
con su glamour de feria.

lunes, 27 de agosto de 2012

señales de peligro o una muerte más rápida





doblo esquinas y doblo cartas de amor que nunca te envío como un caballo cansado que nadie quiere. como una cría que aún no ha abierto los ojos, tropezando eternamente. tú tejes y nos amamos. me atrevo con tus trizas igual que me asomo a los abismos que dibujan tus labios, ya cansados. no sabía que era tan valiente. destriparé el amor si me adiestras y me enseñas a lamerte. seré la perra fiel que busca tu mano. si me deslumbras no veré el árbol en la cuneta pero aún a riesgo de estrellarme, te amo. ya no sé dormir sin el segundero de tu corazón. antes todo era sencillo, siguiendo las coordenadas de lo cerebral. ahora vibro con el tacto de tu voz. tiemblo con el timbre de tus manos. tú, cazador insomne. yo, sonámbula atrapa sueños. mira que era fácil jugar al caballito inglés y quedarse quietos. mira que era fácil seguir las señales verticales. lo decían bien claro: calle sin salida. desprendimiento. pero cuando ya no hay nada que hacer, y doy por hecho que eres mi fuego fatuo -porque me descomponía, amor, todo era putrefacción, amor, putrefacción-  ahora, que doy por hecho que eres mi emoción, mi cataclismo, el alud de mis deseos, irrenunciable y violento, me dejo hacer y me rindo -irrenunciable y violenta-  y me condeno.

domingo, 26 de agosto de 2012

trabajo central - H. A. Murena



El instante
en que la espada
de lo posible
súbitamente
se inyecta de sol,
gira,
a segar empieza
los limbos palpitantes.

Y más allá,
cuando como diluvio
de pétalos descienden
las tibias, las fuertes
y finas,
las iridiscentes palabras
recogidas
con ambas manos
antes de que se posen
sobre la realidad

Precisamente
libre de libertad,
lento vuelo
de pájaros
visto en un espejo,
rumor aciago,
fruta absoluta,
un cadalso cubierto
de polen.

Que se entienda
esta dicha terrible
que es cualquier barco
hacia todo naufragio.

Leopoldo María Panero

 
 
La alucinación de una mano, o la esperanza póstuma y absurda en la caridad de la noche
 
A Isa-belle Bonet
«Todo el bienestar del mundo
lo encuentro en Suleika
cuando la achucho un poco
me siento digno de mí mismo;
si me dejara -perdería los ojos.»
(Goethe, Diván oriental-occidental)

Una mujer se acercó a mí y en sus ojos
vi todos mis amores derruidos
y me asombró que alguien amase aún el cadáver,
alguien como esa mujer cuyo susurro
repetía en la noche el eco de todos mis amores aplastados
y me asombró que alguien lamiese en las costras todavía
tercamente la sustancia que fue oro,
aquello que el tiempo purificó en nada.

Y la vi como quien ve sin creerla
en el desierto la sombra de un agua,
la amé sin atreverme a creerlo.

Y la ofrecí entonces mi cerebro desnudo,
obsceno como un sapo, obsceno como la vida,
como la paz que para nada sirve
animándola a que día tras día lo tocase
suavemente con su lengua repitiendo
así una ceremonia cuyo sentido único
es que olvidarlo es sagrado.


 N e c r o f i  l i a


El acto del amor es lo más parecido
a un asesinato.
En la cama, en su terror gozoso, se trata de borrar
el alma del que está,
hombre o mujer,
debajo.
Por eso no miramos.
Eyacular es ensuciar el cuerpo
y penetrar es humillar con la
verga la
erección de otro yo.
Borrar o ser borrados, tanto da, pero
en un instante, irse
dejarlo
una vez más
entre sus labios.





El   l o c o



He vivido entre los arrabales, pareciendo
un mono, he vivido en la alcantarilla
transportando las heces,
he vivido dos años en el Pueblo de las Moscas
y aprendido a nutrirme de lo que suelto.
Fui una culebra deslizándose
por la ruina del hombre, gritando
aforismos en pie sobre los muertos,
atravesando mares de carne desconocida
con mis logaritmos.
Y sólo pude pensar que de niño me secuestraron para una alucinante batalla
y que mis padres me sedujeron para
ejecutar el sacrilegio, entre ancianos y muertos.
He enseñado a moverse a las larvas
sobre los cuerpos, y a las mujeres a oír
cómo cantan los árboles al crepúsculo, y lloran.
Y los hombres manchaban mi cara con cieno, al hablar,
y decían con los ojos «fuera de la vida», o bien «no hay nada que pueda
ser menos todavía que tu alma», o bien «cómo te llamas»
y «qué oscuro es tu nombre».
He vivido los blancos de la vida,
sus equivocaciones, sus olvidos, su
torpeza incesante y recuerdo su
misterio brutal, y el tentáculo
suyo acariciarme el vientre y las nalgas y los pies
frenéticos de huida.
He vivido su tentación, y he vivido el pecado
del que nadie cabe nunca nos absuelva.

David Foster Wallace



e  x  t  i  n  c  i  ó  n

La paradoja de la fraudulencia consistía en que cuanto más tiempo y esfuerzo invertías en resultar impresionante o atractivo a los demás, menos impresionante o atractivo te sentías por dentro: eras un fraude. Y cuanto más fraude te sentías, más te esforzabas en transmitir una imagen impresionante o agradable de ti mismo para que los demás no descubrieran a la persona vacía y fraudulenta que realmente eras. Por lógica, lo normal sería pensar que en cuanto una persona supuestamente inteligente de diecinueve años fuera consciente de esta paradoja, dejaría de ser un fraude y se conformaría con ser él mismo (fuera lo que fuese) porque se daría cuenta de que ser un fraude era una regresión infinita y viciosa que al final solo conducía a estar asustado, solitario, alienado, etcétera. Pero esta era la otra paradoja, de orden superior, que ni siquiera tenía forma o nombre: yo no lo hacía, no podía hacerlo.


a u n q u e    s e a s    a t e o,   s i e m p r e    i d o  l a t r a s    a l g o

La única opción es qué idolatrar. Y la razón sobresaliente para seleccionar a algún tipo de Dios o cosa de tipo espiritual para idolatrar —sea J.C. o Alá, Yahvé o la Diosa Madre o las Cuatro Nobles Verdades o un conjunto de principios éticos inquebrantables— es que casi cualquier otra cosa que idolatras te comerá vivo.

Idolatra tu cuerpo y la belleza y la atracción sexual y siempre te sentirás inapropiado, y cuando el tiempo y la edad se empiecen a notar, morirás miles de muertes antes de que finalmente te planten bajo tierra. En un nivel, todos ya sabemos esto —ha sido codificado como mitos, proverbios, clichés, epigramas, parábolas: el esqueleto de cada gran historia.

El truco es mantener la verdad al frente en nuestra toma de conciencia diaria. Idolatra al poder —te sentirás débil y con miedo y necesitarás cada vez más poder sobre los demás para alejar el miedo. Idolatra tu intelecto, ser considerado brillante —acabarás sintiéndote estúpido, un fraude, siempre al borde de ser descubierto. Y así sucesivamente...


sábado, 25 de agosto de 2012

La traición de Rita Hayworth - Manuel Puig




El primo de Casals, que se llama Héctor, la hache no se pronuncia, sabemos que está ahí esa pequeña letra, y nada más. Hay en mí algo hoy, también, que no se pronuncia, pero está allí. Tal vez sea mejor no encontrarle un sonido. Callemos. Ese coche que pasa en este momento por mi vereda y agita las aguas del charco ya se va alejando, ya no lo oigo, ya no ha dejado más que un hueco en mis oídos, pertenece al pasado, un pasado en que se encuentra con una algarabía de voces juveniles vitoreando a un equipo de volley perdedor, y él no vitorea a nadie, lo sé ¡cuánto más le hubiese gustado un partido de fútbol! y su silencio, su voz que no vitorea, también dejó un hueco en mis oídos. Héctor, tienes una extraña sombra en la mirada ¿y eres silencioso como la primera letra de tu nombre? (...) Héctor, quiero cambiarte el nombre...Alberto, Amadeo, o Adrián, o Adolfo, ¿no te das cuenta por qué? porque así tu nombre va a empezar con "a", como alegría....

El tiempo donde el hombre era un árbol - Antonin Artaud

El tiempo donde el hombre era un árbol sin órganos ni función,
Pero de voluntad
Y árbol de voluntad que avanza
Volverá.
Ha sido y volverá.
Pues la gran mentira ha sido hacer del hombre un organismo
Ingestión, asimilación,
Incubación, excreción
Lo que existía creó todo un orden de funciones latentes
y que escapan
Al dominio de la voluntad
deliberadora
La voluntad que decide de sí a cada instante;
Pues era eso este árbol humano que avanza,
Una voluntad que decide de sí a cada instante,
Sin funciones ocultas, subyacentes, regidas por el inconsciente.
De lo que somos y de lo que queremos poco queda
ciertamente,
Un polvo ínfimo sobrenada,
Y el resto, Perre Loëb, qué es?
Un organismo para ingurgitar,
Pesado de carne,
Y que excreta
Y en cuyo campo
Como una irisación,
Lejana,
Un arco iris de reconciliación con
Dios,
Sobrenadan,
Nadan,
Los átomos perdidos,
Las ideas,
Accidentes y azares en el conjunto de todo un cuerpo
Qué fue Baudelaire,
Qué fueron Edgar Poe, Nietzsche, Gérard de Nerval?
Cuerpos
Que comieron,
Digirieron,
Durmieron,
Roncaron una vez por noche,
Cagaron
Entre 25 y 30.000 veces,
Y frente a 30 o 40.000 comidas,
40 mil sueños,
40 mil ronquidos,
40 (mil) bocas amargas y agrias al despertar
Tienen que presentar unos 50 poemas,
Verdaderamente no basta
Y el equilibrio entre la producción mágica y la producción automática está muy lejos de ser mantenido.
Está absolutamente roto
Pero la realidad humana, Pierre Loëb no es eso
Somos 50 poemas,
El resto no somos nosotros sino la nada que nos reviste,
Se ríe de nosotros primero,
Vive de nosotros después.
Ahora bien, esta nada no es nada,
No es algo,
Es algunos.
Digo algunos hombres.
Bestias sin voluntad ni pensamiento propio
Es decir sin dolor propio,
Sin la acepción en ellos de la voluntad de un dolor propio
Y que no han encontrado otro medio de vivir
Que falsificar la humanidad.
Y del árbol cuerpo,
Pero voluntad pura que éramos,
Han hecho este alambique de mierda
Este tonel de destilación fecal,
Causa de peste,
Y de todas las enfermedades,
Y de este lado de debilidad híbrida,
De tara congénita,
Que caracteriza al hombre nato.
Antes, el hombre era virulento,
No era más que nervios eléctricos
Llamas de un fósforo perpetuamente encendido,
Pero eso ha pasado en la fábula,
Porque los animales han nacido en ella,
Los animales,
Esas deficiencias de un magnetismo innato,
Ese hoyo hueco entre los fuelles poderosos,
Que no eran,
Eran nada
Y se volvieron algo
Y la vida mágica del hombre ha caído,
El hombre ha caído de su roca imantada,
Y la inspiración que era el fondo
Se ha transformado en el ojo, el accidente,
La singularidad,
La excelencia,
Excelencia tal vez
Pero frente a tal montón de horrores
Que más valdría no haber nacido nunca jamás.
No era el estado edénico,
Era el estado maniobra,
Obrero,
El trabajo sin rebordes, sin pérdidas,
En una inenarrable singularidad,
Por qué ese estado no se ha conservado?
Por las razones por las cuales
El organismo animal hecho por y para animales,
Que desde siglos ha continuado
Va a estallar,
Exactamente por las mismas razones.
Más ineluctables éstas que aquellas
Más ineluctable el salto del organismo de las bestias
Que el del trabajo único
En el esfuerzo de la única y muy hallable voluntad.
Porque en realidad el hombre árbol,
El hombre sin función ni órganos que justifiquen su humanidad
Ese hombre ha continuado
Bajo el revestimiento de lo ilusorio del otro
El revestimiento ilusorio del otro,
Ha continuado en su voluntad,
Pero escondida,
Sin compromisos ni contactos con el otro.
Y lo que ha caído es aquello que ha querido rodearlo e imitarlo.
Y luego
De un gran golpe,
De bomba,
Revelará su inanidad.
Porque una criba debía crearse entre el primero de los hombres.
Pero los otros, árboles y los otros, ha sido necesario el tiempo, siglos de tiempo para que
Los hombres que han comenzado ganando sus cuerpos,
Como el que no ha comenzado y no ha cesado de ganar su cuerpo,
Pero en la nada
Y no había nadie
Y no había conmigo
Entonces?
Entonces.
Entonces las deficiencias han nacido entre el hombre y el ávido trabajo de bloquear también la nada.
Pronto ese trabajo será terminado.
Y será preciso que el caparazón ceda.
El caparazón del mundo presente.
Construido sobre las mutilaciones digestivas de un cuerpo que diez mil guerras descuartizaron,
Y el mal,
Y la enfermedad
Y la miseria,
Y la escasez de alimentos, objetivos y sustancias de primera necesidad.
Los mantenedores del orden del beneficio,
De las instituciones sociales y burguesas
Que jamás han trabajado,
Pero han amontonado grano sobre grano desde millones de años el bien robado,
Y lo mantienen en ciertas cavernas de fuerzas
Defendido por toda la humanidad
Exceptuando sólo algunos
Van a verse constreñidos a restituir sus energías
Y por eso a combatir y no podrán no combatir.
Pues su cremación eterna está al término de la guerra,
Aquélla, apocalíptica que viene
Por eso creo que el conflicto entre América y Rusia
Sigue multiplicado por las bombas atómicas,
Es poca cosa frente al otro conflicto
Que va
De un sólo golpe
a estallar
Entre los mantenedores de una humanidad digestiva
Por una parte,
Por la otra
Con el hombre de voluntad pura y sus muy raros adeptos y seguidores
Pero que tienen la fuerza
sempiterna
para ellos.

Traducción: Alejandra Pizarnik

Loca - Jaime Gil de Biedma




La noche, que es siempre ambigua,
te enfurece -color
de ginebra mala, son
tus ojos unas bichas.

Yo sé que vas a romper
en insultos y en lágrimas
histéricas. En la cama,
luego, te calmaré

con besos que me da pena
dártelos. Y al dormir
te apretarás contra mí
como una perra enferma.

viernes, 24 de agosto de 2012

Javier Corcobado

q  u  i  e  r  o                                                                  

   

quiero retorcer tus labios                                             
hasta que tus ojos escupan lágrimas
que insulten te quiero.

quiero arañar tus pupilas
hasta que las huellas dactilares de mi pelo
sientan tu más suave caricia.

quiero meter un lobo
dentro de tu cuerpo y alma
para que la sangre que saboreo
                 sea el amo más envidiable




d  o  b  l  e    m  o  r  t  a  l







a veces la leucemia
se va a vivir a la sangre del dolor
y todos los días son agosto en martes.
la guerra nos mirará
con la calma de cuatro horizontes de guerra.
hermana tus brazos de bronce
dejaron cicatrices.
  a veces la leucemia
se va a vivir a la sangre del dolor
 y todos los días son agosto en martes.
voy a licuar mi alma dentro de ti,
en tu sauna oscura,
donde ahora sólo hay muerte
y después un poquito de vida.






 v  a  g  a  b  u  n  d  o





llevo años buscando
el pañuelo con el que limpiaste mi beso.
de papel, con el sello de tus labios rojos,
es.

jueves, 23 de agosto de 2012

Amor en la autopista - Betina Edelberg

 
                                                                                                            Mala noche, Antoine d'Agata



Entre palabras muertas
digo amor porque te amo:
y paso y vuelvo a encontrarte veloz
hemos jugado con la muerte durante varios días
Apenas conozco tus voces y no importa
No te imagino con piernas y no importa:
Me acompaña tu cara invadida por miradas
Me acompañan tus manos detenidas en el volante
Y te pienso entre verte y no verte
tan rodeados de velocidades
entre ayer y otra vez ahora
Ya conozco tus ritmos y tus sonrisas
las crispaciones que se postergan al reconocernos:
Te encuentro en mi espejo y te descubro en el tuyo
Eres un paisaje rodeado de ventanillas casi un cuadro
en donde juegan tu perfil y tus cuartos
Conozco las latitudes de tu pelo
las horas de tu barba
las estaciones en tu ropa
tu nuca y tus espaldas
Entre palabras muertas
digo lluvia y melancolía
cuando viajamos adivinándonos
y digo cinco días de la semana
porque me pierdo y no existo
cuando se me clavan los feriados y los descansos
Tengo miedo del día en que nos detengamos
y bajemos para hablarnos
porque ya no podremos seguir jugando
Ahora saldrás de la autopista
y agitarás la mano:
Yo seguiré viajando y esperando hasta mañana

miércoles, 22 de agosto de 2012

Viaje al fin de la noche - Louis-Ferdinand Céline

  


Me faltan algunos odios todavía.
                                          Estoy seguro de que existen.
(...)                                                                                     

Os lo digo, infelices, jodidos de la vida, vencidos, desollados, siempre empapados de sudor; os lo advierto: cuando los grandes de este mundo empiezan a amaros es porque van a convertiros en carne de cañón.

(...)

Lo peor es que te preguntas de dónde vas a sacar bastantes fuerzas la mañana siguiente para seguir haciendo lo que has hecho la víspera y desde hace ya tanto, de dónde vas a sacar fuerzas para ese trajinar absurdo, para esos mil proyectos que nunca salen bien, esos intentos por salir de la necesidad agobiante, intentos siempre abortados, y todo ello para acabar convenciéndote una vez más de que el destino es invencible, de que hay que volver a caer al pie de la muralla, todas las noches, con la angustia del día siguiente, cada vez más precario, más sórdido.

 (...)

Pero era demasiado tarde para rehacer la juventud. ¡Ya no creía en ella! En seguida te vuelves viejo y de forma irremediable. Lo notas porque has aprendido a amar tu desgracia, a tu pesar. Es la naturaleza, que es más fuerte que tú, y se acabó. Nos ensaya en un género y ya no podemos salir de él. Yo había seguido la dirección de la inquietud. Te tomas en serio tu papel y tu destino poco a poco y luego, cuando te quieres dar cuenta, es demasiado tarde para cambiarlos. Te has vuelto inquieto y así te quedas para siempre.

 

"La energía de los esclavos" 1972 - Leonard Cohen

                                                                                     Wilhelm & Ingrid, Mat Collishaw



Me gustaría leer
uno de los poemas
que me arrastraron a la poesía.
No recuerdo ni una sola línea,
ni siquiera sé dónde buscar.
Lo mismo
me ha pasado con el dinero,
las mujeres y las charlas a última hora de la tarde.
Dónde están los poemas
que me alejaron
de todo lo que amaba
para llegar a donde estoy
desnudo con la idea de encontrarte.

martes, 21 de agosto de 2012

el temblor de los temblores o algo así




lo siento amor, me resbalé en ti y ya no sé levantarme. ayúdame, coge mi mano, aprieta fuerte, impúlsame. sácame de tu sendero o echaré ancla. los vasos comunicantes de nuestros deseos acaban siendo una putada. los jadeos se confunden con los cantos de las gaviotas y tus piernas de alabastro sólo auguran mi derrota. no puedo parar de gemirte. veintitrés cuarenta de lunes noche. no hay coartada de domingo. ni pena tan de media tarde. sólo deseo y latido. punzadas que tricotan. con este temblor tan tuyo, probaremos los cimientos aunque ya me da igual ser ruina y ser hundimiento. rascacielos o rascasuelos. yo quiero vivir aquí y ahora. desembalar los hastaluego. necesito tirarme en el suelo y que entres a oscuras y me pises y me tropieces y digas: yo ya más no puedo. mis rodillas como extremos, mi ecuador, como tu averno. tu hogar, tu demora, tu plato caliente, tu aurora. trágame entera. que no te sobre, que nunca te llegue el invierno.

lunes, 20 de agosto de 2012

el guardián entre el centeno - J.D.Salinger


“Verás. Muchas veces me imagino que hay un montón de niños jugando en un campo de centeno. Miles de niños. Y están solos, quiero decir que no hay nadie mayor vigilándolos. Sólo yo. Estoy al borde de un precipicio y mi trabajo consiste en evitar que los niños caigan a él. En cuanto empiezan a correr sin mirar a dónde van, yo salgo de donde esté y les doy alcance. Eso es lo que me gustaría hacer todo el tiempo. Vigilarlos. Yo sería el guardián en el centeno. Te parecerá una tontería, pero es lo único que de verdad me gustaría hacer. Sé que es una locura.”

Alberto Santamaría




Yo,
te comería el corazón y los pies fríos
cuando empiezas a beber, y tus ojos
se encienden como dos animales celosos.

Yo,
te comería el corazón, las palmas de las manos,
cuando el camarero te mira, nos mira
y elevando tus ojos en el aire pides otra.

Yo, amor,
te comería el corazón y el hambre, la soledad
entera cuando empiezas a beber, y sin venir a cuento
dices mi nombre como si nombrándome
yo fuese el único cuerpo de la tierra.

Yo, amor,
te comería el corazón, los pies, el aire
cuando juntos ya en casa,
casi heridos,
me devuelves tu nombre, sacias mi sed.

J. M. Coetzee






Hoy me dolía tanto la cadera que no podía caminar y apenas podía sentarme. Inexorablemente, día tras día, el mecanismo físico se deteriora. En cuanto al aparato mental, estoy siempre ojo avizor en busca de piezas del engranaje rotas, plomos fundidos...todos los viejos se vuelven cartesianos.

(...)

Nunca he sentido con agudez los placeres de la posesión. Me cuesta mucho trabajo pensarme como el dueño de algo. Pero tiendo a meterme en el papel del guardián y el protector de lo no amado, de lo no amable, de lo que otras personas desprecian o rechazan: viejos perros con mal carácter, muebles feos que han sobrevivido tercamente, automóviles al borde del colapso. Es un papel al que me resisto; pero, de vez en cuando, el atractivo mudo de lo no deseado vence a mis defensas.

El prefacio de una historia que jamás será escrita.

domingo, 19 de agosto de 2012

haiku - Leopoldo María Panero



un lago ha nacido
en mi cráneo
flotan los peces.
en el viejo castillo de Koomoro
dos mujeres, en la cocina,
derrumban sus ojos.
hembra que entre mis muslos callabas
de todos los favores que pude prometerte
te debo la locura.
en la arena
yace un muerto
es lo mismo
yacer entre palabras.
los vivos imitan a los muertos:
se pintan las cejas
y los pómulos
colorean de rojo.
estoy de rodillas ante la roca.
quén fui, lo sabe la roca.
que no seré nadie al fin, la roca lo dice
y el valle lo difunde.
un cerdo cierra la puerta
un ave cae como saliva sobre la página.
pinto mis uñas.
pienso en mi hermano
tumba entre tumbas.
de una roca penden dos hombres
mejor sería
pender de una nube.
el loquero sabe el sabor de mi orina
y yo el gusto de sus manos surcando mis mejillas
ello prueba que el destino de las ratas
es semejante al destino de los hombres.

sábado, 18 de agosto de 2012

poema segundo - Lydia Lunch




el vacío es sólo un sueño invertido en el que todos nos ahogamos. condenados a las horas vacías de escalofríos y deseos enmohecidos donde idiotas sabios recorren el erial, buscando el amor perdido entre las ruinas...
y el amor no es sino un intercambio de saliva entre cadáveres perfumados que pretenden acelerar su propia destrucción y mostrar sus heridas bajo los focos de un charco luminoso. 
buscas las mentiras de la carne, una mera caldera de tripas con el don de vertir lágrimas. 
veo a amantes aprovechar su propia enfermedad, explotar su desequilibrio con violencia y habilidad en el salón de la sangre y las tripas, el osario de los sueños, donde los extremos de pasión y éxtasis se rompen como un obseso, una ausencia, un abismo oscuro que sigue al delirio.

el arte de la rabia




vamos a deshidratarnos. vamos a sudar el odio, la poesía, el espanto y el pasado. los aullidos a la luna y la espera. la habitación será un charco. deberás hacer torniquete con tu lengua o al día siguiente dirán: qué hermosos, murieron sedientos y ahogados. haré ovillos con tus orgasmos y me haré jerséis de lana para pasar el enero que llegue cada vez que te vayas. voy a descerrajar contra tu pecho uno a uno mis deseos con un lo siento falso, muy falso. el amor como un horno. el arte de la rabia en tus manos. necesito la resaca de tu piel y de los días en que andas perdido, así como mi lengua sobre tu asfalto. quiero caer sobre ti, que reviente el vidrio por lo nunca gritado. quiero ser tu vértigo y tu vuelo y la caricia que te derriba. que te derriba en cada noche que se alarga demasiado. que te derriba en el segundo en que la habitación se vuelve negra y la saliva espesa te anda devorando. esta anemia tiene que ser lo mucho que me faltas y esta carencia de luz a pleno día el significado de distancia. siempre aguardaré tu siguiente asalto. siempre así hasta que me queme la garganta con tu cayena. esta mujer tiene que ser motel para tu descanso y tú mi géiser y mi condena.

viernes, 17 de agosto de 2012

carta del suicida - Gonzalo Rojas




Juro que esta mujer me ha partido los sesos.

Porque ella sale y entra como una bala loca,

y abre mis parietales, y nunca cicatriza,

así sople el verano o el invierno,

así viva feliz sentado sobre el triunfo

y el estómago lleno, como un cóndor saciado,

así padezca el látigo del hambre, así me acueste

o me levante, y me hunda de cabeza en el día

como una piedra bajo la corriente cambiante,

así toque mi cítara para engañarme, así

se abra una puerta y entren diez mujeres desnudas,

marcadas sus espaldas con mi letra, y se arrojen

unas sobre otras hasta consumirse,

juro que ella perdura, porque ella sale y entra

como una bala loca

me sigue adonde voy y me sirve de hada,

me besa con lujuria

tratando de escaparse de la muerte,

y cuando caigo al sueño, se hospeda en mi columna

vertebral, y me grita pidiéndome socorro,

me arrebata a los cielos, como un cóndor sin madre

empollado en la muerte.

jueves, 16 de agosto de 2012

asma es amor - Gonzalo Rojas





Más que por la A de amor estoy por la A
de asma, y me ahogo
de tu no aire, ábreme
alta mía única anclada ahí, no es bueno
el avión de palo en el que yaces con
vidrio y todo en esas tablas precipicias, adentro
de las que ya no estás, tu esbeltez
ya no está, tus grandes
pies hermosos, tu espinazo
de yegua de Faraón, y es tan difícil
este resuello, tú
me entiendes: asma
es amor.



A Hilda, mi centaura


miércoles, 15 de agosto de 2012

Boris Vian


Moriré de un cáncer de columna vertebral                         
Será en una noche horrible
Clara, cálida, perfumada, sensual
Moriré de podredumbre
De algunas células poco conocidas
Moriré de una pierna arrancada
Por una rata gigante surgida de un agujero gigante
Moriré de cien cortes
El cielo caerá sobre mí
Roto como un gran vidrio pesado
Moriré de un grito
Que reviente mis tímpanos
Moriré de heridas sordas
Infligidas a las dos de la madrugada
Por asesinos indecisos y calvos
Moriré sin darme cuenta
De que muero, moriré
Sepultado bajo las ruinas secas
De mil metros de algodón derrumbado
Moriré ahogado en aceite de motor
Pisoteado por bestias indiferentes
Y, justo después, por bestias diferentes
Moriré desnudo, o vestido de rojo
O cosido en un saco con cuchillas de afeitar
Moriré quizá sin preocuparme
Del esmalte de uñas en los dedos del pie
Y con las manos llenas de lágrimas
Y con las manos llenas de lágrimas
Moriré cuando me despeguen
Los párpados bajo un sol rabioso
Cuando me digan lentamente
Maldades al oído
Moriré de ver torturar a niños
Y a hombres asombrados y lívidos
Moriré roído vivo
Por gusanos, moriré
Con las manos atadas bajo una cascada
Moriré quemado en un incendio triste
Moriré un poco, mucho,
Sin pasión, pero con interés
Y luego cuando todo haya acabado
Moriré.



No quisiera morir antes de conocer los monos de Brasil que duermen sin soñar,
los zorros de Moscú devorando el jardín, las arañas de plata de seda y de rubí.
No quisiera morir sin saber que la luna redonda disimula el filo de una hoz,
si en las cuatro estaciones caben tres primaveras, si hace frío en el sol.
Sin haber paseado vestido de mujer por un gran bulevar,
sin haber penetrado en las turbias miradas,
sin entrar en tu casa por la puerta de atrás.
No quisiera morir sin conocer las llagas ni cualquier enfermedad que nos hace sufrir.
El contagio del mal o el contagio del bien si se estrenan en mí me echaría a reír.
Y también, cómo no, lo que ya conocí en el fondo del mar, donde bailan un vals
el pulpo y el delfín y la hierba de abril y el olor a resina y el perfume en la piel
de mi clara Madame, mi amante, mi heroína, mi peluche cruel, mi eterno manantial.
No quisiera morir sin haber agotado mis labios en sus labios mi todo con su todo,
su todo con mis manos, su infinito tesoro, mi amor desmesurado.
No quisiera morir sin que se haya inventado la rosa permanente, el ocio laboral,
el mar en la montaña la montaña en el mar, el dolor que no daña y la sombra en color.
A los niños volando y al genio inventando la vacuna total, la aventura espacial,
fontaneros baratos, los monarcas en cueros, arquitectos modestos, abogados sinceros,
tantas cosas que ver, tantas cosas que oír, tanto por esperar contra la oscuridad.
Y ahora veo el final que se acerca hacia mí, que me quiere besar con besos de marfil, que me quiere llevar.
No quisiera morir sin dejar de probar a la gélida novia, la de gusto más fuerte, el sabor que me agobia.
No quisiera morir sin dejar de probar el sabor de la muerte.


Hace sol en la calle
Hace sol en la calle
Me gusta el sol pero no me gusta la calle
O sea que me quedo en casa
Esperando que venga el mundo
Con sus torres doradas
Y sus cascadas blancas
Con sus voces de lágrimas
Y las canciones de la gente que está alegre
O a la que pagan por cantar
Y en la tarde hay un momento
En que la calle se transforma en otra cosa
Y desaparece bajo el plumaje
De la noche llena de ‘puede ser’
Y de las canciones de quienes han muerto
Entonces bajo a la calle
Que se extiende allá hasta el alba
Una humareda se estira cerca
Y yo camino a través del agua seca
Del agua que refresca en la noche fresca
El sol volverá pronto.

martes, 14 de agosto de 2012

en contra - Alejandra Pizarnik




Yo intento evocar la lluvia o el llanto. Obstáculo de las cosas que no quieren irse camino de la desesperación ingenua. Esta noche quiero ser de agua, que tú seas de agua, que las cosas se deslicen a la manera del humo, imitándolo, dando señales últimas, grises, frías. Palabras en mi garganta. Sellos intragables. Las palabras no son bebidas por el viento, es una mentira aquello de que las palabras son polvo, ojalá lo fuesen, así yo no haría ahora plegarias de loca inminente que sueña con súbitas desapariciones, migraciones, invisibilidades. El sabor de las palabras, ese sabor a semen viejo, a vientre viejo, a hueso que despista, a animal mojado por un agua negra (el amor me obliga a las muecas más atroces ante el espejo). Yo no sufro, yo no digo sino mi asco por el lenguaje de la ternura, esos hilos morados, esa sangre aguada. Las cosas no ocultan nada, las cosas son cosas, y si alguien se acerca ahora, y me dice "al pan pan y al vino vino" me pondré a aullar y a darme de cabeza contra cada pared infame y sorda de este mundo. Mundo tangible, máquinas emputecidas, mundo usufructuable. Y los perros ofendiéndome con sus pelos ofrecidos, lamiendo lentamente y dejando su saliva en los árboles que me enloquecen.

Jacques Roubaud

Algo negro (fragmento)
"
No puedo escribir de ti más verídicamente que tú misma. No es que sea incapaz por naturaleza, sino que la verdad de ti, la has escrito. Y porque tú escribías para ser leída sólo después de muerta, porque la he leído, contigo muerta, y hecho mía, esa verdad es la más fuerte de todas. No podré ir más allá. Lo que guardo de ti, y que sólo a mí incumbe, no es del orden de la verdad sino de la física: Tacto de las rodillas a la frente, sabor de cerveza en la lengua, perfume en los brazos, debajo, vista y voz, de lejos, me abrasan: circuitos que no se apagarán. aún no. Eso es sólo mío, y con razón. Sólo escribiré de ti desde mi propia altura. O bien me acuesto y hago sombra.
(...)
Nada me influye en la negrura, la noche se lleva la luz, los objetos son reales como huellas, no se ven, pero se intuyen. Y el silencio es lo que queda cuando todo se sabe y nada se espera.
"
en esta ciudad...

En esta ciudad que no te gusta
Donde has pasado tantos días
Que te repugna hasta el contarlos
¡Miedo a cuanto no reconoces!
¡Miedo de todo lo que has visto!
Calles arriba calles abajo
Clases de nueve clases de barro
Clases de mutismo bocas de lobo
En esta ciudad que no te gustaba
De la que no supiste nunca desviarte
Por culpa de todo lo que no sabes
Trabajando por sílabas todos estos veranos
Pasmado por los muertos que se te han muerto aquí
En esta ciudad que no te gustaba.

Alain Bosquet

retrato de un hombre inquieto


   Se retira hacia el fondo de sí mismo a pensar
lo poca cosa que es. Tal vez se vuelve al árbol
que le sugiere un gesto. Al cabo de una hora,
es la arena más bien quien le influye. Indolente

recuerda un viejo amor. Se cree bien conservado
a pesar del olvido y la sangre agolpada
sobre su corazón. No estaría tan inerme
si tuviera un amigo: por ejemplo un guijarro,
un ave moribunda, una colina cálida.
Cierra primero un ojo, luego el otro, escrutándose
con furor. No descubre nada fundamental
en sus pulmones ni en sus almas, que se quita
una detrás de otra, igual que sus camisas.
Toda serenidad le parece una ofensa.



vacilación

Preséntame a la desconocida que tú te vuelves al momento                                               
en que el poema se insinúa
como un insecto entre tus dedos,
y, al repartirte con los lobos,
vuelve golondrinas tus senos.
¿Eres mía, mujer rebelde,
que transformada en piedra veo?
Mírame ahora, soy tu amo
y el infinito aquí te enseño:
a cada paso que avanzamos
hay que renacer ante el verbo
que une obediencia y aventura.
Reconstruyo tu brazo nuevo
y reconstruyo tu figura,
mas nos lleva este movimiento
hasta el fondo de nuestra sangre
-niños que acosa un blanco vértigo
y cuyo sueño vale apenas
la sílaba que está muriendo.


 
como un deseo


                                                                         
                                                          Como un deseo,
y nadie sabe si será de silencio
o de perfume.
Como un impulso,
y nadie sabe si lo proporcionan las hormigas,
las nubes de la noche, las yeguas locas.
Como un enigma,
y nadie sabe si le corresponde a Dios,
al hombre , al polvo,
resolverlo.
Como un prólogo,
y nadie sabe si le seguirán los frutos,
las palabras, los reproches disimulados.
Como una ciencia
y nadie sabe a quién corresponde,
útil o caprichosa
o mil veces contradictoria.
Como un asombro,
y nadie sabe si existe alguien
para asombrarse, para ser feliz,
para determinar las grandes desgracias.
Como una ley,
y nadie sabe si hay que proferirla,
callarla, escribirla de nuevo
o llevarle cada mañana máscaras nuevas.




lunes, 13 de agosto de 2012

no exit - Perséfone




Del tajo en el que entraste
para hundirme en el mundo,
no saldrás. No lo lamento.
Atragantado de flores y murciélagos,
nada podrás decir.
Nada se dice abajo, en esa noche.
Los murciélagos rivalizan con los pájaros.

(Al tajo que me expulsó a este mundo, 
sin pedirlo, no podría volver. No lo lamento.
Está tatuado en mí. Tracé el dibujo. 
Atragantada por lo impronunciable,
lo convertí en el cuerno de mi propio unicornio.
Perforo, cuelgo, anudo, elijo el estandarte)

Mi sexo prensil te ha secuestrado.
Sellado con sus labios la salida de tu curiosidad.
No podrías estar mejor en otra parte.
Te como y tus astillas navegan por mis venas.
Ahora que ya me has visto desde adentro
supongo que no hay nada que quieras preguntar.



domingo, 12 de agosto de 2012

Joan Margarit


n  a  u  f  r  a  g  i  o  s

La calle, estrecha y húmeda
la ocupan estos trastos:
un sofá roto y una vieja lámpara,
la nevera oxidada y dos colchones
que alguien ha apoyado en la pared.
Es todo cuanto queda de un desahucio.
Son restos del futuro.
A menudo se ven por estas calles,
y sin embargo hoy piensa que, quizá,
son restos de sí mismo lo que ha visto.
Entonces vuelve la cabeza: un gato,
encaramado en el sofá, le mira
como ella antaño con sus ojos verdes.


a  m  o  r     y     t  i  e  m  p  o

Recuerda cuando aún desconocías
que la vida no tendría piedad contigo.
Amor y tiempo: el tiempo nos habita
como arena del río que, despacio,
va cambiando la forma de la costa.
El amor, que ha copiado en tu mirada
la claridad de la isla del tesoro.
Sensual, solitaria, rodeada
por la sonora senectud del mar
y gritos militares de gaviotas.
El sueño clandestino de los cincuenta años.



d  é  b  i  l     c  l  a  r  i  d  a  d

La burbuja de luz dentro del túnel
se lleva nuestras caras hacia la oscuridad.
A pesar de que en mí reconozco vestigios
del niño de la guerra corrompido
por aquel tenebroso mito de la pureza,
me miro en los cristales de este vagón del metro
con una mineral indiferencia
porque, dentro de mí, ya nada cambiará.
Duro amor el de un viejo, como higuera
silvestre y polvorienta.
Su oscuro corazón está escondido
como el de la amapola, entre los pétalos,
rojos y grandes pero, en cambio, débiles.
Cuanto más fría es su pasión, más ciega.
El sexo aún resiste en un tugurio
con una luz muy débil en el fondo del cráneo.
La muerte espera afuera para entrar.