malditos sean los curiosos y que los malditos sean curiosos:
la esencia de la poesía es una mezcla de insensatez y látigo...
....el gran Hank

miércoles, 26 de febrero de 2014

porque somos una maraña de anclas frías que sueñan arenas en mitad del viento





































será esto (dile amor) una Atlántida
que «en un solo día y una noche terribles»
deja reguero de mapas que desnucan horizontes para siempre,
corriente melodrama inyectable en vena,
para pasar los días
herida de firmamentos?

será esto la sintaxis de cuerpos que no existe
ponerse perdidos y salpicarnos de amor en cada esquina
embadurnar la casa
mientras la rutina se amontona como nieve sucia en la puerta
que acabaremos devorando hasta salir huyendo?

será lo que se rompe y se pierde
  
el hombre que se rescata sabe que viene del plomo
y de la deriva de los inviernos
y de la hembra del eclipse entre las piernas
que deviene yunque estancado dentro
y de clavarse puñales locos y lentos en el mar de la memoria 
y sabe leer en lo turbio y no volver a nombrarla

porque somos una maraña de anclas frías que sueñan arenas en mitad del viento
y contenemos trazas de naufragios y cuchillos que reflejan vértigos
 
movemos el dolor de sitio,
/porque esto siempre tuvo algo de dolor/

mutación tan salvaje
del animal que lame la mano al desgarro en sus fauces
lo enterramos en las playas como cuando niños hasta que suba la marea
para que después sea el lodo de nuestro puño y letra infecta
para que sea alimento
para que sea un iris dilatado y desangrado en imágenes punzantemente bellas
es una fábrica de escozor y jardines,
de urgencias y abrazos que quebraron cimientos
y será una Insolación gozosa que nos abrasó hasta el hueso

es la trampa de pez abisal donde se ahuyenta la luz

donde tendemos la tragedia para que seque
donde amaina el viento que contiene suspiros y palabras arrojadas
donde amasarnos feroces las puntas y los huecos
el cuenco donde verter el óxido del hierro que se llora por dentro. 

domingo, 16 de febrero de 2014

el mañana es un potro mordido de rabia y belleza



Eres lúbrica y solar
como la palabra verano
F. G.


y dichosa
cuando te rompe a llorar en mitad del orgasmo la carne,
cuando te viertes como un cuerpo lleno de futuro y alambradas
y te nacen tormentas en mitad del pecho,
tormentas que conocen la calma que llegará
con la boca llena de precipicio
después de la ancha hemorragia.

Reina del país lluvioso del que habló Baudelaire
el dolor sucede para que luzcan en tus ojos los versos tridente
y hagas algo con la congoja y toques pie en la noche
que hay que tener talento para no reventar en la ciclotimia
cuando vamos armados hasta los dientes de aguijones vacíos
y el mañana es un potro mordido de rabia y belleza

Que te tomes la licencia de abarcarte la piel con palabras
que la mujer que no se hace de lluvia es un desierto
que le grites al hombre: hazme la vida
que a este teatro de días repetidos le sobran epidurales
y le faltan altares en los que arda toda la madera vieja
que traen los nombres y los ayeres

Que el cansancio es la trampa descomunal que le brota a la existencia
que no sabemos qué nos hemos hecho ni dónde nos hemos dejado
pero no era un parque hermoso ni una mañana de verano

martes, 11 de febrero de 2014

en el vértigo




Quiero desconocerme
hazme forastera con tus labios en cueros.
Qué abuso de temblor en nuca, pezones y aliento
cuando me alcanzas con destreza la espalda y el invierno en el vértigo.

Con tus suelas que se gastan
como sexos que se usan y se incendian
y desprecian después, cuando arrecia el drama de la luz que siempre traerá el tiempo

Yendo a algún lugar que tenemos dentro
traigo restos del temporal en las bocas y en el pelo.
Gemidos acústicos llenando de caos universos.
Tus versos son esquelas para el desastre.
Acepto la penetración tóxica de tu hambre en mi noche abierta,
en mi sed de rocoso cauce
Acepto la confusión de palparnos a trasluz en la incertidumbre pero verdaderos,
con el antojo del que ansía saciarse.

Tierra, relájate, me maldigo,
el amor es un instante de alboroto
geometría de cuerpos de resina a la deriva
nuestros templos.
Me hallaste el pulso en las muñecas junto con los suicidios.

En lo rotundo de mi fragilidad te ofrecí mi mal de altura
en lo que embiste
con el animal sangriento y sangrante y sagrado
que se pierde en la llamada del afilador de la congoja
que viene a limarte la punta del dolor para que te cabalgue entraña arriba
vientre adentro.

Piel que toma la caricia y devuelve el hueco
desprende la carne del recuerdo
depura la paciencia y vuélvete salvaje
lame el óxido del reloj que corre diabólico en la corriente.

Mirando fotos de Kertész para acabar de arruinar deformar inclinar la alegría
se nos detiene la sangre
boca abajo
Te doy mi amor como una nodriza oceánica que regala el mar que habita sus pozos.
Néctar, liba

Porque tú y yo nos fingimos fuera del poema
fuera del recinto que acota la estrofa, desvivimos.

Suena a metal
Suena a cristal
Suena a tristeza

A maldad
sabe a litio sabe a letargo de horizonte
a zumbido de nostalgias crudas e insanas

Vestirme de tu piel cualquier mañana como quien muda la vida que le calza
exhibir desasosiego,
someter el alma a una autopsia furibunda
y con un chasquido eléctrico desaparecer entre palabras
renunciar al suelo en la caída
con el gesto malcriado del que quiere vivirse hasta el fondo.

lunes, 3 de febrero de 2014

la mordedura



















Sucedió hace años,
algún verso eneasílabo que me tomó el pulso
alguna noche cabizbaja y somnolienta
y el despertar de las fieras
que hicieron añicos los vestidos de pánico.

Mi padre conoce los vientos y las nubes y la cara del sol
pero yo no lo vi venir, siempre de sotavento,
hasta que en mis manos tuve los pomos que arden
y abren, como cicatrices que no sanarán jamás,
barrancos por dentro.

De puertos y partidas me hablaban.
Tan descreída me revelé sumisa
en los pabellones que nos regala la métrica maldita de la desidia
como ofrenda para los angustiados
como sutura para los desamados.

Me mordieron las palabras te digo
dejando reguero encarnado en mi fondo
y la sangre trajo más sangre
y llegaron más cuerpos que decapitaron mi sencilla armonía,
con sabor a oleaje y dioses neptunos,
manchaban corazones de alabastro
y abracé sus pequeñas fortunas
y abracé sus hermosas torturas.

Radiografiaban mi esquizofrenia amorosa
y rebosaban sienes calientes,
con brutalidad se amarraban a mi garganta,
prometían significados,
dibujaban brazadas en la espesura del llanto,
se desprendía el minutero en ellos.

A veces luminosos,
a veces tenebrosos,
barata desolación la que traía mi saliva sin su voz, sin su canto.

Hice un dique en la memoria para su veneno
con mis manos, con mis besos.
Como un depósito que arde eternamente
y declama vida,
veneré la sangría de versos ajenos.

Y te confieso que me encontré siempre en sus cielos acorralados
lamí la carótida cercenada del viento
y me golpeé con la torpeza del insomne al que no le cabe ya el mundo en las manos.

Desde entonces me hallas cautiva,
decadente y ritual,
sangrando un blues por los costados,
curándome y saciándome en él,
sometida al deseo incunable.

Porque el poema es el sudor de las mujeres en la emboscada.
Porque sabes que trae su foso y su propio descalabro.
(bastan unos ojos fríos para no ver)