malditos sean los curiosos y que los malditos sean curiosos:
la esencia de la poesía es una mezcla de insensatez y látigo...
....el gran Hank

lunes, 26 de agosto de 2019

Antonin Artaud: "Toda escritura es una cochinada"


 

EN EL AMOR NO HAY REGATEOS [PARIS] 22 DE OCTUBRE DE 1923

Querida, queridísima Génica:

Sólo puedo responderte esto:

Cuando se ama de verdad a alguien, se lo acepta íntegro, con sus vicios, sus defectos, sus miserias, y sin cansarse. Nunca consentiré en separarme de ti; NUNCA. En amor no hay regateos: todo o nada. Pero yo necesito todo. Ya que eres despiadada conmigo, ya que no consientes en darme tregua y no te decides a ser razonable, también yo seré cruel, y te diré: sufres; sea, continúa sufriendo. Pero yo sufro como un condenado; he superado todo sufrimiento, y sin embargo vivo y tengo paciencia. Ten paciencia también tú; haz como yo. No me das más que sinsabores. Tú tienes momentos agradables. Pero para mí ya no hay momentos agradables en esta vida. Cada segundo es una eternidad infernal, SIN SALIDA, sin esperanza. Es extraño, muy extraño que no te compadezcas de mi mal y que persistas, pese a todo, en quejarte de los medios que empleo para aliviarlo. Respecto de las deducciones que haces sobre las consecuencias de este alivio, hace ya mucho que he renunciado a discutirlas. En este caso no se trata de medicina. Comprende de una vez por todas que considero perdida mi vida; cómo no va a estarlo cuando los dolores en que me deshago en llanto son tan espantosos, que ya mismo renunciaría a vivir con tal de librarme de ellos. Una sola hora de alivio no tiene precio para mí; todo lo demás no me importa. Escucha esto, además:

Acaso tenía buenas noticias para ti, pero el abatimiento infinito en que me ha hundido tu carta las ha hecho pasar al último término. He consultado en lo del doctor Toulouse a uno de sus médicos; considero que es una consulta muy importante. Se trata del neurólogo del servicio. Y no bien le describí las primeras sensaciones tuve al fin por primera vez la impresión de hallarme ante un hombre que capta la naturaleza especial de mi mal. Me formuló preguntas tan precisas, tan relacionadas con lo que siento, que comprendí que por fin veía algo. Y por lo demás, así que hubo auscultado mis reflejos, lanzó un grito, diciéndome: ¡Ah he encontrado la clave del problema! Debo volver a verlo mañana para saber de qué se trata, pero por fin tengo una esperanza. Tranquilízate, pues. Esto debe arreglarse dentro de poco. Y escríbeme una carta más reposada y amorosa. Quédate en Rumania lo más que puedas; será mejor para ti.

Con mis mejores pensamientos y todo mi cariño.

Artaud, Antonin, Textos, Buenos Aires, Ediciones Calden, 1978.



El ombligo de los limbos

 

Allí donde otros exponen su obra yo sólo pretendo mostrar mi espíritu.

Vivir no es otra cosa que arder en preguntas. No concibo la obra al margen de la vida.

No amo en sí misma a la creación. Tampoco entiendo el espíritu en sí mismo. Cada una de mis obras, cada uno de los proyectos de mí mismo, cada uno de los brotes gélidos de mi vida interior expulsa sobre mí su baba.

Estoy en una carta escrita para dar a entender el estrujamiento íntimo de mi ser, tanto como estoy en un ensayo exterior a mí mismo y que se me presenta como una indiferente incubación de mi espíritu.

Sufro que el Espíritu no halle lugar en la vida y que la vida no se encuentre en el Espíritu, sufro del Espíritu-órgano, del Espíritu-traducción o del Espíritu-atemorizante-de-las-cosas para hacerlas ingresar en el Espíritu. Yo dejo este libro colgado de la vida, deseo que sea masticado por las cosas exteriores y en primer término por todos los estremecimientos acuciantes, todas las vacilaciones de mi yo por venir.

Todas estas páginas se arrastran en el espíritu como témpanos. Perdón por mi total libertad. Me niego a hacer diferencias entre cada minuto de mí mismo. No acepto el espíritu planeado.

Es preciso acabar con el Espíritu como con la literatura. Quiero decir que el Espíritu y la vida se encuentran en todos los grados. Yo quisiera hacer un libro que altere a los hombres, que sea como una puerta abierta que los lleve a un lugar al que nadie hubiera consentido en ir, una puerta simplemente ligada con la realidad.

Y esto no es el prefacio de un libro, como tampoco lo son los poemas que lo indican en la lista de todas las furias del malestar.

 

Esto no es más que un témpano atragantado. Una gran pasión razonadora y superpoblada arrastraba a mi yo como un puro abismo. Resoplaba un viento carnal y sonoro, y el azufre también era denso. Y pequeñas raíces diminutas llenaban ese viento como un enjambre de venas y su entrelazamiento fulguraba. El espacio sin forma penetrable era calculable y crujiente. Y el centro era un mosaico de trozos como una especie de rígido martillo cósmico, de una pesadez deformada y que sin parar cae como un muro en el espacio con un estruendo destilado. Y la cubierta algodonosa del estruendo tenia la opción obtusa y una viva mirada que lo penetraba. Sí, el espacio entregaba su puro algodón mental donde ningún pensamiento era todavía claro ni devolvía su descarga de objetos. Pero paulatinamente la masa dio vueltas como una náusea potente y fangosa, una especie de fuerte flujo de sangre vegetal y detonante. Y las ínfimas raíces trémulas en el filo de mi ojo mental se arrancaban de la masa erizada del viento a una velocidad vertiginosa. Y todo el espacio como un sexo saqueado por el vacío ardiente del cielo, se estremeció. Y algo como un pico de paloma real socavó la masa turbada de los estados, todo el pensamiento más hondo se diversificaba, se disipaba, se volvía claro y reducido.

Entonces era preciso que una mano se transformara en el órgano mismo de la aprehensión. Y aún dos o tres veces giró la masa artificial y cada vez, mi ojo se enfocaba sobre un sitio más exacto. La oscuridad misma se hacía más densa y sin objeto. Todo el hielo ganaba la claridad.

 

Dios-el-perro contigo y su lengua

que atraviesa la costra como una saeta

del doble morrión abovedado

de la tierra que le causa ardor.

 

Y aquí está el triángulo de agua

que se aproxima con paso de chinche

pero que bajo la chinche ardiente

se transforma en cuchillada.

 

Bajo los senos de la espantosa tierra

dios-la-perra se ha marchado,

de los senos de la tierra y de agua congelada

que pudren los agujeros de su lengua.

 

Y aquí está la virgen-del-martillo

para masticar las cuevas de la tierra

donde la calavera del perro del cielo

siente crecer el horroroso nivel.