malditos sean los curiosos y que los malditos sean curiosos:
la esencia de la poesía es una mezcla de insensatez y látigo...
....el gran Hank

jueves, 20 de julio de 2017

iluminación de los bajos fondos






























es importante entrar de vez en cuando en uno mismo, deslizarse hasta el fondo como en una barra de bombero, una cucaña bien untada de vaselina, descenso vertical y después un travelling barriendo en todas direcciones. busco el aprendizaje enloquecedor de mis propias bocacalles y esquinas desiertas. ponernos en peligro. hallar paragüero para llantos y vómitos. gritar que nos dejen a solas con nosotros. aplicarnos unos primeros auxilios, tocarnos por debajo de todas las ropas. hacer torniquete en habitaciones solitarias y camas deshechas. tener memoria fotográfica para aquel recodo que nadie aprecia, ese gesto, detalle nuestro que nunca será photocall. justo ahí también hay raíces. justo ahí, también somos melodía que se teje al momento. sacar las sobras milenarias del congelador. cambiar las sábanas y envolvernos en suavizante floral haciendo cueva con las rodillas altas. hacer coleta maraña con las preocupaciones mundanas. desafiar en crudo los equilibrios a los que nos sometemos tan solos fuera de foco. una panorámica de los bajos fondos, con el obturador bien abierto y el minutero desangrado. acotar el escenario de nuestro crimen y reconocer nuestras huellas en cada golpe o garabato, hay arañazos placenteros y caricias vacías. no trucar el kilometraje, no negar carreras a la yegua aunque se perdieran y reconocernos desmejorados, gastados, pero vividos, aún no sacrificados. sabernos cuerpos capaces de hundirse en secano. y tripular sonrientes nuestro corazón entre los escombros en un mig35 en llamas.

regresar a la superficie, bien llenos de deseo y buscar que alguien nos desvalije con ternura, contra la pared, mientras nos golpea los tobillos de la mente y juntos, nos extinguimos.




martes, 11 de julio de 2017

que nuestra piel cubra al animal





























Que no pervirtamos los sabores,
Que busquemos los orígenes y pliegues
Que no nos asuste la convulsión perfecta del cuerpo
Que se derrama exhausto, a bocajarro,
Manando vicio de sus sienes
Cuerpo, forajido, barro entregado
Que se deja a la deriva del goce
Volcar el deseo más primario
Servirlo de entrante a la voracidad
Desnudar los huecos y ofrecerlos sin fronteras
Abrazarnos de raíces
Con palabras alarido
No ser arenales
No ser rocosos
Atravesar el dolor
Tan febriles como vivos
Deambular la guarida del otro a tientas
Con las pupilas dilatadas
Desenroscarnos de nieblas y maromas
Afilar la muerte del anzuelo
No ser de azúcar
Marchitar la hora vacía
Inventarnos turbios cuando se ennegrece la noche
Despojarnos de la esperanza que estrangula los Ahora
Que el corazón sea una tea incandescente
Arrancarnos las coronas
Manosear a la fiera hasta volverla alimento
Cauce de fantasías
Del deseo, despliegue


No ser hacia afuera
Rajar núcleo, hacernos mapa
Huir de la vida doméstica
Abandonar nuestro extrarradio
Eterno despegue
Lamedores de almas
Goteando océano
Abrirnos de cabeza, entraña y vientre
Triángulos que enloquezcan radares
Cascabeles tintineando su veneno
Como gatas ronroneantes
Con sus colmillos travesura
Nucas temblorosas que se mojan de verano
Rumiando suciedades
Emborracharme de tu saliva
Que el fuera de nosotros sea intransitable
El movimiento feroz en mandíbula y cadera
Dar tumbos en tu cabeza mientras me vistes de verde

Romper balanzas
Fundirnos en rojo
Vibrantes y frágiles
Mares que engullen mástiles
Difíciles de explicar
Desbaratar el entresuelo del verbo
Sepultar con piel lo cotidiano
Desordenar el cabello y el cuerpo
Mientras se enfría el mundo ahí fuera
Hieren las ortigas y las rosas por igual
La caricia anida en tu mano
Y es garra que desmenuza la carne
Tumba tus creencias heredadas
Alborota y desenhebra la cordura
Que se nos mueva el amor por dentro
Como un ave salvaje
Islas y navegantes de miel
La ternura también empuja y empuja
Hermosos como buganvilias enamoradas
Ninfas y titanes que se baten en danzas devoradoras
Agitando espuma y fuego
En crucifixión de cuerpos

Heridos de vida, siempre

miércoles, 5 de julio de 2017

Raskólnikov



La culpa de querer ser tu Sonechka la tuvo leer Crimen y castigo aquel invierno helado viviendo en Berlín. Ese octavo sin ascensor y el alma en cueros en cada descansillo. El glühwein en las venas de todos los fríos bombeando los corazones calientes. La piel acapara los momentos como una coraza permeable o como una alfombra donde dejar nuestro fango, todos los besos unos encima de otros, las caricias todas apretadas en la memoria, los ritos, los cantos, la mente, campo que prende, un concierto de Ani DiFranco, Baise-moi en Central Kino y el humo de todas las rabias de no saber abarcar nuestros mundos, desnudos en la ansiedad de todas las calles, con todos los frentes abiertos y todas las hambres. Tú mordías cielo y subsuelo a partes iguales. Yo mamaba la energía de los sueños en bruto haciendo guarida en el temporal. El tiempo era nuestro, con todo el desierto de Atacama por caer ante nuestros ojos en ese inquebrantable reloj de arena hasta darle la vuelta como si estuviésemos hechos de infinito y no degradación, óxido y nada más.

batiscafo de piel y otros enseres



Al nivel de mar, observo como el tiempo va mutilando la pena, como un oleaje a su costa. Nunca fui un fuera borda. Puse todo lo que tenía. Una xalana y toda la sangre. Mi perímetro y lo que daban mis piernas. Lo más mío. Esperpéntica, braceando en la distancia. Con mis pañuelos blancos. Diciendo estoy aquí. Vacié mis bolsillos. Podían parecer pedazos, pero era yo. Lo que salvé. Lo dispuse todo sobre el mantel. Un picnic. Un corazón en descomposición, los cubiertos, el hambre. 

Más tarde, dedicarse  a describir el fondo pero sin certezas, como un recién llegado que aún no ha encendido la luz y no sabe de la carencia de ventanas. Palpando a kilómetros de distancia. No sé hacerlo mejor, siempre lo dije, no soy la Maga. 



Querer correr sin dorsal, también es eso. Que te entiendan y te abracen y valoren tus abrazos.  

Y finalmente, con peligrosa sencillez, habitar el abismo como el que habita la carne del sueño y hacer de nuestro amor batiscafo.