malditos sean los curiosos y que los malditos sean curiosos:
la esencia de la poesía es una mezcla de insensatez y látigo...
....el gran Hank

domingo, 30 de junio de 2019

noches fieras




Lisergia bajo la bóveda azul.
Vengo a confesarme en tu cuerpo.
Un bosque se despliega sobre el asfalto.
El vuelo enloquecido de unas golondrinas
como imagen anclada a mi mente,
y yo las emulo
y aprendo y desprendo
el jadeo/mantra de la carne inquieta
y el deseo perpetuo 
en una habitación suspendida en el infinito
porque vengo a confesarme en tu cuerpo.

La ciudad es una salamandra trepando por mis piernas
y la luz gamberra dibuja un trencadís
en nuestros ojos sin pedir permiso,
como si debiera.

Vengo a morir en tu orilla.

Más dóciles que nunca en el vapor de los pieles,
maleables, puro barro,
creando nuestra propia niebla,
frondosidad que aisla,
tiempo que hemos detenido cual mimo en la plaza.

Rotundo idilio de animales bellos.
Enjambre irremediable.
Te pronuncio.
Música de picaportes
y la hembra, abrazo estrecho como las calles de la judería.

Que caiga la alegría a peso,
testimonio de la aceleración.
Hechos y deshechos a mano
en un arrebato de modernismo amoroso.

Desvestidos de callejuelas,
tan harapientos y gozosos,
sin fingir trascendencia
pues tenemos la fórmula taquicárdica para el deshielo,
justo ahora
y ahora es siempre
porque vengo a confesarme en tu cuerpo.

Dejé resina de copal ardiendo en la habitación
y ahora un tigre de sal arde entre mis brazos.
Un verso salvaje construye el vértigo en travesaños de caricias
y las miradas con retrogusto que me brindas.

Vengo a calmarte el mundo.
Vengo a confesarme en tu cuerpo.

Un mascarón indica el goce.
Tú eres mi casa.
Cuánto destrozo de belleza nos queda dentro.
No me apacigües, es lenguaje feroz,
el de mis ramas y raíces,
se agita una isla entre tus brazos,
se deja, se vence,
se confiesa y emerge.


lunes, 17 de junio de 2019

Antonia Pozzi, manantial de tristeza y abismos

 



 

Cada quien la propia tristeza
se la compra donde quiere
también en una tienda negra
austera
entre libros polvorientos
que se liquidan a precios rebajados.

 

PAUSA
 
Me parecía que este día
sin ti
tenía que ser inquieto,
oscuro. Sin embargo está lleno
de una extraña dulzura, que aumenta
con el paso de las horas
igual que la tierra
después de un chubasco,
se queda sola en silencio para beberse
el agua caída,
y poco a poco
en sus venas más profundas
se siente penetrada.
La felicidad que ayer fue angustia,
tempestad,
vuelve ahora en breves
oleadas al corazón
como mar apaciguado.
Bajo el suave sol reaparecido brillan
cándidas ofrendas:
las conchas que la ola
dejó en la orilla.





ESBOZO
 
Pienso esta noche
en la leyenda del Pájaro de Fuego,
en su aparición en la espesura,
en su canto liberador.
Y todos hablan
del joven príncipe,
y del sueño de sus enemigos,
y de su salvación.
Nadie piensa en el árbol oscuro
donde apareció el pájaro
la primera noche.
Nadie piensa en la vida del árbol
después de aquella noche,
ya sin el fulgor
de las alas mágicas.
Solo yo sé
que el árbol vive
de nostalgia y de espera,
y que alrededor ve
a la gente que pasa,
pero que no hay vestimenta llamativa
que para él valga
lo que el esplendor
del Pájaro desaparecido.
El árbol no sabe ya
para quién es su florecer,
y por cada hoja que brota
se retuerce en lo más íntimo de sus fibras.
El árbol ya no sabe
a quién ofrecer
su sacrificio primaveral,
y espera la noche,
la noche negra sin estrellas, sin fuentes,
la hora del oscuro silencio,
cuando desde sus profundas raíces,
en un fulgor extremo y cegador,
le surgirá, le correrá por el tronco
hasta la cima de sus frondas,
su único bien:
el recuerdo ardiente del Pájaro.

 






PRADOS
 
Tal vez ni siquiera es verdad
lo que en tu corazón oyes gritar a veces:
que esta vida es nada
para tu ser
y lo que conocemos como luz
es un deslumbramiento,
deslumbramiento último
de tus dolientes ojos.
Acaso sólo es la vida
lo que el saber en días jóvenes:
anhelo eterno que busca,
de cielo en cielo,
quién sabe qué horizonte.
Somos como la hierba de los prados
que siente sobre sí soplar el viento
y canta plena en el viento
y vive siempre en el viento
y sin embargo no supo crecer
de forma que aquietase aquel vuelo supremo
ni levantarse de la tierra
para anegarse en él.
 
 
GRITO
 
No tener un Dios,
no tener una tumba,
no tener nada firme,
tan sólo cosas vivas que se escapan;
vivir sin ayer,
vivir sin futuro,
y cegarse en la nada
(socorro)
a causa de la miseria
que no tiene fin.


MENSAJE
 
Y tú, estrella nocturna,
esplendes todavía,
cuando por lo profundo de las calles
aúlla del perro el alma triste.
Brotarán para ocultarte
colinas de espesa hierba;
pero en mi conquistada oscuridad
brillarás, fuego blanco,
hablando, a los que vivan, de mi muerte.
 
 
 
LAS FLORES
 
¿No hay nadie,
nadie vendiendo
flores
en esta desafortunada calle?
Y este mar oscuro,
este cielo sombrío,
este viento hostil -
oh, camelias de ayer,
camelias blancas y rojas, sonrientes
en el claustro dorado -   
¡un espejismo primaveral!
¿Quién me venderá una flor hoy?
Tengo tantas en mi corazón,
pero todas juntas
en gruesos manojos,
pisoteadas,
hechas.
Tengo tantas que mi alma se
sofoca y casi muere
bajo su vasta
masa no compartida .
Pero en el fondo del mar oscuro
está la llave del corazón:
en el fondo del corazón oscuro
hasta el atardecer,
mi cosecha inútil
quedará
aprisionada.
¿Quién me va a vender
una flor, una flor diferente,
nacida fuera de mí,
en un verdadero jardín,
que podría ofrecerle a quien la espera?
¿No hay nadie,
nadie que me venda
flores a lo largo de este camino infeliz?