malditos sean los curiosos y que los malditos sean curiosos:
la esencia de la poesía es una mezcla de insensatez y látigo...
....el gran Hank

sábado, 26 de febrero de 2011

Parada - Charles Bukowski




hacer el amor al sol, al
                           sol de la mañana
en una habitación de hotel
sobre el callejón
donde los pobres hurgan en busca de botellas;
hacer el amor al sol
hacer el amor junto a una alfombra más roja que
                           nuestra sangre
hacer el amor mientras los chicos venden
                           titulares
y Cadillacs,
hacer el amor junto a una fotografía de París
y un paquete abierto de Chesterfields,
hacer el amor mientras otros hombres -pobres
                           idiotas-
trabajan.

Ese momento -para eso...
pueden pasar años tal como los calculamos,
pero no es más que una frase en el fondo
de mi mente-
hay infinidad de días
en los que la vida se detiene y hace una parada
                            y toma asiento
y aguarda como un tren sobre las vías.

Paso por delante del hotel a las 8
y a las 5; hay gatos en el callejón
y botellas y vagabundos,
y levanto la mirada hacia la ventana y pienso:
ya no sé dónde estás,
y sigo mi camino y  pregunto a dónde
va la vida
cuando se detiene.

martes, 22 de febrero de 2011

Las cajas de luz cuenta la historia de un pueblo que ingenia formas de acabar con el frío y la oscuridad en los que está sumido por culpa de Febrero, un mes de mil días. Liderado por uno de los vecinos -llamado Thaddeus, en homenaje a Lowe- al que Febrero le ha raptado la hija, el pueblo fabrica pértigas gigantes y cajas de luz para deshacer las nubes, e incluso finge que es verano, aunque el frío arrecie. Le ayuda en esta guerra unos ex aeronautas que esconden su nostalgia tras máscaras de pájaro. Porque Febrero ha prohibido todo lo que vuele. (ADN)

sábado, 19 de febrero de 2011

Walter Benjamin

“Leer lo nunca escrito. Esa lectura es la más antigua: leer antes del lenguaje, a partir de las vísceras, o de las danzas, o de las estrellas”.


“En la improvisación reside la fuerza. Todos los golpes decisivos habrán de asestarse como sin querer.”

D i r t y W i n d o w s

es desolador eso de moverse como un coche sin luces
tanteando en la oscuridad
sin ver y sin que nos vean
y con miedo al contacto sin tacto
hagámoslo con palabras, me dices
de acuerdo, está bien
arranquémonos todas las prendas
en un streeptease emocional en pleno invierno
y después,
que haya sido para nada
será lo de menos
quítatelo todo,
dices,
todavía no ha salido el sol y los espejos siguen empañados
aún hay tiempo.

jueves, 17 de febrero de 2011

El secreto de Joe Gould - Joseph Mitchell


El hombre de la multitud, por Mauricio Molina
Quién no ha conocido a una persona así: el amigo sin dinero que te pide un préstamo relámpago para aliviar el hambre o para comprarse una botella; el escritor a todas luces fracasado que constantemente habla de una obra monumental y definitiva que no aparece por ningún lado; el pintor sin pintura, el poeta sin poemas, el erudito que con un par de tragos es capaz de sorprender a todos con una afirmación escandalosa. Es el mismo que hace el ridículo en las fiestas y de quien nadie quiere hacerse cargo; el ebrio incómodo poblado de sueños románticos que se erige como un emblema; el fracasado de Pessoa, "el que tenía posibilidades", el pobre diablo que a final de cuentas se burla de nuestros más altos logros y de nuestras más secretas aspiraciones con su sola presencia. El secreto de Joe Gould, del escritor norteamericano Joseph Mitchell (1908-1996), nos enfrenta de primera mano a uno de los personajes fundamentales de la modernidad: el flâneur que vagaba con Charles Baudelaire por las calles de París durante el Segundo Imperio, el bohemio que se la pasa en los cafés de cualquier ciudad pergeñando obras que algún día dará a conocer al mundo; el inútil que asusta a sus amigos durante una borrachera como una araña que trata de escapar de una botella. Joe Gould pertenece a la estirpe de Bartleby, de Oblomov o de Bouvard y Pécuchet. Habitante de Greenwich Village durante los años de la bohemia furibunda, Gould es el alma del Nueva York de los años veinte y treinta. Es el heredero del Hombre de la multitud que atisbara Edgar Allan Poe vagando por Broadway hacia una madrugada durante la primera mitad del siglo XIX, mucho antes de que aparecieran los teatros y las prostitutas. Es el espíritu de la muchedumbre, el alma misteriosa e inquieta que se oculta entre la gente para vivir su propio destino de sueño. Joe Gould, gracias a la genial pluma de Mitchell, es un miembro honorario del Club de los Inútiles y de los Vagos, cuyos ecos encontramos en las novelas de la Generación Perdida o de Jack Kerouac y que nos revelan el corazón oculto de Nueva York.

“Cuando estaba totalmente sobrio se mostraba tímido; tímido pero desesperado. Era un poco como esas personas demasiado tímidas para hablar con desconocidos pero no tanto como para robar un banco”

“Había un montón de aspectos, y me puse a repasarlos mentalmente. Gould era el chico catarroso, el hijo consciente de que ha decepcionado a su padre, el enano, el renacuajo, el alfeñique, el tapón, era el poeta Joe Gould, el historiador Joe Gould, era Joe Gould el salvaje bailarín chippewa, Joe Gould la máxima autoridad mundial en la lengua de las gaviotas, era el proscrito, el ejemplo perfecto de vagabundo nocturno solitario, era la rata de alcantarilla, el único miembro del partido de Joe Gould, el bohemio residente de la Minetta Tavern, era el Profesor, el Gaviota, el Profesor Gaviota, el Mangosta, el Profesor Mangosta, el chico de Bellevue”

Para Sidney Bechet, de Philip Larkin

La nota que prolongas y baja y sube tiembla
como Nueva Orleans reflejada en el agua
y en todos los oídos despierta una adecuada falsedad

que a unos les construye un barrio legendario
de bailarines, cestos de flores y terrazas,
en el que se va a medias y se hace el amor.

¡Ah, vuelve a tocar eso! Otros permitirán
Storyvilles gloriosos y mudos, rodeándose
de chicas de prostíbulo como tigres de circo

(más caras que rubíes) que finjan entusiasmo mientras los eruditos
manqués, inadvertidos, duermen alrededor,
abrigados de grupos como gabanes viejos.

A mí tu voz me llega como dicen que llega
el amor: un sí enorme. Mi Crescent City está
en donde se comprende tu voz de solitario,

Y es recibida como el sonido del bien,
que propaga un dolor con pelo largo, penas con partitura.

miércoles, 16 de febrero de 2011


fue pasando el tiempo, aprendí a esperar.
hay crepúsculos que nunca nos sorprenderán

domingo, 13 de febrero de 2011

vamos a perdernos



es domingo y llegas con la prensa de hoy, el pan y los lamentos. mientras pienso que hay una canción que se parece a ti. y la vida como un estribillo maldito. a nadie le importa que todo sean apuntes y notas en los bolsillos. cuatro trazos que acotan un espacio vacío. como la nieve sucia que no quiero que salga en las fotos. sigo abrazada a tu acorde ansiando que rompas la cuerda. que todo explote por lo aires. el amor reventando como una víscera enferma. cuántas tardes y cuántos errores. dices que lo nuestro tiene un buen motor, aunque te la sude el paisaje y pases meses sin mirar por la ventana. instalados en lo cotidiano. y tú que ya olvidaste cómo bajarme la cremallera y la fiebre. y yo que casi aprendí a rezar por creer en algo. en algo que palpitara, en algo que temblara igual que temblaba yo. pasé de guardar silencio a guardar secretos. y me dices que la niebla son nubes a ras de suelo. yo también, a ras de suelo. y tú atravesándome una y otra vez mientras cruzas los dedos.

vamos a perdernos

Aldous Huxley

Después del
silencio,
lo que más se
acerca
a expresar
lo inexpresable
es la música.

viernes, 11 de febrero de 2011

Las muchedumbres - Charles Baudelaire

No a todos les es dado tomar un baño de multitud; gozar de la muchedumbre es un arte; y sólo puede darse a expensas del género humano un atracón de vitalidad aquel a quien un hada insufló en la cuna el gusto del disfraz y la careta, el odio del domicilio y la pasión del viaje.

Multitud, soledad: términos iguales y convertibles para el poeta activo y fecundo. El que no sabe poblar su soledad, tampoco sabe estar solo en una muchedumbre atareada.

Goza el poeta del incomparable privilegio de poder a su guisa ser él y ser otros. Como las almas errantes en busca de cuerpo, entra cuando quiere en la persona de cada cual. Sólo para él está todo vacante; y si ciertos lugares parecen cerrársele, será que a sus ojos no valen la pena de una visita.

El paseante solitario y pensativo saca una embriaguez singular de esta universal comunión. El que fácilmente se desposa con la muchedumbre, conoce placeres febriles, de que estarán eternamente privados el egoísta, cerrado como un cofre, y el perezoso, interno como un molusco. Adopta por suyas todas las profesiones, todas las alegrías y todas las miserias que las circunstancias le ofrecen.

Lo que llaman amor los hombres es sobrado pequeño, sobrado restringido y débil, comparado con esta inefable orgía, con esta santa prostitución del alma, que se da toda ella, poesía y caridad, a lo imprevisto que se revela, a lo desconocido que pasa.

Bueno es decir alguna vez a los venturosos de este mundo, aunque sólo sea para humillar un instante su orgullo necio, que hay venturas superiores a la suya, más vastas y más refinadas. Los fundadores de colonias, los pastores de pueblos, los sacerdotes misioneros, desterrados en la externidad del mundo, conocen, sin duda, algo de estas misteriosas embriagueces; y en el seno de la vasta familia que su genio se formó, alguna vez han de reírse de los que les compadecen por su fortuna, tan agitada, y por su vida, tan casta.

jueves, 10 de febrero de 2011

Billie Holiday - Leroi Jones

"Nada fue más perfecto que ella. Ni tampoco más fácil de perderse. Si es que algo que se pierde puede ser encontrado con luz. Una vez que lo habías encontrado, o sentido, cualquier cosa que ella conjuraba crecía en tu carne.

En el momento que ella dejaba de cantar, quedabas desvalido. Cuando cantaba, escuchabas y te prometías cualquier cosa. Ella siempre decía más de lo que yo sentía. La emoción estaba allí donde te encuentres. Ella estaba en la calle.

Un hombre me dijo que Billie Holiday no cantaba los blues, y sabía. Muy bien, pero lo que me pregunto es, ¿Qué había visto ella para cantar de aquella forma? ¿Qué había en su vida que le supusiera tal tragedia, tal agonía sin esperanza alguna? O echas una moneda a cara o cruz y ella canta Miss Brown to you.

Y ninguno de tus gatos se atrevía a cruzarse con ella. ¿Cómo podía reírse así? E incluso riendo, algo más que brillo, completaba el sonido. A veces tienes miedo de escuchar a esta dama."

Blues - Jack Kerouac

Y se sienta tétrico
en un cofre marrón.
Ante los pálidos sacerdotes.

Y señala delicadamente
al cielo.
Con palma y dedo índice.

Y tiene un halo
de puerta negra.

Y tiene una nariz aguileña
vigilante que ama odiar.

Pero ha aprendido a meditar.
Y no es bueno odiando.

Por eso observa, rosado laurel
en la cabeza.

A espaldas del príncipe Avalokitesvara
que acaricia con mano de nieve.

Y ensarta de perlas
la majestad del mar.

lunes, 7 de febrero de 2011

noche en la tierra


eran las 6:27 y apagábamos los dos el despertador. a ti te despertaba una melodía predeterminada, a mí Thin Lizzy. tú veías lluvia a través de la ventana, yo un sol que luchaba entre la niebla. mi coche cubierto por una capa de hielo, mientras tú dibujabas sobre el vaho del metro. mi té de frutos mediterráneos sabía a lágrimas, tu zumo a desaliento. quiero conocer a alguien pensabas e inventar una huida. y yo me arrancaba de la piel con los dientes un recuerdo. después el circo del trabajo y la sonrisa pintada. y las horas lentas y la resaca de la ilusión como un barco a la deriva. yo nadaba mientras tú corrías. y los sueños rasgados de arriba a abajo, abiertos en canal, manchando el suelo. y después las palabras que son balas y los silencios como cuchillos. cansada de esquivarlo todo. harto de no chocar con nadie. te rechazaría con delicadeza o te tomaría con violencia, dices. y se supone que debo escoger. soy sensible a la presión. y aunque todavía no sé lo que es el momento perfecto, estoy dispuesta a conocerlo. nos hemos acomodado en la mediocridad y se nos da bastante bien. envueltos en la tela de la soledad. fabricando coartadas a medida. la alegría te toca muy rápido y huye. y tú chocando contra las paredes como si no supieras que existes. y no sabes que no debes tocarme la cara cuando estoy medio dormida porque me enfado. y no sé que hay un punto en tu nuca que enciende todos los fuegos. no llevo retrovisor y no sé lo que me acecha. ni si estoy a punto de caer o de que me sujetes. me pierdo en los detalles mientras ignoro los abismos. y el deseo como un avión de papel directo al incendio. y llegaba la noche. yo me ponía dos en la carretera con la Hepburn y tú noche en la tierra de Jarmusch. eran las 6:27.

Amor se escribe sin hache -Enrique Jardiel Poncela

Sobre las novelas "de amor".

No me importa declarar que entonces esas novelas me gustaban. Tenía
quince años, y también me gustaba beber cerveza, escribir cartas en verso a
amadas imaginarias y ponerme cuello de pajarita.

En tales novelas leí y aprendí las siguientes cosas:

1. Que los hombres que enamoran a las mujeres son siempre altos,
delgados, de pelo negro y ojos verdes y se dedican a la literatura, a la pintura, a la escultura, a la aviación o a la tauromaquia.
2. Que todos, sin excepción, tienen puesto un piso de soltero en la calle de Ayala.
3. Que los hombres que no reúnen las condiciones citadas se ven
despreciados y engañados por las mujeres.
4. Que las citas de amor se verifican a las cinco de la tarde.
5. Que a las mujeres fatales se las encuentra a bordo de los trasatlánticos y de los expresos, o en Londres o en Berlín o en Suiza o en la Costa Azul.
6. Que cuando dos amantes distinguidos entran en un bar, piden siempre
sendos "cock-tails".
7. Que hay gentes que se mueren de amor.
8. Que existen amores eternos.
9. Que las mujeres de vida airada son unas santas, mientras que las
aparentemente honradas son monstruos de perversión.
10. Que los hombres se dividen en dos grupos: buenos y malos.
11. Que el amor es lo más importante del mundo.
12. Que la gente elegante vive hastiada de la vida, es extravagante y toma
cocaína, morfina y éter.
13. Que los "cabarets" son antros de perdición.
14. Que las mujeres cultas y exquisitas aman de un modo excepcional.
15. Que las muchachas solteras se dividen en inocentes y puras y
pervertidas e impuras.
16. Que el acto de hacer el amor es muy poético.

Todo esto leí y aprendí en las novelas llamadas "de amor" o "psicológicas". Pero ha pasado el tiempo y la vida me ha enseñado estas otras cosas:

1. Que a las mujeres igual las enamoran los hombres altos que los bajos,
que los de ojos verdes, que los de ojos saltones, que los escultores, que los peritos mercantiles, con tal de que tengan dinero para sostenerlas y energías para satisfacer su sensualidad.
2. Que no llegan a cinco los hombres que tienen puesto piso de soltero en
la calle de Ayala.
3. Que las mujeres, cuando desprecian o cuando engañan, lo hacen sin
saber por qué, pues razonan rarísimas veces.
4. Que las citas de amor, como los relojeros, no tienen hora fija.
5. Que a las mujeres fatales se las encuentra hasta en el "consommé".
6. Que el "cock-tail" no lo piden más que cuatro cursis a los que no les
gusta.
7. Que nadie se muere de amor, sino de la "gripe".
8. Que no hay un solo amor eterno.
9. Que todas las mujeres son iguales, salvo las diferencias de nombre, de
cédula y de cutis.
10. Que los hombres no se dividen en grupos, sino en piaras.
11. Que el amor no tiene la importancia que se le da.
12. Que sólo toman estupefacientes las personas que no han digerido las
novelas de amor precitadas.
13. Que en los "cabarets" no se pervierte ni se divierte nadie.
14. Que no hay mujer que no ame de un modo vulgarísimo.
15. Que las muchachas solteras no son susceptibles de división ninguna,
porque forman una sola falange de "hambrientas de la carne", unas que saben lo que les ocurre y otras que no aciertan a explicárselo.
16. Que el acto de hacerse el amor ha sido, es y será una suciedad tan
lamentable como tranquilizadora.

La diferencia existente entre lo que aprendí en las "novelas de amor" y lo
que he aprendido viviendo, me prueban que esas novelas inculcan falsas y
absurdas ideas en los cerebros juveniles.

He creído necesario y loable deshacer esas falsas ideas, que pueden
emponzoñar los claros manantiales de la juventud, y he decidido poner a los
jóvenes de España y América cara a cara con la sinceridad.

Para ello he escrito "Amor se escribe sin hache", pues pienso que las
novelas "de amor" "en serio" sólo pueden combatirse con novelas "de amor" "en broma". Exactamente igual hizo Cervantes con los libros de Caballería, sin que esto sea osar compararme con Cervantes pues entre él y yo existen notables diferencias; por ejemplo: yo no estuve en la batalla de Lepanto.

miércoles, 2 de febrero de 2011

August Strindberg

He roto con la tradición de presentar a los personajes como catequistas que con preguntas estúpidas provocan la réplica brillante. [...] Para ello he hecho que las mentes trabajen de un modo irregular, tal y como ocurre en la realidad, donde en una conversación nunca se agota el tema, donde un cerebro trabaja como una rueda dentada en la que el otro se engrana a la buena de Dios. Por eso el diálogo anda sin rumbo. He proveído en las primeras escenas de abundante material que en el desarrollo se elabora, se trabaja, se repite, se amplía lo mismo que el tema de una composición musical.