malditos sean los curiosos y que los malditos sean curiosos:
la esencia de la poesía es una mezcla de insensatez y látigo...
....el gran Hank

sábado, 8 de junio de 2024

un huracán fuera de temporada




Un coral, un relámpago, una palabra, un trozo de leña, un acorde o un rayo de luna, bastan. Un requiebro para recibir la aurora y hacer mío el temblor crucial y consagrarme como corazón hipnotizado que busca la escritura que devora y la encuentra en cualquier lugar. Aquí lo hacemos a oscuras porque no toda luz vale. Porque no toda luz viene del fuego. Aquí se tejen los versos al muslo y se alumbra lo que se alcanza. En la síntesis de una mirada, eso basta. La métrica del pensamiento desatado que se alcanza con la mano. La rima del gemido. La lengua de una diosa, nido de azúcar y también su espalda de sal repleta. En las líneas de fuga nadie debería querer reescribir una caricia, ni un verso, ni un dolor, porque no se puede. El que reescribe un poema lo convierte en algo que no fue y ya nunca será. Quién sabe reconstruir un arrecife? renombrar una galaxia? dibujar el origen de un sabor? 

Yo, me reencarnaré en un poema. Quizá llegue con las crines lastimadas de deseo y tarde. Mejor. Con una plaga de recuerdos que respiren sin lamentos; un precipicio en el pecho desde donde se lanzaron, uno a uno, los días más felices, sin miedo, después de arrancar manojos de nostalgia de los caminos para no tropezar ni un segundo. Como una estrella moribunda que viene a traducir su fulgor, tal vez llegue, cuando las palabras sean la carne del poema, las pestañas estambres dulces donde amarrarse con euforia en lo inédito del amor que nadie escribió, con el lenguaje irreconocible que nace desde dentro, de roce duplicado, con su bautismo de fuego. Hay que tener los arrestos de salir de la muchedumbre. Exaltarse y blandir la palabra inesperada. Traducirse por dentro. A solas y más allá, afilar la pluma, elevarse en un abrazo de balconada, sabernos infinitos y barrocos. Los versos llenos de serpientes y nenúfares que vengan a tocar el mundo con suavidad y veneno y elevarse con austeridad y romanticismo en estos tiempos de romería y absurdo. Como barcazas surcando el desierto. Caballos crucificados devueltos a la vida. Tu mordisco tatuado en mi hombro izquierdo. Un revuelo de pétalos electrificados en el anfiteatro de tus ojos. 

Leí que la ternura es un submarino que todos ignoran. Pero aquí no. Aquí un tratado de paz, un atlas de los instintos, más allá de la gramática del misterio y la muerte. Partidarios de la inspiración, sedientos por devoción. Notas sobre la belleza. La belleza del escalofrío que se siente versus el escalofrío que se provoca. Triunfantes los cuerpos que no se adornan con nada que no sientan. El gozo de la transformación nickcaveiana siempre presente en esta obra sin ensayos que son nuestras vidas. La promesa del aullido que se profiere desde lo más hondo. O un poema despiadado que rompa el ritmo de las estaciones. Un canto para nadie. Un aguacero para la desnudez. Habitar el Reino de los fines. Furiosamente hacia uno mismo. Ruinas en reconstrucción pero legítimos de nuestra derrota. El paisaje urgente que atraviese la nada que nos envuelve porque los sótanos de la transparencia están llenos de espejos. Hectáreas de vacío que ahuyentamos. Las proporciones áureas de nuestro abismo como himno. 

Pero siempre pertenecerme entera, que el mundo está amueblado por tus ojos*, dijo el poeta y por ello crucé avenidas y partículas de luz para errar lugares pero acertar en mi emoción por si acaso no había nada más. 


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