Una copia de ti mismo,
como si temieras un atentado
en cualquier instante,
rellena tu silueta
y se pasea con aire satisfecho
por el tiempo,
cumpliendo una tras otra
las citas de tu agenda.
Mientras, el que eres tú
se afana en levantar
altos y gruesos muros de cemento
alrededor de la urna
donde tu corazón se muere
aburrido de estar solo.
Alguna vez, alguien se acerca
de puntillas
a esa muralla
y vuelve derrotado
con las manos heridas del espino.
Porque tú, quieto en la oscuridad,
no te reconoces ya en el otro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario