Un río de sangre, un mar de sangre es este beso
estrellado sobre tus labios. Tus dos pechos son muy pequeños para resumir una
historia. Encántame. Cuéntame el relato de ese lunar sin paisaje. Talado por el
bosque por el que yo me padecería, llanura clara.
Tu compañía es un abecedario. Me acabaré sin
oírte. Las nubes no salen de tu cabeza, pero hay peces que no respiran. No
lloran tus pelos caídos porque yo los recojo sobre tu nuca. Te estremeces de
tristeza porque las alegrías van en volandas. Un niño sobre mi brazo cabalga
secretamente. En tu cintura no hay nada más que mi tacto quieto. Se te saldrá el
corazón por la boca mientras la tormenta se hace morada. Este paisaje está
muerto. Una piedra caída indica que la desnudez se va haciendo. Reclínate
clandestinamente. En tu frente hay dibujos ya muy gastados. Las pulseras de oro
ciñen el agua y tus brazos son limpios, limpios de referencia. No me ciñas el
cuello, que creeré que se va a hacer de noche. Los truenos están bajo tierra. El
plomo no puede verse. Hay una asfixia que me sale de la boca. Tus dientes
blancos están en el centro de la tierra. Pájaros amarillos bordean tus pestañas.
No llores. Si yo te amo. Tu pecho no es de albahaca; pero esa flor, caliente. Me
ahogo. El mundo se está derrumbando cuesta abajo. Cuando yo me muera.
Crecerán los magnolios. Mujer, tus axilas son
frías. Las rosas serán tan grandes que ahogarán todos los ruidos. Bajo los
brazos se puede escuchar el latido del corazón de gamuza. ¡Qué beso! Sobre la
espalda una catarata de agua helada te recordará tu destino. Hijo mío. -la voz
casi muda-. Pero tu voz muy suave, pero la tos muy ronca escupirá las flores
oscuras. Las luces se hincarán en la tierra, arraigándose a mediodía. Te amo, te
amo, no te amo. Tierra y fuego en tus labios saben a muerte perdida. Una lluvia
de pétalos me aplasta la columna vertebral. Me arrastraré como una serpiente. Un
pozo de lengua seca cavado en el vacío alza su furia y golpea mi frente. Me
descrismo y derribo, abro los ojos contra el cielo mojado. El mundo llueve sus
cañas huecas. Yo te he amado, yo. ¿Dónde estás, que mi soledad no es morada?
Seccióname con perfección y mis mitades vivíparas se arrastrarán por la tierra
cárdena.
Es una absoluta maravilla...
ResponderEliminarPara mí Aleixandre es único en su forma de decir...toca la fibra de una manera elegantísima.
Beso y Abrazo.
Sólo leí un poemario de Aleixandre hace mucho tiempo. Creo que tengo que leerlo mucho más. Es un texto sorprendente.
ResponderEliminaro_o
Un abrazo