Alertados de
nuestra orografía interna
que aquí
se despeñan los creyentes de la carne con sus bolas chinas como rosarios,
con
sus emocionantes genuflexiones de amor
y sus remedios de calmantes obrando el
milagro.
Aquí los
ilusos que secaremos nuestras lágrimas desde dentro
con la bandera roja que anunciaba oleaje,
como sangre que ondeaba al viento
y que entenderemos algo tarde.
Te
auguro un vientre de ballena en el que hallar cualquier poema devorado,
cualquier canto ronco,
añicos que soñaron ser jarrones,
restos que delaten cada
drama ingerido,
lenguas que olvidamos,
la palabra y su sombra.
la palabra y su sombra.
No te
asustes cuando entres.
La mirilla te avanza que tras la puerta aguarda una vida
con catadura de osario,
como diría Borges.
La perra no sólo ladra.
Muestra
tu protocolo de intenciones,
tu bestiario de lamentos,
haz de
ti mi tela de araña.
Ser terrenos
minados para los líricamente desprevenidos
que sólo sabrán estar vivos en el
estallido.
Enfrentémonos
a nuestras pulsiones
que habitan moteles eternos que incitan a morderse sin
nostalgia.
Transmíteme
tu caos, que no se diga que ignoraba el riesgo.
No estoy
serena y aquí nace mi patología
Vehemencia
invasora la que te traigo, que te acecha frondosa,
como un manto de hiedra que
cubre mil caídas.
En este
cepo triste de alegría, que no se diga que no avisamos.
Como Jonas, quisiera probar a ser devorado
ResponderEliminarmi beso
cada vez que te leo me quedo sin respiración.
ResponderEliminarvoy quedandome sin aire dentro y todo es tus palabras.
cada vez que te leo, julia, lo hago en voz alta. lo sabés.
grito tus poemas.
un beso fuerte
L.
no te asustes cuando entres.
ResponderEliminarcomo siempre nutritiva tu poesía.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo