No te acabes nunca
M. L.
SOY TURBIA PARA QUE TE ADENTRES EN MÍ. Los fogones que naces
en mis mejillas cuando te arden en las manos los huecos que me inventas y
gobiernas. El morbo de las hebillas, en mi zapato de pulsera que torpemente
desatabas y el tintineo de tu cinturón, presa de castigo y presa de todo
aquello que perfora, que empuja, que aprieta, que invade y que a la vez me
arranca de estas cárceles anímicas plagadas de rutina. El sacrilegio de no
arañar algo del día.
EL RECUERDO ES UN CUERPO AHOGADO QUE SE HINCHA HASTA LO
GROTESCO, hasta lo irreconocible. Dame. Allí, donde los restos boquean en mis orillas,
donde ya no sueño que te abrazo y el mundo ya no es espuma, es sólo un campo de
ortigas y atardeceres desangrando días prefabricados. Las estrías que provoca
en la memoria el tiempo sin ti, en ellas naufrago. La poesía de la velocidad
que traías para la habitación cerrada que inventamos, en ella caigo.
Me dejo, me deshago en la mudanza, esa del interior, de los
bolsillos de pobre y los sacos de escombros. No sabía que se podía almacenar
tanto amor. No sabía cómo matan los flecos del pasado y sus tiempos encharcados
de ambrosía. Los días zigzagueantes y EL SUELO QUE SE NOS ESTRELLÓ UNA NOCHE.
En
lo forzado de la zona de confort que no rebasas, guardar vida para otra vida.
Ilústrame, garabatea en mi piel el mapa de los atajos del olvido PARA MI
CONSTELACIÓN DE CICATRICES ETERNAS. Fiel a mi legítima claustrofobia de brazos
vacíos. Con el discurso de la brutalidad del desencanto escrito a mano con la
tinta de nuestros fluidos, y olvidar la caja negra de nuestro accidente, con
eso se hace camino. No se puede hacer el sol a carboncillo, nunca recuerdo esa
parte. Habitar la batalla será vivir. Me saco de la naturaleza muerta y me dejo
entre las olas y las corrientes. Me atraviesan sirocos endemoniados. Huir de la
pirotecnia que sale de las bocas, de las almas, de las nada. Me pronuncio y me
arrastro. Me vacío y lamo mis aristas. Movimiento. Espacio en blanco. Inercia.
Espacio en blanco. Silencio. Ceremonia del cansancio, del desprendimiento o
algo así. Y espacio en blanco.
Esa zona de confort, imposible de rebasar. :)
ResponderEliminarYo tampoco lo sabía... No sabía que se podía almacenar tanto poema en un sólo texto. Maravillosa.
ResponderEliminarJulia, me diste en mi punto débil con ese desprendimento, desarraigo, ceremonia del cansancio... Este poemón hay que leerlo varias veces hasta caer extasiados a tus pies.
ResponderEliminar¡Brava :)!