quiero decir:
lo que muero cada noche,
mis huesos torcidos por abrazar una sombra.
/A.P./
Llegué en mitad de
una noche avispero
de esas que te
vienen infectadas de tintas ajenas
que uno busca como
árboles en la tormenta.
Noches de las que
quedan grandes, de las mal apretadas
que le barren las
calles a la rabia pero nunca a la tuya.
Buscando el
poema-antiaéreo, urdiendo el poema-madriguera
mientras duermen
nuestros cancerberos
y visitamos
nuestros infiernos.
Repleta madrugada
de cuerpos a la deriva
océanos, bocas,
muslos, cepos del amor.
Llegué para
morderte la tiniebla de los ojos con las manos
para esculpirnos
vida en una marea de versos regalados.
Amantes transitivos
que se invaden
se interrogan con
violencia
y se dejan hacer en
el mismo instante,
en esta suerte de
bondage lírico
en el que sólo se
desata al perro del deseo.
Veloces cazadores
del momento y el hueco en el cuerpo
que despachan la
nostalgia y la rutina con sus garfios
con todo el arte
que contienen las palabras usadas
que se pronuncian
recién nacidas casi sin querer.
Haciendo vida en el
secarral de la luz,
atascos,
transbordos,
alimentando las
sombras
mientras soñamos
con nenúfares que ardan
y succionen el
veneno del tiempo que nos separa.
Cuando el ahora es
una sala de espera y nosotros nos tejemos al dolor
Arrodillando la
fuerza
y desdibujando
corazas
con promesas
etílicas
y vigilias
para derramarse
y vaciarse en ellas
Traficando imágenes
que sudan locura y soledad
Nuestros “duelos y
quebrantos”.
Cada cual con sus
llamas
sus ochomiles
sus inviernos
y sus pasados,
cristos yacentes a
los que ya no rezamos.
Soy yo la que te
llora en cada vela derramada
Soy yo la que
apuesta al rojo en cada eje ebrio de la fortuna
Y mis ganas,
tripulación enloquecida que amenaza con arrojarse a tu lava,
Y mi amor no
empuñado que amenaza con arrojarse a tus leones
y habitar tu
mandíbula alucinada.
Porque no me encuentro
en tus pensamientos
cuando apoyas la
sien en la ventanilla
y le miras las
piernas al mundo,
te digo que se
comba el dolor por dentro,
se me clava si me
echas a los perros,
me rompo si no nos enhebramos y ardemos.
me rompo si no nos enhebramos y ardemos.
Escribes con tanta belleza y fuerza. Y con técnica....increíble.
ResponderEliminarNos escribimos en dolor...
ResponderEliminartal vez...
ResponderEliminarUn abrazo!
Cómo comentar esta magia que destilas con tanta víscera y maestría, sin estropearla. Sólo puedo decirte que, cada vez que te leo, abro bien los ojos para no caerme de las ramas del árbol inmenso que construyes.
ResponderEliminarA veces, unas palabras lo dicen todo...
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