malditos sean los curiosos y que los malditos sean curiosos:
la esencia de la poesía es una mezcla de insensatez y látigo...
....el gran Hank

lunes, 15 de noviembre de 2021

Albert Camus, el francotirador o el animal sin especie


 


«El largo diálogo de los hombres acaba de cortarse. Y, por supuesto, un hombre a quien no se puede persuadir es un hombre que da miedo. Así, al lado de los que no hablaban porque lo juzgaban inútil, se extendían y se extiende aún una inmensa conspiración del silencio […] El miedo es una técnica. […] Vivimos en el terror porque ya no es posible la persuasión, porque el hombre […] no puede volverse hacia esa parte de sí mismo […] que reencuentra ante la belleza del mundo y de los rostros; porque vivimos en el mundo de la abstracción, el mundo de las oficinas y de las máquinas, de las ideas absolutas y del mesianismo sin matices. Nos asfixia esa gente que cree tener la razón absoluta, ya sea con sus máquinas o con sus ideas».


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«No vivimos solo de lucha y de odio. No morimos siempre con las armas en la mano. Está la historia y están otras cosas, la simple felicidad, la pasión de los seres, la belleza natural. También ellas son raíces que la historia ignora, y Europa, por haberlas perdido, es hoy un desierto».


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«Para que un valor, o una virtud, arraigue en una sociedad, hay que defenderlos de verdad, es decir, pagar por ellos siempre que se pueda». Con frecuencia, el precio será la soledad: «El único artista comprometido es el que, sin rechazar el combate, se niega al menos a sumarse a los ejércitos regulares, me refiero al francotirador».

«Se explica que tengamos más periodistas que escritores, más boy-scouts de la pintura que cézannes y que, en fin, la biblioteca rosa o la novela negra hayan ocupado el lugar de Guerra y paz o de La cartuja de Parma».







«La abstracción es el mal». 

 «Cuando se quiere unificar el mundo entero en nombre de una teoría, no queda otro camino sino lograr que ese mundo sea tan descarnado, ciego y sordo como la teoría misma. No les queda otro camino que cortar las raíces que unen al hombre con la vida y la naturaleza».


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«Nuestra vieja Europa filosofa por fin como es debido. Ya no decimos, como en épocas ingenuas: “Yo pienso así, ¿cuáles son sus objeciones?”. Ahora hemos adquirido lucidez; reemplazamos el diálogo por el comunicado. “Nosotros decimos que esta es la verdad. Vosotros siempre podréis discutirla. Eso no nos interesa”. Pero, dentro de algunos años, la policía os mostrará que yo tengo razón».

Camus predijo con amarga ironía el dictado actual de lo políticamente correcto en su novela La caída, 1956.


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«La pasión más fuerte del siglo XX ha sido la servidumbre».


«Para que un pensamiento cambie al mundo, primero tiene que cambiar la vida de quien lo concibe», afirma. Y apostilla: «Prefiero los hombres comprometidos a las literaturas comprometidas»


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«A veces pienso en lo que dirán de nosotros los historiadores futuros. Les bastará una frase para caracterizar al hombre moderno: fornicaban y leían periódicos».


*(más exactamente: fornicaban y miraban sus móviles)

(o quién sabe, tal vez simplemente: miraban sus móviles).


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miércoles, 27 de octubre de 2021

Patti Smith, guardiana de la flema, mustang salvaje del rock' n 'roll y tantas otras cosas

 



EL CREADOR DE AMOR

Te vi a ti que eras yo
un silbido en la boca torcida
con saco de cuero y pantalón marrón
cruzando el campo desnudo

con huesos estivales largos y secos
en la amplitud de nuestro gran día
a media tarde y la noche más larga
pisabas fuerte con la cabeza al aire

Te vi un lastimero espectro
que azuza el fuego de los antiguos
arañados con palos frutos y espinos
como el néctar para su argumento

Te vi caminar por extensos campos
lejanos como el dedo de la Providencia
lejanos como los montículos que llamamos colinas
montañas talladas del corazón de la losa

Te vi hurgar en el saco
esparcir semillas por doquier
como el leñador tala a hachazos
roble fresno y los distintos pinos

para escritorios que reflejarán
un fajo de versos que hablan de árboles
que encierran toda sobria esperanza
toda borrachera como baño sagrado

Vi el libro en la estantería
Te vi a ti que eras yo
Vi al fin el saco vacío
Vi la rama que te daba sombra





EL LARGO CAMINO

Será mejor que aquí caminemos de puntillas
mientras por seguridad yo voy a la cabeza

Robert Louis Stevenson

Vagábamos con abrigos negros,
tiempo barrido, tiempo barrido,
dormíamos en dejadas chimeneas,
salíamos para hacer frente a la lluvia.
Mojados, embarrados, un poco idos,
sorteando surcos, masticando bulbos,
tanta hambre teníamos, tulipanes
fulgurantes de pétalos rotos.

Adornados con ombligos de Venus,
sudábamos a mares hacia el frente elegido,
el susurro de un rastro que en parte conocíamos,
lluvia que no era lluvia, lágrimas que aún no eran lágrimas.

Y el grial, ay, lo teníamos tan cerca,
con su capa de aluminio, envuelto en el sol.

Gladiolos en plena floración estallaban
por todas las rendijas. El mundo entero
ansioso porque las santa madre inspeccionara
nuestro mentón y repitiera la cantinela:

Te has manchado de mantequilla.
Cuánto te gusta la mantequilla...

y asaltamos una colina invadida de amarillo.

Montamos a caballo, vagamos por bosques,
hadas traviesas bailaban bajo nuestros pies.
Las ramas nos azotaban la cara.

Nuestro reino detrás de una alambrada...

Luchamos en las canteras, pulimos mármoles,
de rodillas disparamos por el botín en fervientes círculos.

Montamos furiosos campamentos,
nuestras tiendas perforadas por estacas,
marcadas a navaja...
zorrillos calibrando la tierra dura,
maldiciendo el barrizal cuando nos hundíamos.

Recogimos centeno, rellenamos sacos, hicimos almohadas
para nuestros hombres. Frotamos la sangre de catres empapados,
cubrimos la cabeza inerte de los mártires, llevamos en equilibrio
cubos llenos hasta el borde
y no vimos nada y lo vimos todo.

Nos subimos a lomos del gran oso, metimos el cucharón
en el lechoso licor vertido como un lago blanco ante nosotros.
Nuestros osados barcos soltaban obscenidades escritas
en velas de pergamino, flotando en ríos iletrados, volcados
en sangrientos charcos de fango tras la lluvia.

Tocamos alabanzas con cuernos de animales sagrados:
abucheos, confesiones, rezos adolescentes
tejidos hasta formar tapices de jardines enclaustrados.

Ya no teníamos madre, y rasgando hilos infinitesimales,
los juramentos surgieron con más violencia sin mala voluntad
salvo la de haber nacido: nuestra lealtad al avance
y al movimiento de las estrellas.

Una luz azul proyectada desde la gorra de un ser
que ya no podíamos nombrar. Subimos las escaleras
hasta un cielo aún más azul surcado por banderines,
sangrando al viento. Saboreamos el espectáculo.
Luego desapareció, pero ya nos habíamos ido.

Poseíamos un resplandor nuevo. El rocío nos caía
por la nariz. Alardeábamos del brillo de la piel,
la mudábamos sin un suspiro. Algunos levantaban la linterna.
Otros parecían caminar con luz propia.

Feroces montículos que no eran montículos, en el horizonte...

Al acercarnos caímos sobre masas de abrigos
abandonados por los almirantes, el púrpura de reyes destronados,
medallas de honor, botas militares de piel de lengua de perro,
vales, guaridas de animales, armiño y vellón lucidos por
los de mayor rango, príncipes y pilotos, magos y místicos.

Mas ningún rango teníamos nosotros, pescando harapos tejidos por ciegos.
El nuestro era un país de hoyos. Estaban vacíos.
Y, sin embargo, albergaban todas las esperanzas de un niño:
nuestra historia feliz, nuestra vida feliz,
cortadas con la tela de una lucha extática.

En cuanto supimos adónde íbamos, reptamos
con abrigos consagrados. Podríamos haber seguido para siempre
de no ser porque aquí y allá nos tiraban del almidón de las mangas

Le rompimos el corazón a nuestra madre y nos convertimos en quienes somos.
Seguimos respirando y, por tanto, nos marchamos,
borrachos, abrumados, cada uno de un dios.

Ahora apaga la linterna.
Pon el pulgar en la mecha.
Si se pega, te quemarás.
Si se apaga, te convertirás
en un rayo de luz que se extinguirá
en la noche, transformado en un sueño
adornado con baratijas.

Vimos los ojos de Ravel, perfilados de azul, dos veces
parpadearon. Cantamos arias propias, cánticos decepcionados,
blues inertes de terreno sagrado y zapatos mortales,
de infanterías olvidadas y distancias jamás soñadas...
Pero solo llegamos a una colina humana, compuesta de soldados de madera
vigilando en los pliegues de las mantas, tan cerca como la mano de un hermano,
tan lejos como el sueño, la orden de un padre...

...el largo camino, hijos míos.

Surgimos de nuestros capullos de polilla vivos en la noche,
el cielo emborronado de estrellas que ya no vemos.
El credo de un niño cosido en los pañuelos...

Dios no nos abandona nunca,
somos lo único que conoce.
No debemos abandonarlo,
él somos nosotros,
el éter de nuestros actos.

Los silbidos de un vagabundo, tiempo barrido, tiempo barrido.
Dormimos. Conspiramos, tensamos la vibrante cuerda.
Cohibidos pero contentos, empezamos de nuevo.




Diario. Domingo. 8 de abril. 1973.

Muere Picasso

Abril es el mes más cruel etc. ¿Qué queda?

Los husos de Brian Jones. El amigo Jim Morrison. La bandana

de Jimy Hendrix. El ángel de la cinta de la frente. La guirnalda de Judie.

El cuello almidonado de Baudelaire. El birrete

esculpido de Voltaire. El yelmo de los cruzados como

un templo en sí mismo. El bolso de viaje de Rimbaud. Su genuflexión

artificial. Espacio surrealista. Cerebro de pájaro de Brancusi.

Fragmento de Picasso riendo.












Oraciones. 

a Arthur Rimbaud. 

Él era joven. Tan malditamente joven. Completamente maldito. Borracho con la Sangre de muñecos bebés. Potencia, risa enloquecida, corriendo codo a codo con su visión y su demonio. Precozmente penetra el culo de los muñecos. Clava alfileres en las cabezas de los inocentes. Mala semilla de spleen dorado. Ja Ja. Portador de la última risa. Cabellos rubios enredándose en tu respiración vital. Hidrógeno blanco. Rimbaud. Salvador de los científicos olvidados: los alquimistas. La alquimia de la palabra. El poder de la palabra. Rayos de amor. Balas en el altar. Obscenas ceremonias. No dejan pruebas sobre las pistas. Oro. Detrás. Rimbaud bendito. Rimbaud herido. Rimbaud: ángel con mangas de cabello azul. [NO] luz sin sombra. Rimbaud era una piedra rodante. ¿Son todos los profetas perseguidos? Era demasiado joven.






Imaginar esa grabación de Horses, con 29 eléctricos años, sin saber dónde llegaría. Y ahora yo, en un atasco temblando porque su rabia quedó atrapada en esa resina magnética que son los vinilos, mientras Free money me está erizando la piel y la piel es de quién la eriza, de quiénes te la erizan. Imaginarla saliendo del estudio con su banda, sin saber muy bien lo que había hecho y lo que sería, dirigiéndose a cualquier antro a seguir celebrando la vida, enloquecida, febril, desbocada, con la piel vuelta, histérica, galopando, arañando, siendo, latiendo. 

MDN







domingo, 19 de septiembre de 2021

Amor constante, más allá de la muerte - Francisco de Quevedo

Cerrar podrá mis ojos la postrera

sombra que me llevare el blanco día,

y podrá desatar esta alma mía

hora a su afán ansioso lisonjera;


 mas no, de esotra parte, en la ribera,

 dejará la memoria, en donde ardía:

 nadar sabe mi llama la agua fría,

 y perder el respeto a ley severa.


 Alma a quien todo un dios prisión ha sido,

 venas que humor a tanto fuego han dado,

 medulas que han gloriosamente ardido,


 su cuerpo dejará, no su cuidado;

 serán ceniza, mas tendrá sentido;

 polvo serán, mas polvo enamorado.








viernes, 9 de julio de 2021

Fábricas del amor - Juan Gelman

 



"con los caballos de la palabra debo hacer un camino..."
JG

I

Y construí tu rostro.
Con adivinaciones del amor, construía tu rostro
en los lejanos patios de la infancia.
Albañil con vergüenza,
yo me oculté del mundo para tallar tu imagen,
para darte la voz,
para poner dulzura en tu saliva.
Cuántas veces temblé
apenas si cubierto por la luz del verano
mientras te describía por mi sangre.
Pura mía
estás hecha de cuántas estaciones
y tu gracia desciende como cuántos crepúsculos.
Cuántas de mis jornadas inventaron tus manos.
Qué infinito de besos contra la soledad
hunde tus pasos en el polvo.
Yo te oficié, te recité por los caminos,
escribí todos tus nombres al fondo de mi sombra,
te hice un sitio en mi lecho,
te amé, estela invisible, noche a noche.
Así fue que cantaron los silencios.
Años y años trabajé para hacerte
antes de oír un solo sonido de tu alma.

II

Alza tus brazos, ellos encierran a la noche, desátala sobre mi sed,
tambor, tambor, mi fuego.
Que la noche nos cubra con una campana

que suene suavemente a cada golpe del amor.
Entiérrame la sombra, lávame con ceniza, cávame del dolor,

límpiame el aire:
yo quiero amarte libre.

Tú destruyes el mundo para que esto suceda
tú comienzas el mundo para que esto suceda.

III

Me has amado las manos y caerán con el otoño.
Has amado mi voz y está arrasada.
Mi rostro ha reventado sobre ti como una piedra impura.
Me has amado y amado
para que huya de mí, señor de sombras.

Me has destruido para que yo sea luz humana cantando
como las criaturas de tu sangre.

IV

Que del recuerdo suba el olor de tu cuerpo y se haga tu cuerpo.
Que la noche devuelva tu dulzura.
Que tus manos sean dadas por el temblor que dieron.
Que tus ojos regresen de todo lo mirado.

Paloma del amor
en vez
asciendes pura en libertad
giras y cantas como el cielo vas invadiendo el mundo.

V

Como un niño te canto bajo la noche oscura.

Cofre de los secretos, juegos hondos,
temblores del otoño como pañuelos rápidos,
te canto allí para que seas.

Señora del candor,
con boca limpia digo uno a uno tus nombres,
pongo mi rostro en la penumbra que de ellos desciende,
hago un gran fuego con tus nombres bajo la noche oscura.

En realidad quiero decir: me haces andar contra la muerte.

 


miércoles, 23 de junio de 2021

Luis Buñuel, el hombre que nunca dejó de reírse de Dios*

 


No me parece ni bien ni mal

Yo creo que a veces nos contemplan

por delante por detrás por los costados

unos ojos rencorosos de gallina

más terribles que el agua podrida de las grutas

incestuosos como los ojos de la madre

que murió en el patíbulo

pegajosos como un coito

como la gelatina que tragan los buitres

Yo creo que he de morir

con las manos hundidas en el lodo de los caminos

Yo creo que si me naciese un hijo

se quedaría mirando eternamente

las bestias que copulan en los atardeceres.

 

El arco iris y la cataplasma

¿Cuántos maristas caben en una pasarela?

¿Cuatro o cinco?

¿Cuántas corcheas tiene un tenorio?

1.230.424

Esas preguntas son fáciles.

 

¿Una tecla es un piojo?

¿Me constiparé en los muslos de mi amante?

¿Excomulgará el Papa a las embarazadas?

¿Sabe cantar un policía?

¿Los hipopótamos son felices?

¿Los pederastas son marineros?

Y estas preguntas, ¿son también fáciles?

 

Dentro de unos instantes vendrá por la calle

dos salivas de la mano

conduciendo un colegio de niños sordomudos.

 

¿Sería descortés si yo les vomitara un piano

desde mi balcón?





Pájaro de angustia

 

Un plesiosauro dormía entre mis ojos

mientras la música ardía en una lámpara

y el paisaje sentía una pasión de Tristán e Iseo.


Tu cuerpo se ajustaba al mío

como una mano se ajusta a lo que quiere ocultar;

despellejada

me mostraba tus músculos de madera

y los ramilletes de lujuria,

que podían hacerse con tus venas,

Se oía un galope de bisontes en celo

entre nuestros pelos que temblaban como las hojas de un jardín;

todos los diálogos de amor se parecen,

todos tienen acordes delirantes,

pero el pecho aplastado

por una música de recuerdos seculares;

luego viene la oración y el viento,

el viento que teje sonidos en punta

de una dulzura de sangre,

de aullidos hechos carne.


¿Qué anhelos, qué deseos de mares rotos

convertidos en níquel

o en un canto ecuménico de lo que pudo ser tragedia,

nacerán, los pájaros de nuestras bocas juntas,

mientras la muerte nos entra por los pies?


Tendida como un puente de besos de piedra dio la una.

Las dos volaron con las manos cruzadas sobre el pecho.

Las tres se oían más lejanas que la muerte.

Las cuatro ya temblaban de alba.


Las cinco trazaban con compás el círculo transmisor del día.

A las seis se oyeron las cabrillas de los alpes

conducidas por los monjes al altar.

 


Polisoir milagroso

En invierno caen al mar los gritos de los semáforos

acribillados de viento y de crucifixión

Un barco puede naufragar en una gota de mi sangre

de mi sangre cuando cae sobre el pecho

de una marquesa Luís XV de espuma

 

Ese paisaje se hiela menos sobre el espejo

que sobre las uñas de los muertos

que han de resucitar

con los dedos convertidos en flores

en flores de agonía extinta y de salvación

 

Partida como el valle de Josafat

les espera la raya de mi cabeza

Mientras Cristo condena

la Virgen María en peinador blanco

dará un pedazo de pan a todos los condenados

y pondrá un pájaro de caricias

en la frente de los que se salven.


*de un artículo de El País

martes, 8 de junio de 2021

SOLO








Prince with the greatest "hold my beer" moment in rock history.

         *

Prince's guitar needed a cigarette after that solo.

         *

Band: How long are you going to solo Prince? 
Prince: Yes.

         *

Prince's walkout is awesome.




viernes, 21 de mayo de 2021

Esta voluntad de que me toques y de que me mires -Joan Margarit

 




Te están echando en falta tantas cosas.

Así llenan los días

instantes hechos de esperar tus manos,

de echar de menos tus pequeñas manos,

que cogieron las mías tantas veces.


Hemos de acostumbramos a tu ausencia.

Ya ha pasado un verano sin tus ojos

y el mar también habrá de acostumbrarse.


Tu calle, aún durante mucho tiempo,

esperará, delante de tu puerta,

con paciencia, tus pasos.

No se cansará nunca de esperar:

nadie sabe esperar como una calle.


Y a mí me colma esta voluntad

de que me toques y de que me mires,

de que me digas qué hago con mi vida,

mientras los días van, con lluvia o cielo azul,

organizando ya la soledad.


martes, 9 de febrero de 2021

“Unas palabras para jóvenes escritores" por Thomas Bernhard

 

Lo que necesitáis, jóvenes escritores, no es más que la vida misma, nada más que la belleza y depravación de la tierra; es el campo de mi padre y la inaudita perseverancia de mi madre, es la lucha de vuestras almas a la que tiene que arrastraros vuestra propia hambre y vuestra propia depravación, es el ansia de fama que atormentaba a un Verlaine o un Baudelaire en los «campos elíseos». Lo que tenéis que tener no son seguros de enfermedad y becas, premios y becas de estímulo; es la falta de hogar de vuestras almas y la falta de hogar de vuestra carne, el desconsuelo cotidiano, la desolación cotidiana, la helada cotidiana, el dar media vuelta todos los días, un pan solo cotidiano que en otro tiempo hicieron surgir criaturas tan maravillosas y miserables como Wolfe, Dylan Thomas y Whitman, ciudades, paisajes, es decir, logros frente al polvo, el mensaje de una existencia atormentada, incorregible, que se devora de hora en hora para crear poesías nuevas y poderosas. Lo que necesitáis está por todas partes, donde uno se levanta y muere, donde la lluvia lava la piedra y donde el sol se hace tormento.

Sin embargo, ¿dónde estáis vosotros, que os dejáis mimar como poetas de nuestro pueblo, que camináis como futuras obras completas sobre un asfalto que revienta? ¿Dónde estáis? ¿Qué hacéis con el tiempo, que solo está ahí una vez para vosotros, una vez para todos nosotros, y que se os deshace en la lengua antes de que hayáis podido probarlo?

No os veo donde está la vida violenta y valiente, sino como pulcros custodios de archivos, funcionarios amargados, como lacayos de bien retribuidos consejeros del organismo de protección de la Naturaleza o de algún departamento de cultura provincial o municipal. Estáis metidos en el café, sin lágrimas ni humor, odiándoos a vosotros mismos y odiando vuestro entorno, muy lejos de la vida, de los bosques, de las montañas, de la vecindad, muy lejos de toda poesía… Habéis vendido vuestro carácter y sentís un miedo desenfrenado de la necesidad, miedo de vuestros pensamientos, miedo de vuestra malignidad, miedo del campo y la trilla, los picos y las palas, miedo de la verdad, de vuestra propia inferioridad y de vuestra propia grandeza. Capituláis ante la pequeñez, ante el título de doctor y ante el partido, hoy en el consejo municipal, mañana en la redacción de cultura de vuestro periódico de provincia; vuestras reverencias son indescriptibles; os inclináis ante cualquier desharrapado con «influencia». Y así habéis creado la gran época de los consorcios de lírica y trusts de prosa, que es también la época de los seguros y pragmatizaciones. Sin embargo, ¿qué cabe esperar de autores pragmatizados? ¿De vosotros, los poetas pragmatizados, que habéis entrado en una sociedad por acciones en las páginas P. y L. y tenéis en el bolsillo un acuerdo con la industria que os garantiza todos los premios de las academias?

Los libros que escribís son aburridos, son de papel, vuestra lengua es ficticia (no sois ya capaces de hablar como corresponde a vuestro origen), ofende el lenguaje de Hölderlin,

Whitman, Brecht; vuestros libros son de papel de guirnaldas de Todos los Santos y vuestros versos saben a madera de escritorio. Es como si no hubierais vivido nada, como si vivierais de los libros de los viejos primos, como si os llenarais el estómago en el desayuno, comida y cena con tísicos Rilkes y su pálida parentela, como si vuestros abuelos no hubieran sido cerveceros, carniceros, comerciantes en grano, guerreros, feriantes, gitanos… y verdaderos poetas.

Vuestra prosa no tiene primavera ni verano, ni otoño ni invierno, no es negra ni roja; se filtra en el estómago como unas gachas sin sal. Pero como no vivís como los cerveceros, carniceros, feriantes y gitanos, como tenéis miedo del cayado del tiempo y de vuestra propia desesperación, por eso no tenéis ya nada que decir.

La época en que cantabais vuestra propia hambre, la época en la que los jóvenes escritores se alzaban contra los presidentes, la época en que hicisteis la revolución ¡ha pasado! Ha pasado la época en que Hamsun vagaba por Nueva York, en que Sillanpää no pudo recoger su premio Nobel, porque él, que vivía, tenía siete hijos, pero ni un centavo para viajar en el bolsillo del abrigo. Y ha pasado la época en que cantabais vuestros versos con un laúd. El pueblo de los poetas y pensadores se ha convertido en un pueblo de asegurados, un pueblo de funcionarios y miembros del partido, una región de débiles, un paisaje de portadores impasibles de documentos. ¡El pueblo de los exaltados se ha convertido en un pueblo de agentes de comercio!

Sin duda, ¡nadie se hunde ya en los rincones de la tierra! Nadie degenera ya para gloria de la poesía. ¡Pero nadie conoce ya tampoco la hierba y los ríos! Y si seguís pagando tranquilamente vuestras primas de seguro, hasta los sesenta años, y haciendo reverencias a los payasos de la gaceta de las amas de casa y las revistas líricas y filosóficas, no seréis nunca un Lorca ni un Gottfried Benn ni un Charles Péguy ni mucho menos un Whitman. Las subvenciones en chelines que aguardáis os aniquilarán.