Capturaré el vértigo, con un simple gesto. te lo mostraré. será brillante. y podremos usarlo. las vistas serán mortalmente bellas. respira. tal vez solo sean bellas. muerde el paisaje. dime qué ves. puedo ver una bala. es más pequeña que mi foto carnet. podría haber hecho tanto daño. pero no. está aquí, dispuesta a no doler jamás. como un insecto en ámbar. una pequeña escultura de la herida, eso es lo que es ahora.
ahora estoy decaída y pienso que cuando se agolpan las lágrimas trepan, es como si ardieran un poco, un pequeño río de fuego que va subiendo, se muestran o no, hecho contingente. qué poco glamour en mi caída y cuánto me alegro. las lágrimas siempre son de sal o no son lágrimas, solo un chiquillo chapoteando en el río. la sal se escribe sola igual que el fuego. y grita y se lanza mejilla abajo. entonces llegan los poemas, son los paracaidistas pero en realidad no paran nada, solo son la trampilla cuando se abre y dicen: salta ahora o te empujo.
empuja y que el salto sea de fuego y salitre, que solo abreve en sal y cicatriz este desplome, pero que sea hermoso como un crucigrama de vértebra y sintagma
ResponderEliminarComo nos salvan los poemas de todo... tan necesarios algunos sábados noche. Gracias Julia!
ResponderEliminarGracias a ti, preciosa! inmenso abrazo
Eliminarlas lagrimas como los poemas no se sabe con exactitud de donde nacen ni donde van a morir, es mejor así.
ResponderEliminarTe leo siempre, eso si.
F.