Cuando
 los jóvenes de Die Brucke se reunían -primero en la habitación de 
Kirchner, luego en la vieja carnicería abandonada o en la zapatería -, 
se dedicaban a pintar y a dibujar, pero también leían y discutían de 
literatura. Mientras pintaban escuchaban los textos de Wedekind, 
Strindberg, Verlaine, Rimbaud o Verhaeren y se sentían muy cercanos de 
los poetas expresionistas G. Trakl, G. Heym, F. Werfel y E. 
Lasker-Schüler. La inmediatez emocional de la expresión artística por la
 que abogaron muestra que su objetivo era "estudiar con toda naturalidad
 el desnudo, el fundamento de todas las artes plásticas", como recordaba
 Kirchner, y tanto las modelos, que no eran profesionales, como los 
artistas permanecían un cuarto de hora en una postura y, pasado ese 
tiempo, cambiaban. No se trataba de estudiar el modelo que se desnuda al
 modo de las academias, sino el cuerpo moviéndose en libertad. El grupo 
comenzó ahí, al amparo del espíritu del dibujo natural y de un campo de 
vibrantes vivencias y efectos alternos: los pintores aprendían de los 
modelos y viceversa; los artistas captaban lo psíquico y el 
inconsciente, los juegos de signos, en lo que denominaron el "éxtasis de
 la primera visión". Los llamaron «desnudos de cuarto de hora», eran 
apuntes rápidos, alejados de toda norma academicista que transponían la 
experiencia visual con la mayor viveza y espontaneidad. Estaban 
abiertamente contra el impresionismo; querían hacer un arte emocional y 
violento, directo, que tradujera sin intermediarios sus imágenes del 
mundo y sus sentimientos más profundos.
DIE BRÜCKE (EL PUENTE) EL DIBUJO VELOZ 
1910-1915 Expresionismo







 
 
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