malditos sean los curiosos y que los malditos sean curiosos:
la esencia de la poesía es una mezcla de insensatez y látigo...
....el gran Hank

miércoles, 9 de octubre de 2013

DIANA, de Félix Grande a César Vallejo





La miseria me saca por entre mis propios dientes,
cogido con un palito por el puño de la camisa.

Yo y mis caries, ventana, 
nos hemos puesto a dialogar contigo, 
vieja costumbre, balsámica renuncia,
leal querencia, mi querida madera.

La noche me ha agitado dentro de una botella
y ya de amanecida he huido de la cama protestando,
sacudiéndome tizones; vengo
al cristal y reflexiono su ofensiva:
allá abajo, a la rastra,
cojea un perro lo mismo que un pasado, todo
concuerda al sesgo de esa pata encogida. 

Desayunémonos con una hostia de recuerdo
sin encausar a ese alarido que nos quiere
calzar de pantalones la piedad. Vengan
conmigo a comulgar conmigo la hostia conmigo
los santos crucificados sobre Ciempozuelos,
los que se purgan con un sorbo de lágrimas de mujer,
los que cojean bajo sus legajos,
los que al abrir el pan descubren que hoy tampoco traía lima,
los que despiden, enfermos de estación,
los que no reciben la carta,
los que se sientan frente al teléfono con provisiones,
los que en el tren no van ni vienen ni se trasladan,
los que llevan a su casa el suicidio de un amigo,
los que se arrugan ante un nombre amado,
los que se arrancan como parches las hojas de los calendarios,
los que tienen agujeros en la garganta y respiran en redondo,
los que sudan tres gotas de silencio y las brindan ante un retrato,
los que pronuncian "mañana" entre paréntesis, mirando alrededor
los que se temen del cuello para arriba
los que te dan la mano y la refuerzan con un clavo,
vengan, que para ellos tengo una ventana,
pues la fraternidad cuaja de noche, especialmente.

Aquí estoy con mis caries
como un acantilado en donde rompe el tiempo sus espumas,
braceando ante mis fauces
para tratar de que estas muelas no se peleen con sus encías,
que cada día hay menos alimentos diurnos,
que hacia la madrugada los expulso sin haber digerido,
que la noche me agita dentro de una botella, oh basta, mundo boticario,
no te da vergüenza? 
¡mira que hay desamparos que te ven!

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