Será
como un edificio dinamitado, como una travesía sin puerto. Pero soportaré mis
partes demolidas porque sé que en el encuentro de
nuestras pieles no existen las penurias. Porque adolezco de tu terrible dulzura
y me tripulo con toda la ebriedad que contienen los sueños que en voz alta se
aúllan.
La
rutina, simple calima que nace del fuego y del frío. Habitaciones desvestidas
en mitad de un invierno de distancia y recordar el viaje de la carne, apretados
hasta el crujido. Así se sanan los endiablados ataques de nostalgia.
Reclamo
tu horizonte de desangrados soles inundado, tu playa viva. Reclamo tu risa
retumbando en estas presas que acogen llanto. Reclamo la alquimia generosa que
ofrece el amante desarmado.
Me
gusto en mi fuerte debilidad, extrema y contorsionada para abarcar todos tus
nortes y desdoblarlos en inventados mapas. Me gusta hundir nuestras fortalezas
y renacer épicos y libres, respirando en los abrazos. Con el amor batiente,
revolucionando el núcleo, que será el alma de drugstore que tenemos, que serán
líneas marítimas de venas que laten de acercamientos.
Con
las tripas revueltas de la ciudad que nos esculpe y nos escupe calle arriba y
desde los pisos altos, anclados a eternos raíles que sólo muestran desfiladeros
que rozan olas de piel, temeremos la mort subité del amor y sus raíces y aún
así seguiremos caminando.
Sabrás
de la agonía del domingo que te viene a molestar charlatana y se te sienta en
las rodillas. Y sabrás que me estaré doliendo de ti y de mundo, en este mismo
instante. En el forcejeo del verso, golpeada, inmediata y cicatrizada, salina y
estallada en mercurio. Sólo sabré derrocharme en tu ansia. Sólo sabré
reconocerme cuando con todo el delirio desaloje para ti mis palabras y sea la
isla que te busque en pleno naufragio.
Reyes
de las cosas sencillas que llenan la alcoba de señuelos dulces que llevarse a
la boca, somos. Con las ganas enloquecidas, haré celdas con mis dedos y mis
caricias severas serán tuyas y más tarde, sin relojes, inundaré mares sedientos
de ti.
Y
cuando acabe todo y tan aprendidos como crípticos, en la cópula del verbo y la
mirada, nos sintamos, llegarán las milicias del olvido para sólo recordarnos
como cuerpos que un día hirvieron de vida.
Te leo y me hago pequeñito.
ResponderEliminar"Reclamo la alquimia generosa que ofrece el amante desarmado."
Qué bueno....
Es interesante el punto de vista femenino, siempre se aprende algo nuevo.
ResponderEliminarUn saludo.
HD