Y ahora os dejo a vosotros y a vuestra sagrada ciudadela. Voy a sentarme en la cumbre de la montaña, a esperar otros diez mil años, mientras lucháis para alcanzar la luz. Pero deseo, sólo por esta noche, que apaguéis un poco las luces, que bajéis los altavoces. Esta noche quisiera meditar un poco en paz y silencio. Quisiera olvidar por un rato que estáis revoloteando en vuestro baratísimo panal de miel.
Mañana quizá procuréis la destrucción de vuestro mundo. Mañana quizá cantaréis en el Paraíso sobre las humeantes ruinas de vuestras ciudades del mundo. Pero esta noche yo quisiera pensar en un hombre, un solo individuo, un hombre sin nombre ni país, un hombre a quien respeto porque no tiene absolutamente nada en común con vosotros: YO. Esta noche meditaré sobre lo que yo soy.
Vaya... se me ha venido un poco a la cabeza Hesse al leer este texto... Harry Haller pensando en voz alta...
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