malditos sean los curiosos y que los malditos sean curiosos:
la esencia de la poesía es una mezcla de insensatez y látigo...
....el gran Hank

lunes, 12 de octubre de 2015

selfish



Aquí está el mundo.
Tú ni sabes de la violencia en la que estás implicada.
Forrest Gander



Nos hacemos selfies perjudicadas en baños de antro a altas horas de la madrugada inmortalizando nuestras horas bajas y no tenemos la coartada de la edad.
Nos enamoramos a media primera vista y no tenemos el perdón de la ceguera.
Hurgamos la emoción a lo Stanislavski, arañando la entraña, 
creyéndonos únicos y complejos, 
para acabar abrazados al alka-seltzer, la ojera y el melodrama. 
Nos lanzamos a abismos con arneses imaginarios desoyendo consejos porque llevamos cuatro décadas -o más-  sobre el mismo asfalto viendo como los cielos son algo que no se toca y así creemos entender la gravedad.
Nos tatuamos para ser diferentes y acabamos siendo clones bañados en tintas mediocres.

Nos exhibimos en nuestros poemas derramando todos los fluidos habidos y por haber y ya ni sabemos si gozamos o lloramos.
Jugando a ser bukowskis o pizarniks mientras se retuercen por ello en su más allá.
Nos decoramos las heridas, nos lamemos las culpas unos a otros como gatos esterilizados que no supieran querer a nadie.

Seres tecnológicos y decadentes al mismo tiempo. Crecimos con Blade runner y leímos a Baudelaire.
Hicimos interrail y nos enamoramos en Chekia. Sudamos en alguna rave y ahora renegamos de ello.

Le buscamos atajos al verbo para acabar no diciendo nada y terminamos en el naufragio de la estrofa recién nacidos a la intemperie. 
Somos felices los dos minutos que suceden al poema y el resto es buscar algo que nos salve de la certeza de ser una versión empeorada de uno mismo al releerlo.

Erramos como novatos en la emboscada del amor y después miramos hacia otro lado colocándonos la ropa, el barro y el decoro tras la caída.  
Nos reseteamos fríos y  masticamos sobre el teclado la huida.
En slow motion nos observamos, y olvidamos que no todo resiste, 
que somos maleables, permeables y fallidos 
y dejamos que nos penetre cualquier cosa excepto la cordura.

Y después de tanto, sin edad, sin coartada, sin remedio, 
con resaca, deterioro y algo de pena, 
pienso: he tenido frío
y  constato: no sé reanudarme.

Ojalá entendiera que los mejores poemas se escriben con aliento y carne.

4 comentarios:

  1. Al final siempre nos quedarán las dos últimas puntas de Estrella para apurarlas de un trago y transformarnos en un ‘Ser-Fish’ capaz de deslizarse por el sumidero de la vida… y escapar.-

    Si, Way Out!

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  2. Huérfanos de afecto vertemos la carencia en letras.
    Maravilloso Julia
    Bssoss

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  3. Vaya, tanta violencia y tan temprano me han arrancado hasta el silencio... Un abrazo, una sonrisa Miss

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